domingo, 21 de abril de 2013

Un tipo con bigote y un productor negro.

Esta semana pasada abrí uno de mis regalos de Reyes. Puede que sea de los últimos que está haciendo esto. Ya sé que es abril y que este paso debiera de haberlo dado antes, pero es que es peor, me quedan aún otros dos regalos por abrir... y los dos de los mismos autores que traigo hoy al blog. Poco a poco.

La galleta en cuestión se llama Freak Out! y fue pergeñada por un grupo llamado The Mothers Of Invention. Como es uno de los discos... como diría... "fundamentales" de la música popular moderna (no tanto en cuanto a contenido sino en cuanto a trascendencia), estoy convencido de que muchos de ustedes sabrán perfectamente de quien estoy hablando. Pero esos "muchos de ustedes" escriben unos blogs maravillosos que leo siempre que tengo ocasión. Yo, falsario donde los haya, me limito a trazar con tiza las líneas de salida de los caminos. Por eso encontraría natural que del nombre arriba mencionado, no se destile un segundo nombre, más conocido al menos fonéticamente (que lo de la música es otro cantar). Hablo de Frank Zappa.
Pues nada, hablemos un poquito de Frank Zappa y de este disco.


Lo primero que conocí de Zappa fueron sus iconoclastas retratos. En varios bares de esos que frecuentaba cuando no tenía responsabilidades vinculadas con mi sustento, había fotos de este sujeto sosteniendo un guante que hacía que su mano asemejase un apéndice extraterrestre, o mirando de frente al objetivo con dos coletas agarradas a los lados de su pelo revuelto, o sentado en un retrete como sorprendido por una entrada inoportuna. "Zappa es un cachondo". Poco más podía deducir yo de todo aquello. Y sí que lo era, sí, pero también era más cosas que un mero cachondo. Fue una persona inquieta, en mi percepción alguien incómodo con su propia existencia. Y volcó esto, entre otras cosas, en sus músicas.
No es éste el post en el que hablar de la vida de Zappa, pero si os adentráis un poco en ella, creo que encontrareis que no creció precisamente el de Baltimore en el más aconsejable de los entornos dada la ya de por si enmarañada percepción de la realidad del joven.

Volvamos al disco.
Zappa conoce a un tipo llamado Ray Collins, el cual tiene un grupo donde interpretan versiones de doo-wop principalmente (The Soul Giants). Tras un altercado con el guitarristra de la banda, se le ofrece elpuesto a Zappa y este acepta. Y aquí comienza el influjo de Zappa, su inconformismo y su espinosa personalidad a hacer de las suyas. No tarda en convencerles de que deben de abandonar hacer versiones y centrarse en sus propios trabajos. Así comienzan a componer sus propios temas. Consigue un representante y comienzan a moverse por el circuito de garitos de Los Ángeles. Su nombre comienza poco a poco a sonar y un trabajador de MGM les propone un contrato en una subsidiaria (Verve) para parir un primer disco. En otras circunstancias, con otro personaje, el nombre de este productor podría obviarse. Me temo que sería un grave error pasar de largo la oportunidad de nombrarle. Este individuo se llamaba Tom Wilson, y, aunque otro día hablemos más de él, creo que tres líneas para enmarcarle vendrían al pelo.

Tom Wilson fue productor musical durante las gloriosas décadas de los 60s y los 70s. Trabajó para Columbia y para MGM (Verve). Como es posible que el nombre no diga mucho, apuntemos simplemente que le debemos sonidos de Bob Dylan (Like a Rolling Stone incluida), Simon and Garfunkel (The Sounds Of Silence incluida), The Velvet Underground (Sunday Morning incluida) y, por supuesto, The Mothers of Invention. Creo que los nombres hablan por sí solos. Otro día comentamos más de él.

El caso es que no parece claro que la influencia de Wilson en esta galleta fuera determinante a nivel de sonido. Más parece que fue el propio Zappa el que destiló los temas y definió las pautas durante la grabación mientras que Wilson ayudó a dar el empaque profesional y el marco comercial para ello.

Un disco, éste, con unas características fuera de lo normal. Para empezar fue un disco doble (lo que estaba completamente fuera del estándar por aquellos días. De hecho sólo unas semanas antes había salido al mercado el primer disco en ese formato y para este tipo de música, el sublime Blonde on Blonde del bardo de Minnesota). Pero, y para continuar, lo más destacado es la libertad que el grupo tuvo para hacer lo que hizo. No podemos olvidar que se trata del primer trabajo del grupo. Aún así, el segundo disco (la parte final en el CD que me regalaron por Reyes) es de un nivel experimental que tira de espaldas (hablamos de 1966). The Return Of The Son Of Monster Magnet es un corte para sentarse y escuchar. No sirve para bailar. No sirve para tararear. No sirve para anunciar nada. Hay que oírlo e interrogarse. Lo que cada cual prefiera. "¿Qué hago aquí perdiendo el tiempo?" también está permitido. Y eso que Zappa aseguró que lo que se presentó en la galleta no era el tema que tenía en mente sino la base sobre la que pensaba trabajarlo. Una base que le debió parecer a las cabezas pensantes de Verve suficientemente arriesgada ya como para rematarla con más capas de insurgencia.

Pero la primera parte del trabajo no tiene nada que ver con esta huida hacia alante. De hecho muchos de estos temas me sorprendieron por lo ortodoxa de la propuesta. Justo en ese punto intermedio donde no puedes acabar de creer que el producto no pretenda esconder una fina ironía acerca de la propia capacidad del oyente para aceptar lo inmediato. Esto me pasa con Lennon de vez en cuando también. Pero es una sensación que acepto. Incluso, se me ocurre, podría algún día traer temas que me despiertan justamente eso.

Pero me está quedando muy largo esto hoy. El disco lo merece. Paro aquí aunque, como dije, pasará Zappa más veces por estas líneas. De momento dos más seguro. Esos dos CDs aún envueltos en su celofán que me esperan en la estantería. No desvelo sus nombres.

Os dejo con el corte que hizo a Wilson acercarse a éstos. Creo que no sabía, en aquel momento, donde se estaba metiendo.

Cosas buenas a tod@s.


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