lunes, 15 de abril de 2013

Orígenes

Hay músicos tan independientes que cualquier intento de hacerles entrar por el aro se transforma en una fatua demostración de fuerzas. Fue el caso de quien me ocupa hoy, un compositor enorme, padre de melodías tan poco inmediatas como inquietantes. El cómplice necesario para que las películas del maestro se grabaran en mi retina en pases nocturnos de la que en aquel entonces era la única segunda cadena de televisión. Hablo de Bernard Herrmann.

El listado de trabajos de Herrmann es tan impresionante (no meramente en las producciones de Hollywood, sino también en trabajos para televisión, en series B hoy míticas como las colaboraciones con Harryhausen), tan impresionante, decía, que me resisto a resumirlo en un post. Mejor me centro en una de sus melodías favoritas, y dejo al final una anécdota para el lector avezado y joven. Del resto nos iremos encargando poco a poco en el futuro.

La obra en concreto pertenece a la que es mi peli predilecta del gordo, o, si me permiten, una de las tres favoritas: North by northwest (Con la muerte en los talones aquí, de 1959). Si no la ha visto corra a donde sea necesario por ella. Ponga su vida en peligro si fuese imprescindible. Hágase con una copia, róbesela al vecino, pague lo que le pidan. Véala.
Sin ánimo ninguno de fastidiarle el visionado a nadie puedo decir que la trama de la cinta se basa en cómo se le puede complicar la vida a alguien que se ve metido, por azar, en medio de una trama compleja de intereses creados. Una confusión de identidad es suficiente para generar una genial secuencia de situaciones al límite en las que nuestro protagonista habrá de vérselas y deseárselas para salir con bien.

Y, enmarcando todo esto, dándole forma, llevándote de la mano.... esto. O, si tiene la suerte de disponer de quince minutos, su suite completa:


Ponerme a describir esta música esta fuera de mis limitadas entendederas. Ese juego de metales y cuerdas, ese diálogo de ida y vuelta de las secciones orquestales, los timbales entrando y saliendo de la melodía. La inclusión de elementos ajenos a la composición tradicional. Y es que incluso en esto Herrmann fue una personalidad indomable. Precursor y valor de elementos como el theremin, al que ya en el 51 le dio uso en la cinta The Day The Earth Stood Still de Robert Wise (una serie B mítica, posiblemente el círculo donde encontraba su tan ansiada independencia creativa, la misma que Hitchcock se empeñó en romper y que devino, a la postre, en la separación entre los dos genios).

Como decía volveremos sobre él, no me alargo hoy más de lo necesario. Eso sí, la anécdota prometida.
Posiblemente haya entre ustedes algún amante de las películas de Tarantino. Yo mismo no dejo de verlas siempre que tengo ocasión. Pues bien, en una de ellas aparece una singular melodía. Una joyita que lejos de pasar desapercibida se convirtió en su momento en producto de masas. Y.. no, no fue algo compuesto para la peli de Tarantino. Fue un homenaje en toda regla. Un callado y discreto pero evidente homenaje a uno de los grandes compositores de música para cine.
No les avanzo más, escuchen, escuchen, creo que les sonará...

Cosas buenas a tod@s.



2 comentarios:

  1. Muy bueno!... Las bandas sonoras de Vértigo y Taxi Driver absolutamente favoritas. Se agradece un recuerdo tan ameno del maestro.

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    1. Hey!, gràcies pel teu comentari. Un placer y un honor el que te haya entretenido la entrada. Salut!

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