domingo, 9 de septiembre de 2012

Pequeñas historias de Benalúa de Guadix

Cuenta mi madre un chiste de forma un tanto recurrente. Un vecino de Benalúa se decide por visitar a un hermano que emigró a Alemania. Se dirige a la pequeña estación de autobuses del pueblo y pregunta: "un billete para Munich por favor?". El operario, que se lo mira, le responde "Verá usted, yo lo más que le puedo dar es un billete a Guadix, y desde allí usted mismo se busca la vida".
Llega el hombre a Guadix y, acercándose a la taquilla, pregunta:  "un billete para Munich por favor?". El empleado extrañado se mira la hora en el reloj de muñeca, levanta la vista y responde: "A ver, Munich no sé, pero sale un autobús a Granada dentro de media hora, si quiere le doy un billete".
Nuestro conocido llega a la estación de autobuses de Granada, se dirige a ventanilla y, optimista él, vuelve a preguntar: "un billete para Munich por favor?". La operaria le observa con incredulidad y le responde: "lo siento caballero, desde aquí lo más que puedo hacer es expedirle billete hasta el aeropuerto de Málaga, y allí usted mismo ya podrá preguntar"
Sin decaer en su empeño llega nuestro protagonista a Málaga y solicita un billete para Munich. Por fin, sin más demoras, consigue su tarjeta de embarque y vuela en busca de su hermano.
Tras una provechosa estancia nuestro ya amigo decide volver a su pueblo. Se acerca con su hermano a sacar los billetes de vuelta y, despistado y confiado solicita: "disculpe, un billete para Benalúa". A lo que la operaria alemana le responde "a Benalúa de las Villas o Benalúa de Guadix caballero?".

Bien, valga la anécdota para introducir que pasé por Benalúa de Guadix este verano y compartí, en excelente compañía, el día previo a un concierto de una banda de rock. Otro día comentamos esto si os parece. El caso es que la noche cayó, los focos se encendieron y el espectáculo comenzó. Y en medio de él: Los Deltonos.

Como no se trata de la banda más conocida del mundo, un par de apuntes sobre su ya larga trayectoria. Los Deltonos son un combo de cántabro de rock bluesero nacido a mediados de los 80 de la mano de su alma y líder Hendrik Röver. Me llegaron, tiempo ha, a través de su segundo trabajo, aquel Bien, mejor (1992) que visitaremos más adelante. Y lo cierto es que los tenía aparcados desde entonces. La ocasión la pintaban calva y la cogí por la melena.

En concierto los temas de su último trabajo, un La caja de los truenos que me ha acompañado esta semana. Leí durante los meses de verano alguna reseña al respecto, la mayoría insistiendo en el proceso de grabación directo de los temas. Hendrick ha preferido tener a la banda junta y sonando a la vez para intentar cazar el ambiente de la primera toma. Creo que el resultado lo expresa mejor que nada. Canciones cercanas, con una línea vocal algo baja pero muy creíble, como si se tratase de un ensayo general antes de meterse en estudio.

Y los temas de este trabajo son de esos que van entrando poco a poco. Me gusta más la melódica de Röver que su lírica. No acabo de entender la forma en que aprieta en ocasiones las palabras dentro de líneas que no dan ya más de sí. Sin embargo a la quinta, sexta escucha, eso se transforma en una especie de marchamos de la personalidad del compositor y pasa a ser creíble y conformar el esqueleto de la canción misma. Me pasa en Gasoil y chocolatinas sin ir más lejos, o en ese arranque genial de Lo que parece y esa segunda estrofa que tanto se me atragantó los primeros días. Por supuesto con El sector de los milagros. Aires a Quique González en A qué vino volver.

Sobre el escenario imprescindible el trabajo de esa sombra protectora que es Fernando Macaya.

El directo sonando espectacular. Puntuales y profesionales. La cosa esa a la que siempre recurre el perro viejo que ha tragado carretera: "oficio". Y después de 1000 kilómetros de furgoneta y show, el propio Hendrik destapando la maleta sobre la acera para sacar el merchandising y los compactos. La faceta de la carrera musical que no se observa desde casa. Allí me acerqué, allí le felicité y de allí me llevé esta galleta de temas menores pero sinceros. Dedicada en la portada al blog de su puño y letra. Luego, en frío, me ha dado verguenza escanearla y reproducirla. Me la quedo en la estantería.

A la mañana siguiente todos salimos de Benalúa, unos a recorrer 1000 kilómetros de vuelta, otros a re-encontrarnos con familias desperdigadas, algunos a afrontar retos profesionales con olor a etapas quemadas y horizontes nuevos. Todos dejando Benalúa en silencio de nuevo, habiendo firmado un trozito de una más de sus pequeñas historias.


Os dejo con un disparo de Hendrik y Fernando.

Cosas buenas a tod@s.


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