lunes, 24 de septiembre de 2012

Que yo lo hiciera no significa que esté bien

Tengo una larga charla, de esas que se quedan colgadas en algún punto tras las cervezas y se retoman como si tal cosa varios meses más tarde, que concierne a algunos tipos de diferente pelaje, y contrastada calidad, que han decidido, una vez encontrada la fórmula del éxito, quedarse a vivir en ella y engordar sus bolsillos aún a costa de recluir su genio al interior de reducidos círculos, casi todos alejados del ojo del gran hermano que todo lo ve y todo lo cuelga en you tube.

Dentro de este subconjunto de la realidad hay dos tipos a los que la controversia rodea y traviste: Fito Cabrales y Alejandro Sanz. Así que dado que son las siete y aún me queda un ratito para cenar, me pongo con ellos a ver qué sale.

Discutir si Fito o Alejandro son músicos a respetar o son escoria del río es algo, a mis entendederas, fuera de todo debate. Me baso en lo que he ido averiguando de ellos, en lo que me han contado algunos que han estado más cerca de ellos que yo, en lo que ha pasado por mis orejas y no estaba publicado, pero también me baso en sus trabajos oficiales, en sus arreglos, en su evolución como músicos más allá de la etiqueta del mainstream.

Cuando yo iba a la escuela nos contaban historias (para no dormir) de ese compendio inescrutable de paradojas que es La Biblia. Algunas se me han quedado grabadas como sólo se graban las cosas cuando uno tiene la candidez adecuada y la despreocupación necesaria. Hablaba una de esas historias de la responsabilidad que comporta el que ha sido bendecido con un don. Una responsabilidad que le debe de hacer trabajarlo y desarrollarlo para sacarle el máximo partido. No sólo por él, también por su comunidad.
Una de las infinitas vias, por tanto, por las que un hombre (o una mujer) normal y corriente, digamos que llamado Pepe, podía convertirse en un mal cristiano era el entregarse a la vagancia y anteponer su pereza al riesgo y al sacrificio que la posesión de un don conlleva como vehículo para su crecimiento.

De sacrificios no hablaré, pero de riesgos sí, y estos dos sujetos que me ocupan hoy el post hace tiempo que no corren ninguno cuando de temas económicos por en medio se trata.
Ambos encontraron la fórmula que les funcionó, lo cual tiene, en sí mismo, un mérito insondable. No van por aquí mis tiros. Las balas de plata las disparo en el sentido de ser capaz de reinventarse. Lo hizo Dylan cuando todo el mundo le tenía como la cúspide del folk acústico. Lo hicieron los Beatles cuando sacaron su Revolver y nos dejaron mudos a todos. Incluso lo hicieron los Stones aunque con menor fortuna y acierto. Porque no está en el éxito con el cambio el quid de mi cuestión, sino en la valentía de atreverse al mismo.
Tiene sentido cambiar para hacer una mierda que no cambiar para hacer siempre el mismo disco?. Tengo una respuesta de la que estoy convencido: sin duda. Y los que deben de atreverse al cambio son los que pueden acometerlo con unas mínimas posibilidades de éxito. Los que guardan dentro recursos y cultura, genio y capacidad. Los que han encontrado la fórmula una vez deben de estar marcados por el sino de tener que partir de nuevo a su búsqueda. Así se forja la evolución. Así lo hizo Muddy Waters y así lo hizo David Bowie. No de otra manera cambiaron de rumbo Camarón, o Wagner.

Hay cientos de artistas a los que no podría dedicar este post. A Fito y a Alejandro sí, aunque no lo lean ni les llegue. Tengo canciones de los dos en mi imaginario (de uno más que del otro, pero no tanto ya por tema de calidad sino de mera afinidad) y son temas redondos a los que poco se puede apostillar (también hay de los otros, también). Pero ocurre a veces que le da a uno por recuperar el lugar común tan recurrido en estos casos y dejarse vencer por frases del estilo "todos sus discos suenan igual" o "lleva quince años haciendo el mismo disco". No es así, pero algo de verdad sí que encierran. Y mira que yo mismo, habiendo encontrado ese lugar entre las ramas, sería el último en bajar del árbol para volver a comenzar el camino. Pero a mi los dones debe de ser que me los asignaron a facetas ocultas que aún estoy por descubrir. Será porque ya no comulgo...

Fito, Alejandro, atreveros coño, que yo lo hiciera no significa que esté bien.

Cosas buenas a tod@s.


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