lunes, 23 de enero de 2012

Himnos

Casualidades de la vida, se me cruzó en el camino hace unos años una persona que, sin pretenderlo, me educó respecto a la música y a la actitud ante ella. Tiempo después la perspectiva me permitió distinguir entre mi antigua actitud y la corriente.

Y es que hubo un tiempo donde no buscaba canciones o melodías, buscaba himnos. Temas en los que sentirme identificado de alguna forma, bien por el lugar de donde venían los que lo interpretaban, bien por la historia que contaban,bien por los protagonistas que utilizaban, bien por los sitios donde los oía o la gente misma que los conocía y los cantaba. En aquella época, más que nunca, la música era un nexo de unión más, un vehículo de comunicación tan directo como el idioma mismo.

La contrapartida a todo esto era el inmovilismo. Si la música es un medio de comunicación, las dos partes que pretendan comunicarse deben de conocerla y saber utilizarla. Aquí llegaba mi punto final. De forma que volvía a la parte que me permitía esa comunión una vez y otra.

Hoy es diferente. Gracias a ello he llegado a sitios que desechaba al instante con anterioridad. A esto ayuda cambiar de forma de vida, tener el doble de edad, en definitiva, haber cambiado el rol que la música juega (que no su importancia). Y, en parte, no deja de tener su cierta tristeza. De una forma instintiva la música jugaba antes un papel práctico indiscutible (como decía, de pura comunicación), hoy día es más una especie de objeto de estudio, atrayente, sí, imprescindible, también, inevitable en mi caso, pero buscado, y en consecuencia integrado. Más artificial, si se me permite la expresión, que antes.
Peaje o no de una vida medianamente ordenada, la música no se ha esfumado, pero sí se ha transformado.

Sin embargo, aún hoy, de tanto en tanto, escuchando alguna nueva canción, las ondas me traen el viejo perfume de los himnos, y aprieto el "||<" del equipo una vez, y dos, lo pulso una tercera incluso con cierto sentimiento de culpa. Y me encuentro prestando atención a la letra no ya para entender lo que dice, sino para memorizarla. Para transformar esa nueva cosa que escucho en ese produto que tanto he fabricado antes.

Por todo esto el otro día pensé que era hora de hablar también de los himnos. Y, para empezar por uno cualquiera, mejor empezar por uno de los grandes.

"La Torre de la vela" era el sexto corte que los granadinos 091 incluyeron en su tercer LP: "Debajo de las piedras".
Posiblemente por la referencia explícita del título, la canciòn se convirtió en todo un himno entre los seguidores más cercanos, los de su misma ciudad. Por si faltaba alguna pretensión, un riff conciso y adictivo de Lapido daba la puntilla.


Cosas buenas a tod@s.

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