viernes, 1 de junio de 2012

Números malditos

Hace tres semanas que no comento el disco que escucho. Hay razones para ello. A los Sonic Youth los traeré cuando escuche ese segundo trabajo que tengo en cola. A Nada Surf... no sé, creo que me faltó escucharlos cuando era más joven. No tengo nada en contra, pero no puedo decir que me acabaran de llegar.
Pero hoy vuelvo porque esta semana sí. Esta semana me han llegado en estereo, con toda la descarga del maravilloso rock pasado de moda que significa la segunda etapa de los Iron Maiden. La que va desde que Bruce Dickinson se hizo con el micro hasta que comenzaron a cambiar el estilo para comenzar a introducir sintetizadores o teclados. Y lo he hecho con una joya que se llama The number of the Beast. Hablemos.

The Number Of The Beast fue el tercer álbum de los británicos. Como decía, el primero de Dickinson tras la marcha de Paul Di'Anno de la formación. Corría 1982 y Iron Maiden encontraban una formación cañera y estable con la que alzarse a lo más alto de la escalera del rock (número 1 en Inglaterra y platino en USA). Una formación que completaban Steve Harris (bajo y coros y, básicamente, la persona que creó Iron Maiden), Dave Murray (guitarra), Adrian Smith (guitarra) y Clive Burr (batería).

Pero datos aparte (no es nunca el objeto de este blog), tengo que reconocer mi ignorancia enorme respecto de éstos. Por alguna razón, que está directamente relacionada con la gente de la que recogí las referencias del rock en mi pre-adolescencia, los Iron Maiden no tenían cabida en mi colección de cintas. Ni en las piratas. Escuchaba a los Judas Priest, Whitesnake, Deep Purple, pero nunca tuve una cinta en mi colección de los amigos de Eddie. Por esto tenía también especial interés en el acercamiento tranquilo de un álbum entero (tengo otro en la recámara para dentro de un tiempo).

Y su escucha? desde el primer minuto parecía que los había estado escuchando toda la vida. No sólo porque temas como Run To The Hills o The Number Of The Beast son universales y nada tienen que ver con ser seguidor o no de los Maiden, sino porque el oído se hace a sonidos cuando los escucha de forma repetitiva y los reconoce a posteriori como somos capaces de evocar un lugar o una persona por un olor. Ese ha sido exactamente el caso. Una primera necesidad de recuperar canciones de los 80, las viejas cintas que no sé donde pararán a estas alturas, pero que podría describir a la perfección bajo juramento. Un recuerdo del walkman y del darles la vuelta una vez y otra, recogiendo el punto de lirismo exacerbado de esos cantantes que simbolizaron la nueva ola del heavy británico, con sus melenas al viento y sus melodías cristalinas, nada que ver con la menos depurada versión rock de sus padres artísticos (Deep Purple, Black Sabbath, Led Zeppelin). Unas producciones más trabajadas, que les hacen ahora parecer algo anticuadas, pero, que demonios!, eran los años ochenta, ni el heavy se salvaba. Y hablando de producciones, un señor aqui al que darle parte importante del invento Dama-de-Hierro: Martin Birch.

Y bueno, no escribo más, que quiero escucharlos una vez más hoy. Hay temas mejores y peores, no me parece que la calidad sea uniforme, pero ya que no se trata del género más extendido del mundo (aunque no es nada minoritario), tres cucharadas de rock para que todos los oídos del mundo se quiten las camisetas, practiquen la air-guitar con fruición y espabilen las melenas. Larga vida al Rock'n'Roll.

Cosas buenas a tod@s.




2 comentarios:

  1. Powerslave, Killers, Iron Maiden, Piece of Mind... quizà deberías saltarte tus normas y buscar un recopilatorio.

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  2. las normas las salté, de hecho ya escuché un recopilatorio de la CCR y la semana que viene escucharé algo que, de pensarlo, ya me sonrojo. El problema de los recopilatorios es que o se ciñen a una horquilla de tiempo pequeña o si no, en grupos con evoluciópn de sonido, queda un poco pastiche, collage de corta y pega de primero de básica. Pero vamos, incluso contra esos prejuicios lucho. Gracias por el comment! hace ilusión. Salud!

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