sábado, 24 de noviembre de 2012

Iconos


 Este falsario tiembla enfrentándose a hablar de un icono del rock de pura cepa como es el Highway to Hell de los AC/DC. Una vez eliminadas las más mínimas intenciones de hacer de esta entrada una recopilación de datos o una inocente introducción al producto, me queda la parte emotiva y la sensorial.


Ya traje el tema que abre el disco en ese intento ímprobo (por malvado, que no por esforzado) de bucear dentro de lo que nos cuentan las canciones. En la etiqueta de lyrics aparece rápido. Hoy me traigo la galleta completa, a fin de cuentas la banda sonora particular de mis horas de carretera semanal durante esta semana.

Me enseñaron que la historia de AC/DC tenía un antiguo y un nuevo testamento. El primero con Bon Scott haciendo las veces de maestro de ceremonias. El segundo con Brian Johnson a cargo de la voz cantante. Ambos dos con los hermanos Young (Angus y Malcom) como retorcida y consistente médula espinal del combo. Este trabajo del que hablo hoy es el final de la primera parte. El último que grabaría Scott sin poder predecir el pronto final que le esperaba víctima de excesos con el alcohol.

Me decía el otro día alguien con quien tengo la mayor de las confianzas que hacía mal comenzando por este trabajo mi ingreso de los australianos dentro de esas escuchas monotemáticas semanales. Por tratarse del más totémico de sus trabajos. Pensaba esta persona que una escucha más racional habría comenzado por trabajos anteriores, y que esto me hubiera permitido ir reconociendo una evolución dentro de las primeras producciones y el salto quantitativo producido en esta. Salto que llevó a los controles a un personaje ya conocido en el blog: Mutt Lunge (Robert John Lunge en la pila).
No es por llevar la contraria; realmente no planeo estas cosas y me dejo entrar en cada grupo según la casualidad y el azar me dictan. Este era el disco que tenía más a mano y empecé por él. En este caso empiezo por el icono e iré bajando hacia trabajos quizás menos reconocidos (si el tiempo y las ganas lo permiten). No es la primera vez que actúo así y los resultados, en mi experiencia, no han sido mejores ni peores que cuando he racionalizado cronológicamente el encuentro, comenzando por el primer disco e intentando avanzar en sentido temporal.

Pero poco puedo añadir fuera aparte (que dice, o decía en tiempos, Herrera) que me gusta como comer con los dedos. Me da cierta pereza traer el manido debate de por qué etiquetan en ocasiones a esta banda como metal cuando es puro y duro rock'n'roll. Así que no abro esa caja. Diré que aparte del archiconocido corte, disparos certeros como Girls Got Rhythm o If you want blood (you've got it) son para encabezar por sí solos cualquier trabajo. Sin olvidarme de Shot Down in Flames o ese final distintivo que es Night Prowler (con leyenda negra incluída que quizás traigamos en otra ocasión).
Quizás podría, pensando con malicia intencionadamente, que una descripción capciosa del trabajo podría ser "Highway to Hell, ocho variaciones sobre el mismo y Night Prowler". Pensé, durante la escucha, que un oyente ajeno o desentrenado encontraría demasiada homogeneidad en los nueve primeros temas del disco. La personalidad de la voz de Scott y las guitarras Young comiéndose todo, sobrevolando por encima de la personalidad de cada corte hasta transformarla en un nubloso entramado que queda en segundo plano. Pero me temo que es un ejercicio de simulación empática y onanismo mental. Mejor lo dejo.

Es sábado, para Moris el día del rock por excelencia. Tener el Highway to Hell como banda sonora no me parece de los peores planes que me podrían proponer.

Cosas buenas a tod@s.


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