sábado, 26 de enero de 2013

Bloqueos mentales

No sé si os pasa o es cosa mía. Como no creo tener un cerebro ni especial ni diferente estoy convencido de que os pasa. Aunque sea de tanto en tanto.
Estais detrás de un dato, digamos... el intérprete de un tema que escucháis de repente. Aunque el tema sea superconocido. Pongamos por caso Year of the cat. Fácil no?.
Bueno, pues en ese momento alguien del grupo suelta un nombre de un artista. Pongamos que dice Cat Stevens (que supongo se le viene a la mente por lo de "cat").
Ahora va un tercero que cree que, dulce inocencia que nos traes la felicidad, conoces algo de música y te espeta "no, Cat Stevens no, quien cantaba esto?". Y zas!, mente bloqueada con el nombre de Cat Stevens.

Con esta canción me ha perseguido siempre la maldición. Mi padre la tenía en un disco y yo me quedaba con el apellido del intérprete. Como el cantante más famoso que conocía con el mismo apellido era otro, durante un tiempo no me podía creer que quien yo decía que interpretaba la canción la estuviese interpretando con una voz tan diferente a la que tenía quien yo decía quela cantaba (vaya lío), pero claro, lo decía la portada del disco.

Luego me lo tomé algo más en serio y aprendí a distinguir entre Al Stewart y Rod Stewart. Y, manda huevos, aún así hace unos días descubría que el nombre de Cat Stevens me lo sepultaba bajo una losa.

La anécdota es insignificante pero real, y me vale como excusa para traer al blog esta canción.

Y esta canción, aquí viene la parte buena, tiene una preciosa (aunque trágica) historia detrás.
Year of the cat tuvo un pretérito en un tema que Stewart compuso varios años atrás. Se llamaba Foot of the Stage. Stewart presenció un espectáculo de un cómico inglés conocido a nivel local (hablo a nivel de Inglaterra, con espacio en la BBC y todo) llamado Tony Hancock. Hancock era un tipo con una vida complicada, sobretodo en su etapa final, donde el alcohol jugó un papel importante. Aquel día, con Stewart en la platea, un Hancock derrotado se dirigió a la audencia del teatro donde actuaba desnudando su alma, ofreciendo la verdadera cara del hombre que hacía reir. Explicó lo derrotado y perdedor que se sentía, la existencia profundamente hueca que vivía. El público, asumiendo el discurso como parte irónica de un personaje, reía mientras el actor abría su conciencia en escena. Aquello fue en el 66. Acabó suicidándose por sobredosis en el 68. Stewart siempre creyó, aquella noche, las palabras sinceras del cómico. Eso le llevó a escribir la canción.

Más tarde decidió no sacar partido de la tragedia y volvió a escribir la letra junto a Peter Wood un teclista inglés de los que trabajó en la sombra tras nombres como Pink Floyd o incluso Bob Dylan.
No quedó ni rastro en ella de la historia original que motivó la melodía.

Un detalle de esos que suelen olvidarse, la grabó en los estudios de Abbey Road un ingeniero llamado Alan Parson.

Por favor, disfrútenla, es seda para las orejas.

Cosas buenas a tod@s.


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