sábado, 14 de abril de 2012

Me dejáis que me emocione?

Me he resistido cuanto he podido por miedo a que uno de mis vicios arrasara con el otro. He tardado poco más de cuatro meses en rendirme. Irrevocablemente los dos coinciden en ciertos puntos que no puedo dejar ajenos al blog.

Crecí entre películas de cine clásico.
Tengo a John Ford, a Howard Hawks, a John Houston, a Henry Hathaway, a Cecil B. de Mille, a Alfred Hitchcock, a Willian Wyler y a tantos y tantos otros tan grabados en la retina a fuego purificador que a veces me da la sensación de que puedo ver la vida en plano secuencia, hablar con un tipo delante mia en plano americano, verme conduciendo en un travelling lateral o bajando las escaleras de mi edificio en un contrapicado, subirme a una farola y tirar de grua para abrir campo, o cerrar plano con fundido en negro acercándome a mi hija.

Aute pedía más cine por favor, porque todo en la vida es cine y los sueños... cine son. Referencias al cine en la música hay para todos los gustos, pero mi afición es la contraria. Cuando el cine tira del compositor y le lleva a la inspiración por la dedicacióny el trabajo.

No hablaré de películas aquí, ni de historias. Hablaré, de eso va el blog, de músicas. En ocasiones tendré que referirme al contexto para que se entienda el brass de un tema, el tempo de una melodía, la inclusión de un elemento ajeno, pero, insisto, me da miedo. No lo puedo remediar. Los amo. Estos (y otros cuantos) directores me hablan de mi adolescencia. Los que tenemos la crisis de los cuarenta encima padecemos de estas, y de otras, cosas.

Por todo lo de arriba quiero abrir la etiqueta de "cine" con una sintonía brutal fruto de un currante de la música que se llamó Elmer Bernstein. Este Bernstein (lo digo porque hay otro ligado al mismo ramo que se llamó Leonard) realizó dos colaboraciones insignes con un director considerado por algunos como menor si bien para mí es el padre de dos de las joyas más significativas del cine clásico: Los siete magníficos (The magnificent seven, MGM/UA, 1960) y La gran evasión (The great scape, MGM/UA, 1963).  Éste sujeto se llamó John Sturges.

Hoy voy a hablar del tema central de la primera.

Si, estimado lector, no ha visto usted Los siete magníficos, es tiempo pobremente utilizado el que dedique a partir de esta línea a seguir este blog. No le desconcierten los puretas que vengan a minusvalorar su emoción basándose en obras anteriores de otros directores (sin duda la espectacular Los siete Samurais de Akira Kurosawa). Lo uno no quita lo otro. Vale que la historia en el caso de Sturges se queda en la épica de la primera mitad y evita el relismo y la decepción de la segunda parte del japonés, pero no veo razón tras ello para restarle mérito a la revisión americana.

Y qué género musical ha llevado la épica más lejos en el siglo XX que la música escrita específicamente para el cine?. Cómo se sentó Elmer Bernstein delante de su partitura para darle a este grupo de centauros su sello de valor, de corage, para hacer al espectador accurrucarse en su butaca primero y expandir el pecho después? Ignoro qué drogas se han de tomar.
Este tema arranca con seis golpes tras los que aparecen dos líneas de cuerdas: una de base para que otra más grave marque el ritmo en una primera vuelta. Toques de timbal para abrir un segunda vuelta en que se introducen percusiones menores, y tras ella vientos y todo el equipo de orquesta para abrir la puerta del leiv motive de la melodía, una entrada a tope para un juego en que las cuerdas irán marcadas por vientos y cuerdas mayores . A partir de aquí canon en evolución hasta acabar el primer minuto, subida de octava y segundo minuto con vuelta al tema principal. Jooooder, si John Sturges y Yul Brynner no me han hecho creer aún que estoy montado en un caballo y voy a salvar a un pueblo mejicano de Eli Wallach no se qué lo puede conseguir en esta mísera vida.


 Yul Brynner, Steve McQueen, Horst Buchholz, Charles Bronson, Robert Vaughn, Brad Dexter y James Coburn pusieron cara a los siete magníficos. John Sturges y Elmer Bernstein les dieron cuerpo.



Cosas buenas a tod@s.


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