jueves, 3 de enero de 2013

Bares del sur

Caminaba yo el otro día solo en dirección a un sitio que no viene a cuento cuando me encontré, en una estrecha calle peatonal, un garito con un vidrio enorme en el que aparecía dibujada una mujer haciendo bailar una bata de cola. Unas letras en diagonal enunciando los primeros versos de una conocidísima copla. Gente trajinando en sombra tras el vidrio, moviendo cosas a la espalda de una alta barra de, parecía tras el cristal, madera. El bar se llama La Parrala, y enuncia en estilizada tipografía negra: "sabores del sur".

Ligo esto con una charla que tuve no hace mucho acerca de una copla interpretada por la persona que dió a conocer precisamente La Parrala: Concha Piquer. Doña Concha Piquer, que le gusta decir a los clásicos. La copla en concreto: Agüita Clara, de Manuel Penella.


Y me sirve como excusa para traer a la valenciana al blog.

Para muchos Concha Piquer es el arquetipo de la cantante de copla. Triunfadora fuera, mujer de torero, madre de artista, colaboradora de los grandes letristas del momento. Qué tópico se le escapa?. Si existe la copla actitud lo mismo que existe la rock actitud, la Piquer le encarnaba en primera persona. Detalles como el arrastrar consigo no sólo su ropa personal sino aquella con la que vestir su hogar en varios baúles que acabaron generando el dicho popular de sobra conocido; detalles como su abandono de la escena cuando le falló la voz en una actuación en Isla Cristina y reunió tras la función a su troupe para espetarles: Hoy han escuchado ustedes por última vez a Conhita Piquer. Y realmente fue la última en directo sobre las tablas.
Una artista que tras su paso por Nueva York, donde el mismo Penella la descubrió en 1923 y donde se mantuvo en la escena de Broadway durante varios años, volvió a España no sólo para poner en pie su propia compañía, sino para llevar a cabo espectáculos el estilo de la gran manzana, incorporando canciones de Al Jolson o Eddie Cantor a la España pre-Guerra Civil.

Fueron varias sus colaboraciones con Penella, aunque posiblemente sea su relación con el trío Quintero-León-Quiroga la que más y mejores réditos le haya proporcionado. Pero no hablamos de ellos hoy, de forma que lo obviaremos temporalmente.

Hay técnicas de grabación que marcan el sonido de una época. Escuchar grabaciones tempranas de estos autores me los vincula de forma incosciente. Se me vienen los discos de Gardel, sin ir más lejos, a la retina musical que algún día descubrirán que tenemos en una zona oscura del cerebro.

De ésta tienen que venir más temas en un futuro. Y vendrán más conocidos. De momento un Agüita Clara que tiene una musicalidad en ocasiones, con toda esa orquesta detrás, de (permítanme traer al pelo la expresión) quitar el sentío.

Cosas buenas a tod@s.


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