miércoles, 20 de junio de 2012

Se me olvidó que te olvidé

Hay canciones que asimilamos y fagocitamos como si estuvieran describiéndonos de forma vergonzosa y pública. Sin reconocer ante nada y ante nadie el hecho. Escondiéndolas en la cajita pequeña que queda al fondo bajo la cama, criando polvo. A veces, más tarde, cuando las teníamos casi olvidadas, aparecen. En un transistor traicionero, por culpa de un maldito DJ que sabe más de la cuenta, en la consulta temerosa de un dentista.

De entre ellas algunas son tan conocidas que no es extraño que se nos planten en mitad del camino, como una señal de tráfico parpadeante que te hace girar sin pretenderlo a un pasado en ocasiones no tan lejano.

Hay una parte de ellas que, para acabar de rematarlo, tienen una factura perfecta, tan limpia que la mano no desliza sobre su superficie. Se queda pegada como si no quisiera dejarla, provocando que se trastabille, que salte, como si la aguja no tuviera valor de recorrer el surco contínuo y devolvernos toda la melodía.


Una de ellas, en mi caso, posiblemente en el tuyo también, es la versión que Bebo Valdés y Diego El Cigala hicieron de el Se me olvidó que te olvidé del disco Lágrimas Negras, aquel invento maravilloso que se le pasó por la cabeza a ese tipo de gusto indiscutible que es Fernando Trueba.

Y por fín un bolero en el blog. En este caso con una letra de una compositora mejicana no demasiado conocida por aquí llamada Lolita de la Colina, escribiente de canciones para intérpretes que van de José Luis Rodríguez "El Puma" a Gloria Lasso.
Y se saca Lolita una letra de esas capaces de combinar lo emotivo con lo convencional y dejarlo explicitado en frases como "se me olvidó que te olvidé, a mí, que nada se me olvida". Un hallazgo.

Esta versión que traigo hoy es diferente a la que se escucha en el álbum. Comienza con un tempo más lento, un Cigala que se recrea más en la entonación y un Bebo gustándose y dejándose un poquito más en esa cosa que tan bien se le da de acariciar las teclas. Cajón y bajo. Poco más para sacar a pasear la cabeza durante casi cuatro minutos completos.

Ingredientes que completan otro himno personal. Y van mil.

Cosas buenas a tod@s.






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