domingo, 13 de enero de 2013

Es sólo rock'n'roll

Como hablar de los Rolling Stones, así, en general, sería propósito demasiado ancho como para encajarlo en un post de unas pocas líneas, aprovecharé la escucha del It's only rock and roll del 74 para dedicar un par de frases al que, para muchos, fue el gran melódico de sus satánicas majestades: Mick Taylor.

Hay una historia simpática detrás de Taylor. Cómo empezó con John Mayall (y sus Bluesbrakers), una vez éstos se quedaron medio huérfanos tras el devaneo de Eric Clapton hacia otras metas. La primera vez fue casi a modo de accidente, subiendo al escenario en un bolo de aquellos en el que se encontraron de repente compuestos y sin novia (sin novio, slowhand). Con decisión, Taylor se percató del problema, se acercó a Mayall y le comentó que conocía las canciones y que podría tomar la guitarra. No tenía muchas más opciones el de Cheshire, de forma que aceptó el ofrecimiento y tomó buena nota de las cualidades de aquel decidido chaval de dieciséis años. Tiempo más tarde era parte de la alineación formal del combo.

No es hoy el día de hablar de Brian Jones ni de su discutido y oscuro final, pero venga al caso que su ausencia significó la abertura de una vacante fundamental en el seno del grupo. Fue Mick Jagger el que, tras quedarse prendado con las cualidades del guitarrista, convenció a Keith Richards para escucharle y, finalmente, incorporarle a la banda.

Mick estuvo con los Stones en lo que para la mayoría es la época dorada de sus majestades. Del 69 al 74. De lo bueno, lo mejor. Aportaciones ya en el Let it bleed y en Get yer ya-yas out!, y entrega al completo en estudio en la trilogía mágica: Sticky Fingers, Exile on Main Street y Goats Head Soup. Para acabar su presencia como parte oficial del grupo precisamente en el trabajo que traemos hoy, un disco considerado por algunos como menor dentro de la ancha ya discografía del grupo.
No acabaron aquí las colaboraciones o ediciones Taylor-Stones, y aún tendremos ocasión de saber de él en el Metamorphosis o en el Tatoo You.


El nombre de este trabajo es descripción absoluta. Es cierto, no está al nivel de desarrollo, de riesgo, de genialidad que otros trabajos, pero es un disco de r'n'r puro y cristalino. Enorme. Con una única distinción a hacer y es la inclusión del Fingerprint File como último corte. Les quedó chulísima, sin objeción, pero parece un bonus track de esos a los que obligan los acuerdos intrincados con las discográficas. No he leído aún lo suficiente de él como para darle una explicación, pero siempre que me paro a la escucha completa del álbum me salta la incógnita cuando llego hasta aquí. Seguramente no es casualidad el que esté dejado para terminar el disco y no colocado de por medio, abriendo la posibilidad de despistar al oyente enmedio del orgasmo.

Por lo demás señalar, ya que de Taylor hablabamos, las dos canciones donde más noto su presencia. La musicalidad melódica de Time Waits For No One y Till The Next Goodbye.
No hacen falta muchas excusas para entregarse a esta galleta con fruición. Si es posible, y para más nocturnidad y alevosía, tras el conocimiento de la trilogía antes mencionada.

Hay jefes de obra que, para distinguir la calidad del conjunto, no sólo se acercan a comprobar la calidad de los forjados, se agachan en un rincón, el más oscuro de la sala, y comprueban el remate del inglete del rodapies.
Discos así hacen de una enorme banda de rock'n'roll, un mito.

Cosas buenas a tod@s.


No hay comentarios:

Publicar un comentario