domingo, 14 de octubre de 2012

Dylan, Johnston y un vuelta inesperada

Todavía no he llegado a ese punto del que otros hablan en que la escucha de un disco de Bob Dylan supone una amarga decepción. Puede ser, no lo niego, porque me queda aún mucho por descubrir del de Duluth, pero sonrío contento de seguir alucinando a través de los sonidos y las letras del que posiblemente sea el cantautor más importante que la música popular jamás ha dado.

Esta semana me paré con atención a escuchar el que fue su octavo disco de estudio: John Wesley Harding. Un trabajo del que conocía (conscientemente) dos temas All along the watchtower y I'll be your babe tonight. Y me he encontrado con un puñado de cortes espectaculares, lejos de cualquier decepción, incluso entrando en la comparación con esa trilogía de cabecera que para mi suponen The freewheeling..., Highway 61 y Blonde on blonde.

Es un trabajo del que se podría escribir largo y tendido si por la labor de apuntar con la linterna a los detalles estamos. Trabajo que produce Bob Johnston, un tejano que ha sido culpable de sonidos de tipos de la talla de Johnny Cash o Leonard Cohen, es decir, por currículum no será. Un tipo que fue el artífice del sonido álbum de la electrificación de Dylan al producir aquel Highway 61 revisited mencionado arriba (donde, casualidad, produjo todo menos el Like a rolling stone). Que siguió en esa linea en el genial Blonde on blonde, y que, cuando menos se podía esperar, acompañó también al autor en una vuelta al sonido acústico que se presenta en este JWH.

Hay quien dice que JWH no significa una vuelta al sonido primigenio de Dylan, que es un salto a otro nivel acústico, más cercano al country y menos en la línea de cantautor protesta del comienzo. Yo no llego a distinguir el matiz hasta ese nivel. En cualquier caso me parece un sonido maravillosamente primitivo, con una presencia brutal de la armónica. Impactante en todos los temas excepto en los dos últimos, más dinámicos, con la presencia de la pedal steel guitar de Pete Drake (Down along the cove y la mítica I'll be your babe tonight). 

Y, si de letras se trata, amigo, éste es tu disco. Contaba la madre de Dylan que se encontraba éste durante esta época, inmerso en lecturas religiosas. Habla de su casa repleta de libros de suelo a techo, apilados por cualquier parte, y de la presencia imponente de un atril con una Biblia abierta en medio del caos, libro al que se acercaba de tanto en tanto para quedarse con una cita, para leer una expresión y extraer algún comentario. No he leído lo suficiente de la "etapa religiosa" de Dylan aunque sí sé de su existencia. JWH sería un disco perteneciente de pleno a esa circunstancia.
Temas como The ballad of Frankie Lee and Judas Priest son para escribir un tratado de ocultismo, cábala y asociaciones secretas. Si no os habéis parado a leer su letra lo recomiendo. El Dylan más enigmático y hermético se encuentra aquí. Una parábola de la que cada uno puede sacar sus propias conclusiones (incluso a pesar de que el propio cantautor nos deje su moraleja en el último párrafo: "Uno no debe de estar donde no pertenece").
Se habló y se ha escrito mucho acerca del aspecto inciciático de este trabajo, incluso interpretando las iniciales del nombre del título como una forma de encubrir el nombre de JAWEH (el Dios judío). Incidiendo en el purgatorio que significan los diez primeros temas con sus básicas melodías para acabar en la resurrección de esos dos últimos temas con la pedal steel guitar de por medio. A mi parecer más "ganas de..." que otra cosa.

Leyendas hay también que rodean este trabajo (como suele pasar con Dylan). La más conocida de ellas la supuesta presencia de las caras de los Beatles en la corteza del árbol que aperece en la fotografía de la portada del disco. Dicen, de hecho, que sólo en la carpeta del vinilo son perceptibles. Váyase usted a saber. No lo tengo en vinilo, pero me temo que es más parte de la leyenda que de la realidad.

Con todo un álbum grande. Para escuchar tranquilamente y para leerse sus letras. Con temas extrañamente cortos y concretos para lo que es Dylan. Eché en falta esas letanías y esos mantras a los que me tiene tan habituado. Pero no porque lo que me encontrase en su lugar restase un ápice de calidad al producto. Antes de ayer, sin ir más lejos, me tiré todo el día tarareando I'll be your baby tonight. Que se lo pregunten a mi mujer... y a la mitad del público que visitó el CosmoCaixa. Pero, quién se resiste a esta melodía?



Cosas buenas a tod@s.


2 comentarios:

  1. Es un disco MARAVILLOSO, él siempre dijo que se inspiró en Gordon Lightfoot, el canadiense y no e falta razón. El sonido que consiguió es especial, un sonido austero , casi amish, espectacular y la armónica suena a la ira de Dios. Es un obra maestra en toda regla, como Bringing que veo te lo dejas y también lo es. Un abrazo y gran reseña, aprendizaje y camino.

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    1. Gracias por comentar y aportar Joserra. A los que nos queda aún tanta carretera por quemar nos ayuda mucho lo que sumáis los que habéis andado ya algunos caminos. Salud!

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