martes, 27 de marzo de 2012

Lo que son los jefes antes de ser los jefes.

Una forma normalmente atrayente de titular algo es proporcionar varios conceptos aparentemente desconectados y jugar con el receptor a descubrir el vínculo que los liga.
Es un recurso barato pero, bien utilizado, agradable tanto para el que lo escribe como para el que lo lee. Como es barato y yo no tengo mucho valor literario, lo utilizo de tanto en tanto.
Hoy no, hoy me he reprimido y he preferido dejar el título en lo que veis. La alternativa, dado que no vió la luz, prefiero dejarla arrugada en la papelera de reciclaje de la memoria.
Pero vamos a arremangarnos y meter las manos en la masa, que hoy hay faena.

Decía no hace mucho que traería al blog a Bruce Springsteen, y es que ya veía que tenía enfilado al que sería su segundo trabajo, e intuía que habría en él chicha como para estar un rato bueno comentándolo.
Y así es, ha venido conmigo en el coche esta semana esa joya desconocida para mi (casi) que fue The Wild, The Innocent and the E-Street Shuffle. Segundo trabajo tras el Greetings from Ausbury Park.
Y el caso es que este trabajo suele pasar bastante desapercibido, incluso para gente que dice conocer y amar la música del de New Jersey. Yo, personalmente, me quedé grogi tras el impacto del primer tema y creo que aún no me he recuperado del todo.
Como esta sensación sería complicada de explicar, prefiero poner encima de la mesa el mismo estímulo que yo tuve y así podemos comprobar si produce el mismo efecto. Quiero por favor que consideremos que hablamos de un chavalín de 24 años al frente de una banda de ocho personas ocho.


Y, qué ocho músicos!, Clarence Clemons (saxos y voces), David L. Sancious (piano, órgano, incluso saxo soprano en el tema que acabamos de escuchar), Danny Federici (acordeón, voces, teclados), Garry Tallent (bajo), Vini "Mad Dog" Lopez (batería), Richard Blackwell (percusión), Albany "Al" Tellone (saxo en el tema que acabamos de oír), Suki Lahav (voces en algunos temas del álbum y no acreditada).

Me han sorprendido dos aspectos de este trabajo, lo maduro de su musicalidad, y las historias que cuenta. Hablamos de temas que exceden con mucho la media de un rock'n'roll al uso. Engaña al que se acerca por vez primera al álbum el hecho de que tan sólo lo compongan siete temas. Dan esos siete cortes más música que muchos discos de 15 que he escuchado.
Haría un flaco favor a este disco si me dedicara a mencionar sucintamente las historias de sus temas, de forma que le estoy dando vueltas a irlos trayendo en la sección de lyrics sin prisa pero sin pausa. No lo tengo claro aún, traicionaría el espíritu inicial de la misma, que era el saber qué nos cuentan las canciones que hemos escuchado mil veces y que nunca hemos tenido dos minutos para desgranar. Pero bueno, alguna solución encontraré.

Haré otra cosa entretanto, centrarme en una, la única que ya conocía con anterioridad a esta semana.
Me enteré hace sólo unos días de que existe un listado promulgado por el Rock And Roll Hall of Fame que se llama Las 500 canciones que dieron forma al Rock And Roll. No me digáis que el nombre no es sugerente. Dan ganas de salir corriendo a leerese el listado completo. No lo he hecho, pero lo dejo en la guantera del Buick, así tengo un sitio más de donde rastrear y meter las narices.
El caso es que hay un tema de este álbum que el Rock And Roll Hall of Fame decidió introducir en esa lista. Se trata del penúltimo corte, y es una canción 100% Springsteen que se llama: Rosalita (Come out tonight). Os dejo con un video enorme que refleja perfectamente el espíritu.


Pues durante años esta fue la canción con que Springsteen y la E-Street Band acabaron sus conciertos. Parte de una liturgia que decidieron acabar en el 84 y que tan sólo en ocasiones puntuales han recuperado. La estoy escuchando mientras escribo estas líneas. No es la primera vez que le escucho este sonido al Boss. Ya en su primer trabajo tenía cosas como Blinded by the light que apuntaba en este sentido. Sin embargo encuentro más madurez aquí. Se me aparece en el caos aparente, en la jam de músicos, Clemonts impecablemente de blanco a la cabeza, simuladamente descoordinados y, sin embargo, encajados unos sobre otros al milímetro. Es como aquello que me contaban a mi en la catequesis de que el buen pastor no es el que va detrás del rebaño empujando, sino el que va delante, desentendido, pero al que siguen todas las ovejas detrás. En los manuales modernos sobre dirección de empresa se le llama a eso liderazgo, y ya no hablan de ovejas para salvar la autoestima de los pringados que formamos parte del rebaño. Es el liderazgo deseable en los que deben de dirigir los grupos, en los que quieren, algún día, tener el respeto y la confianza de los suyos, hasta convertirse en la cabeza visible, el responsable y el receptor de halagos e insultos. Eso en lo que Springsteen se transformaría para el público general y a nivel mundial en su siguiente trabajo. El jefe, vamos.

Cosas buenas a tod@s.

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