sábado, 21 de enero de 2012

La SOPA fría

Cuentan los más viejos del lugar que, cuando la radio comenzó a sonar en todas las casas del planeta, la industria discográfica puso su grito en el cielo,"¡es el fin!, ¿quién va a comprar un disco cuando pueden escucharlo todo gratis pulsando un botón y sin salir de casa?". El efecto fue precisamente el contrario. La música llegó a todo el mundo, la escuchaba igualmente el corredor de seguros que cubría la bretaña francesa que la modistilla que zurcía en el sótano que hay en la esquina entre la 36 y Broadway. La radio se convirtió en altavoz de la industria y la catapultó (es gracioso que sigamos utilizando esta palabra aún) hasta el éxito masivo.

Años después, vino la imagen, y miles de televisores se pusieron en cada casa. Ya no era sólo el sonido, teníamos la imagen con él. "Video kills the radio star". No conozco el caso de ninguna emisoria de radio que haya tenido que cerrar por que la gente del lugar prefiere en todo momento sintonizar el televisor que encender el transistor.

Y ahora internet. Bueno, si hubo movida con todo lo anterior, ¿cómo cabría esperar que no la hubiera con esto?.

Como en los casos anteriores, la masificación de algo, el poder de llegar de una forma sencilla a tanta gente (que es, en sí mismo, una herramienta de marketing tan impresionante que ninguna compañía del ramo podría proponerla en su catálogo bajo precio alguno) genera un problema de descontrol para los que se ganan la vida precisamente haciéndolo. Pone en peligro sus puestos de trabajo y, en última instancia, su oficio mismo. Un amigo me decía el otro día que, lamentablemente, les pasó antes a los toneleros, los acomodadores de cine, o los herreros de forja para caballerizas.

Creo que poca gente discute la cultura. Mucha discute la industria. Yo, no hablaré ahora por boca de nadie, estoy dispuesto a pagar por cultura (ya lo hago recurrentemente), no por industria, o al menos no cuando considere su bagaje excesivo. No entiendo, cuando pago 4 EUR por una descarga directa de la web de un artista, por qué tengo que pagar 17 por el mismo trabajo en un CD físico en una gran superficie (y eso si lo encuentro).

De hecho dudo que algunos países levantasen tanto polvo si lo que estuviera en peligro fuese el arte. Aquí, lo que está en peligro es la industria, la pasta, el parné, la pela. De una industria que tiene la capacidad de transmitir mensajes a mucha gente, de movilizar y generar opinión, una opinión que, a los estados, no les interesa en contra. Hay que estar a bien con esa industria, vaya a ser que los extraterrestres empiecen a aterrizar en otros paises de ahora en adelante o la siguiente saga de Rambo se llame "Chin-Hwa" y vaya de un asiático que, harto de la injusta presión sobre su pueblo, coja su antiguo fusil y comience a hacer de las suyas entre el cuerpo de despiadados navy-seals (los de la incontinencia urinaria).

Y, no me alargo, estamos en espera de la SOPA. Es una pena, con lo que me gusta a mi la cuchara, que hayan devenido en estas siglas. Ley, la susodicha, que está por ver hasta donde nos limitará compartir información ligada a derechos de autor. Porque no hablo ya de las llamadas "descargas ilegales", hablo de poner una foto aquí, en un post de mi blog (la práctica totalidad de las fotos profesionales que hay en internet tienen derechos de autor y, estrictamente, no sería legal utilizarlas, incluso no sacando ningún beneficio económico al hacerlo (o eso podría interpretarse de la SOPA)), o un enlace a goear para ilustrar una canción o un artista del que estoy hablando.

Habrá que estar atentos a los próximos episodios.

Cosas buenas a tod@s.

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