domingo, 28 de octubre de 2012

Aplicaciones botánicas

Me pasa cuando escucho a  Machín. Me invade una sensación de comodidad extraña, de orden y de inocencia en lo que me rodea. Como mensajes del pasado exterior que llegan en botellas de vidrios verdes y que describen parejas maduras paseando por aceras de mediodía, escenas costumbristas de talleres de coches con seiscientos en la puerta con el motor a la vista, de tiendas de ultramarinos con el dependiente subido a un taburete ajustándose el lápiz detrás de la oreja, de directores de oficina bancaria palmeando la espalda de un señor con una libreta de ahorro en la mano, de correcto traje los dos, ambos con recortado bigote, sonrisa entreabierta.


Antonio Machín sonaba en casa porque así lo querían los programadores musicales de la radio. Conocí Dos Gardenias antes de saber siquiera que era una gardenia, pero ni falta que hacía la botánica para dejarse enganchar por la melodía.
Años más tarde, en un ejercicio que a Joaquín Sabina se le ocurrió en su Rap del Optimista volví a encontrarme de bruces con el título, en este caso alistado en una sucesión de temas que le hubiera gustado componer al jienense.

Machín nació en Cuba pero después de un cierto periplo acabó instalado en la España de posguerra. Trayendo parte de su familia a Sevilla y siendo a la postre reconocido, con estatua incluída, por la propia ciudad como sevillano de adopción. Tenía una voz con una personalidad indiscutible.
Me gusta saber que su origen no distó tanto del de algunos bluesmen del delta en cuanto a una relación ética compleja con la música. Como a tantos de ellos les ocurrió, también Machín tuvo una influencia paterna negativa hacia lo que consideraba un camino de perdición. La música como excusa de gentes dadas a la nocturnidad y los vicios. Y entonces apareció la iglesia como marco indiscutible donde desarrollarse. Como en las congraciones baptistas de los de Mississippi, el niño Antonio cantaba a la parroquia en la Cuba pre-revolucionaria. La historia da un paso más hacia la profesionalización cuando entra en una primera orquesta en Cuba y definitivamente cuando marcha para comenzar a grabar y girar de forma decidida.

El repertorio de Machín va ligado a dos nombres por encima del resto, la compositora mexicana Consuelo Velázquez y el compositor cubano Oswaldo Farrés. Tendremos ocasión de hablar de ambos más adelante. No hoy. El tema de hoy, posiblemente uno de los tres más reconocidos del artista, lo compuso una cubana llamada Isolina Carrillo, músico reconocido en la isla y autora de temas que allí se hubieran hecho con los puestos más elevados del Billboard 200 de haber existido éste. Con todo Dos Gardenias es, con mucho, su canción más universal y extendida.

De cuando los artistas se presentaban con una orquesta detrás, bolero que lleva por título: Dos Gardenias.



Cosas buenas a tod@s.



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