miércoles, 6 de febrero de 2013

Jazz es su segundo nombre

Acababa el post en el que traje What a wonderful world al blog con la frase "Amstrong revolucionó con su trompeta el mundo del Jazz cuando se instaló en Chicago desde su Nueva Orleans natal allá por 1922. Pero este camino lo andaremos otro día.". Andemos hoy un poquito ese camino.

Para gente como Ted Gioia Louis Armstrong simboliza el "primer gran" instrumentista de Jazz. Lo de "primer gran" puesto así, entre comillas. Porque no fue el primero, ni el más conocido en sus inicios, pero sí el primero cuya indeleble huella perduró (y perdura) a través de los años. Hubo tipos coetáneos a sus inicios de indudable trascendencia (Jelly Roll Morton), leyendas (Buddy Bolden), compañeros de viaje de los que hablaremos a continuación (Joe King Oliver), y sin embargo la influencia de Armstrong en la transformación del jazz de Nueva Orleans no encuentra parangón.

Heredero y rupturista de/con la tradición del ragtime (que obtuvo una de sus cimas en un sujeto del que hablaremos otro día), el jazz primigenio de Nueva Orleans era un estilo coral, una básica combinación de metales de la que sacar el ritmo sincopado y ancestral del potage de culturas que la ciudad del Mississippi significaba (combinado de tradiciones española, francesa, africana,...). Una música de conjunto donde encontrar la armonía entre los intérpretes y sus instrumentos. Alejada del concepto mayoritario de jazz que hoy tenemos en mente (igual que el flamenco originario se acercaba más a un folclore regular en la época pre Silverio), el jazz originario de Nueva Orleans hablaba de "banda".

Armstrong no se ajustaba al traje.
Ya desde un comienzo su capacidad técnica (se cuenta cómo en sus primeras giras europeas inspeccionaban su instrumento recelosos de que aquel sonido se generaba mediante alguna manipulación del mismo)  y su avanzado sentido del ritmo le llevaron a despuntar sobre sus compañeros. Embarcado en la Creole Jazz Band de Oliver, ascendió a la inmortalidad gracias a los conocimientos que adquirió del líder de la formación, una de las fundamentales figuras de esos tiempos primigenios (cornetista de pro). De él admitió Armstrong que de no ser por él (Oliver) el jazz no sería lo que es a día de hoy.

Pero Armstrong fue un paso más allá de Oliver. Déjenme decir la frasecita y disculpen: Armstrong inventó el "solo" de jazz. Si su ciudad de nacimiento le dio la base y Oliver le enseñó el sentido de Hot Band, Armstrong rompió el molde saliéndose del círculo marcado y llevando a la figura del intérprete más allá de la amalgama del conjunto.

Con el tiempo Armstrong dejaría a Oliver y seguiría su camino, en otro momento quizás le acompañemos un rato. La idea de hoy era cerrar aquella frase que dejé abierta hace unos meses. Un mero apunte. Un asiento contable con una trompeta asombrosa.

Cosas buenas a tod@s.


No hay comentarios:

Publicar un comentario