domingo, 11 de marzo de 2012

Un pionero singular

Remontar las aguas del blues para llegar a sus fuentes no es tarea sencilla.
Hasta donde queda recogido por escritos, declaraciones, grabaciones y el relato directo de sus protagonistas es más fácil llegar.
Estas herramientas suelen acercar al curioso al sur de los Estados Unidos en la década de los años 20, justo antes de la depresión.

Aún en los primeros años del siglo XX el sur de los Estados Unidos arrastraba la tradición "dixie" de la plantación y el amo, de las cuadrillas de trabajadores negros viviendo dentro de los terrenos, con sus propias iglesias (baptistas, evangelistas,...), escuelas y en ocasiones incluso su propio médico. No nos engañemos, sólo diez centímetros por encima del podrido nivel de la esclavitud.
Una de estas plantaciones respondía al nombre de Dockery. Y hasta la plantació Dockery remontan muchos de esos ríos contra los que uno puede nadar para subir a los orígenes del blues.

Mr Speir tenía una tienda de discos. Pero Mr Speir tenía algo más que vinilos metidos en cajas y muebles medio roidos por la carcoma. Le gustaba el dinero sobre todas las cosas. De esta manera logró encontrar una salida a su ambición dando respuesta a los requerimientos de las compañías discográficas de la época, ávidas de nuevos talentos dentro de la música. Mr Speir viajaba de pueblo en pueblo y de plantación en plantación escuchando a cada chaval, a cada abuelo capaz de agarrar una guitarra. Les escuchaba en sus casas, en los andenes de las estaciones de tren esperando al ferrocarril, los escuchaba al pie de las plantaciones y en las esquinas de las grandes ciudades mendigando unos centavos. Les pedía referencias, vivencias, conocidos, e iba apuntando, calculando, recogiendo. Todo junto le llevó a la vieja plantación Dockery, el norte del estado de Missisipi, a encontrarse con el auténtico protagonista de nuestro post.

Charlie (o Charley) Patton no era un negro corriente.

De hecho sus rasgos recordaban una mezcolanza extraña, casi caucásica, que lo diferenciaba del resto de trabajadores de la plantación. Con sangre Cherokee en sus venas y una paternidad no contrastada del todo, el pequeño (no levantaba más de metro sesenta y siete del suelo) y enclenque Charlie guardaba en su interior un caudal de voz inusitado y sorprendente. Se dice de él que podía perfectamente llegar sin amplificación a un auditorio al menos a lo largo de los primeros 450 metros.
Pero el bueno de Charlie (que era como el mísmo deletreaba su nombre, cosa que, por otro lado, era lo único que sabía deletrear) tenía mucho más que un chorro espeluznante de voz. Tenía caracter. En contra del perfil que cabría esperar de un trabajador oprimido de color en una plantación del sur de los Estados Unidos a primeros del siglo XX, Charlie Patton era arrogante, chulesco, dirírmos ahora "creído". Caminaba con un deje particular, miraba sin rasgo alguno de sumisión en sus ojos. Aquel pequeño mulato demostraba arrojo y decisión en cada gesto y en cada palabra que decía. Y, por supuesto, tenía a su guitarra.
Años antes de que Chuck Berry o Jimmy Hendrix asombraran al mundo con sus juegos de malabares con sus instrumentos, Charlie Patton había asombrado ya a propios y extraños tocando su Stella tras su cabeza, o a la altura de sus rodillas, volteándola a la altura del pecho para seguir con la melodía acto seguido, utilizando su caja como percusión. Si las manos podían tomar la postura, el podía tocar la guitarra en ella. Charlie Patton era algo más que un negro que cantaba, era el showman según el concepto que muchos pusieron luego en voga.

Para mi, Charlie Patton forma, junto a Son House y Robert Johnson, el triángulo seminal del Delta Blues. No fueron los únicos, pero sí los que por concurrencia de tiempo y aporte, más ayudaron a formar los estándares con los que se dió a conocer. Evolucionando el sonido del blues primigenio, y sobreponiéndose a los temas sarcásticos de los minstrels o a la ola de "blues clásico" que W.C. Handy exportó a Nueva York.

Si no le conocíais hasta ahora, este es un momento tan bueno como cualquier otro para hacerlo. La voz potente e induscutible de uno de los padres del blues. Con ustedes: Charlie Patton.
Cosas buenas a tod@s.



No hay comentarios:

Publicar un comentario