domingo, 25 de diciembre de 2011

Feliz Navidad

Aquí en la piel de toro la Navidad, como cualquier celebración con trasfondo católico, genera sus diferencias.
"Una de las dos Españas ha de helarte el corazón", que dijo el poeta, y que adaptó Sabina en aquel engendro de canción que creo acabó llamándose "Telespañolito".

Por esto (y posiblemente por mil razones más) no tenemos aquí una cultura renovada de música navideña (excluyendo la rompedora (¿?) y renovadora del género(¿?) "El tamborilero" de Raphael) y seguimos echando mano de villancicos de hace 150 años en sus diferentes versiones (ayer me tocó escucharlos cantados por Parchís, por Raya Real, por un grupo indecente de voces aflautadas y por unos rumberos de dudosa procedencia).
No se me confunda por favor. No tengo nada en contra de los villancicos, o al menos no lo tengo las primeras 22 veces que los escucho seguidos. Luego, creo que Punset lo explicaría mejor, se me cuecen los axones y el úrico de los langostinos cristaliza sobre el bulbo raquídeo generando una reacción química que interpreto como repugnancia.

En otros sitios las cosas son diferentes. No sé si mejores o peores, pero al menos más variadas. En los hipócritas y maravillosos Estados Unidos (ese país a dónde siempre vienen los extraterrestres) tienen suficiente impermeabilidad a la cursilería como para seguir fabricando empalagosos singles navideños cada mes de diciembre. En mi ignorante opinión, el 90% prescindibles. Sin embargo no todo lo navideño o cursi es musicalmente desastroso.
Sobretodo se me vienen a la cabeza los grooners y sus baladas navideñas. Efectivamente, Bing Crosby.
El señor Crosby desarrolló una voz de bajo barítono en plena crisis de moral estadounidense debida a la WWII. Estuvo donde había que estar cuando había que estar, vamos. Grabó unas cuantas canciones. Como me gustan los grooners, diré que todas potables y algunas imprescindibles. Y, como es Navidad y el ángel de James Stewart se ganó de nuevo sus alas, me dejaré creerme el cuento y disfrutar, una vez más de una canción preciosa que se llama "White Christmas".

"White Christmas" es una canción de un tipo que se llamó Irving Berlin que, en sus propias palabras, escribía canciones para que llegasen al corazón del americano medio. Aparte de la que nos ocupa hoy, el señor Berlin tiene alguna otra canción de las que suena de tanto en tanto en mi Pioneer del 88 (del que no funciona ya nada y sólo sirve para enchufarle el ordenador). En particular una versión de Frank Sinatra del "There's no business like Show Business" que venía en un recopilatorio que compré en el Alcampo que hay al lado de casa de mis abuelos. Apuesto a que a todos nos suena esa canción. Creo que un día, como ya hice con Burt Bacharach en La Gramola, estaría chulo seleccionar unas cuantas canciones de este señor con cara de ventanillero del Monte de Piedad.

En fin, Navidad again. Feliz Navidad.
Cosas buenas a tod@s.

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