sábado, 17 de noviembre de 2012

Cazalla connection

Creo que aquí no lo he contado aún, así que a costa de que algunos lo den por sabido, ahí voy con el esbozo del atlas musical flamenco de mi infancia.
Crecí enfrentado a él, pero rodeado del mismo. Mi abuelo, mi padre y mi madre defendían sus raíces y su altura. Iban a festivales de tanto en tanto y cubrían estanterías con vinilos y casetes (nunca fueron, aún hoy, del CD).
Y entre mis progenitores existía una rivalidad amistosa pero punzante entre dos figuras claves del quejío: Antonio Fernández Fosforito por parte de padre y Jose Menese por parte de madre.

Tomando como excusa que esta semana he estado escuchando un trabajo del segundo me lo agarro al vuelo y me lo traigo al blog como quien no quiere la cosa. Y pensando si hablar del disco o hablar del hombre, he llegado a la conclusión de que me apetece más mencionar una conexión de conocimiento inexcusable para comprender la obra del de La Puebla de Cazalla. Una línea punteada que va de Menese a Francisco Moreno Galván, cazallero también, pintor, poeta, escritor, artista en cualquier caso. Comenta Antonio Burgos que sin Menese de por medio nadie hablaría de Moreno Galván a estas alturas. Posiblemente sin sus letras, el cante de Menese no hubiera tenido el punto de diferenciación que obtuvo, el marchamos que lo elevó y lo caracterizó sobre sus contemporáneos.


Un día estuvimos comentando aquí el tema de "las llaves", y salió allí un nombre que, para la cosa esta del flamenco, es como mencionar a Lennon en el pop, a Elvis en el rock o a los Beastie Boys en el hip-hop: Don Antonio Mairena, con el "Don" y todo por delante. Don Antonio fue mucho Don Antonio.
A Mairena se le tiene, hablo de forma general, disculpen el atrevimiento, como el gran padre benefactor y protector del flamenco puro moderno. El que lo rescató y lo encauzó después de aquel tiempo de sombras y luces que fue la ópera flamenca. No es hoy el dia de Mairena ni el mairenismo en el blog, de forma que no profundizaremos, pero sí diremos que fue con su visto bueno que Jose Menese fue entendido como un seguidor de su estela y un baluarte del flamenco puro, del cante jondo con estudio y conocimiento. Espaldarazo concretado en la presentación que le hizo en su actuación del cine Carretería de Osuna allá por el 59.

Su melismática, la de Menese, queda sobradamente probada, y lo digo en sentido absolutamente positivo. Pero insisto, no era sólo el cómo lo decía, sino lo que decía en sí mismo. Aquí entran las letras de Moreno Galván.

Jose Menese tenía un color político cercano al trabajador, al jornalero del campo que conoció. Era un hombre de izquierdas, como Moreno Galván, y éste vió en él el vehículo perfecto para su verbo. Introdujo el flamenco en la categoría de canción protesta y lo llevó, en la etapa final del franquismo, hasta los grandes escenarios de la europa moderna, el Olympia de París como cabecera.
Esto le introdujo entre la militancia antifranquista moderada, especialmente la arraigada en los burguesitos (no se me molesten, por Dios) andaluces universitarios que pasaban sus noches de vino y cigarrillos en el Madrid de los pantalones de pata de elefante y las cazadoras de pana.
En uno de los varios libros publicados con sus letras (Letras Flamencas, de Barataria, 2011) puede leerse esta declaración explícita sobre el entendiemiento que, sobre el flamenco, encierra el cazallero:

«El flamenco es el medio más fácil y a la vez más profundo para llegar al pueblo. Es el sistema más eficaz para calar en el corazón del hombre. En ningún otro arte se puede llegar a plasmar la realidad y crudeza de la vida como en el flamenco. Es ternura y coraje, desesperación y esperanza; florecer, vivir y morir al mismo tiempo. Es la manera más hermosa de denunciar, de protestar. Por eso el flamenco es sobre todo rabia; no se puede cantar bien si no se hace con rabia.»

No solo cantó Menese a Moreno Galván, pero ese lazo que los une y los diferencia merece ser señalado, por si se nos cruza en el camino, y así leer entre líneas lo que nos cuentan y, qué duda cabe, el cómo lo hacen.
Un palo sin acompañamiento de guitarra. Un cante de fragua. Un martinete. La letra, insisto, de fortuita nada.

Cosas buenas a tod@s.



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