sábado, 16 de febrero de 2013

El regreso de MarkII

Los que saben de esto dicen que el rock británico basa su modernización en tres pilares, a saber, Black Sabbath, Led Zeppelin y mis compañeros de viaje de la última semana, los Deep Purple. Podíamos decir que tenemos en este trio las bases de la formación del rock moderno.

Y los Purple, como tantos otros longevos combos, han tenido sus altos y sus bajos, sus discos aclamados y sus denostadas galletas. Más cerca de lo segundo que de lo primero se encuentra lo que anduve oyendo estos días, un trabajo del 84 llamado Perfect Strangers.

Primera pregunta, por qué traigo como primer trabajo de estos dinosaurios del rock un disco tan comprometido y criticado? Primera respuesta: porque estaba escandalosamente barato. No me ha costado ni tres Euros! Así que dije: "ven con papi". Y aquí lo tengo. Ya, ya lo sé, como criterio musical deja mucho que desear, incluso como nota a pie de página del libro de las buenas maneras, pero hace tiempo que no me guío por los libros de "1101 discos que has de escuchar antes de morir", donde, por supuesto, no viene, y dejo que el azar juegue también su papel en mi elección.

Segunda pregunta: mereció la pena la escucha?. Segunda respuesta: Me he divertido de lo lindo. Me ha gustado. Ahora ya tendré el estigma del fuego grabado en la frente, pero la relación emocional que tengo con este sonido supera cualquier intento de falsario análisis musical. Me ha recordado mucho al Coverdale y el sonido Whitesnake que tanto machaqué justo por aquella época. Aunque Coverdale, que sí fue cantante de los Purple (del 73 al 76, es decir, antes de parir a la serpiente blanca), no aparece de ninguna manera en este vuelta a los ruedos de los de Hertford.
Me ha parecido eso que algunos llaman "rock sin pretensiones". Una entretenida película de sobremesa capaz de quitarte el sueño. Posiblemente no recordarás su argumento a la mañana siguiente, pero te ha hecho pasar dos horas de maravillosa desconexión.

Pero el título del post reza: "El regreso de MarkII", y he pensado que la pincelada del post podría ir por aquí.
Las bandas que extienden su vida en el tiempo suelen pasar por cambios en sus formaciones. Incluso The Beatles tuvieron a Pete Best. Deep Purple no fue menos, y significativos cambios han ido sucediéndose en su alineación a lo largo de los años, del 68 hasta el presente.
A cada una de esas alineaciones, que clásicamente se cuentan en número de cuatro pero que alargando la fórmula hasta la actualidad podemos extender hasta el doble, se le denomina Mark, seguido por un número romano que indica su orden cronológico. Así la MarkI fue la formación original de los Purple, la que cumplimentó los tres primeros álbumes de la banda entre el 68 y el 69. Tras ella, evidentemente, vino la formación que nos ocupa, la MarkII.
La MarkII fue una alineación a recordar. Para los que nos gusta la cosa ésta de la música es como citar al Madrid de Don Alfredo o al Barça del Dream Team para un futbolero. Hablamos de unos tipos que respondían a los nombres de Ian Gillan (voz), Ritchie Blackmore (guitarra), Jon Lord (teclados), Roger Glover (bajo) y Ian Paice (batería). Casi nadie.

La MarkII dió luz a la época dorada del grupo, del 69 al 73. Cuatro trabajos de referencia que, éstos sí, pueden encontrarse en los libros de las cosas a escuchar antes de morir. No los citaré porque, con tiempo y una caña, es mi voluntad pasar por ellos. Tras el 73 vino Coverdale, y, en el 76, el parón.

En 1984 vuelve a encenderse la luz roja del estudio y los Purple abren los ojos por segunda vez. Y con la MarkII al completo. Sus integrantes se reunen dejando a un margen sus actuales ocupaciones (unos en Rainbow, en Whitesnake junto a Coverdale otro, en los Black Sabbath o incluso trabajando junto a Gary Moore alguno). Y paren, en mi parecer, un disco de factura de oficio sin mácula. Volviendo al símil futbolístico, uno de esos partidos en que el gran equipo se pone el mono de trabajo y saca un solvente dos a cero frente a un equipo de categoría inferior. Sudando la camiseta lo justo, sin florituras cara a la galería, pero de forma seria y profesional. Sin desmerecer al contrario (en este caso el público), y consiguiendo sacar adelante el reto.
Se puede culpar a este disco de no reinventar el rock'n'roll, pero cuántas bandas quisieran haber sido capaces de hacer un trabajo tan compacto y exacto como este?.

Lo dicho, rock'n'roll de factura perfecta. Otro día hablamos de genialidades.

Cosas buenas a tod@s.



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