domingo, 24 de marzo de 2013

Encuentras el alma donde menos te lo esperas

Hace cosa de tres años, un colega de quien escucho atentamente recomendaciones musicales y yo compartíamos mesa con nuestras respectivas y divagábamos sobre lo terrenal y lo divino dejando la sobremesa desenvolverse entre orujo de hierbas y cafe cortado. Fue entonces que me refirieron por primera vez al grupo que he andado escuchando esta semana: Lambchop.

No mentiré diciendo que alguna vez les había robado una escucha furtiva aquí o allá, en el Spotify, en algún video perdido en YouTube, pero nunca me había parado con detenimiento a escarbar en su sonido. Así que cuando me decidí a llevármelo al coche busqué sin criterio alguno y acabé en el Nixon del 2000.

No negaré que me esperaba una inyección de americana en la línea de Farrar, por ejemplo, pero no. Voy y me topo con un sonido con mucho groove, con cadencias que me traían recuerdos en ocasiones de un Jay Kay, en otras incluso del buenrolloismo californiano de un Frankenreiter. Pero, cómo lo diría? no generado desde la inmediatez de éstos, como parido tras una búsqueda más intensa, más intencionada, menos directa y sincera. Como si el resultado se hubiese alcanzado tras un cuidadoso trabajo sobre la parte instrumental, sobre el mismo desarrollo de las letras. Y, cuando más me informo de quien anda detrás, más se reafirma mi creencia. Un tipo llamado Kurt Wagner.

A mí, ávido lector de comics cuando el tiempo estaba de mi lado, lo de Kurt Wagner me trae a la memoria mutantes azules con propiedades teletransportadoras, lo cual no deja de, paradójicamente, adaptarse bastante bien al principio compositivo del combo que nos ocupa. Un sujeto que parece no dejar a nadie indiferente. Un tipo capaz de sacar canciones en el mismo corazón de Nashville, en la etapa previa a la chuleta, con títulos como I'm F*cking Your Daughter. Insisto, no es NYC, es el sur más tradicional de los USA. Un iconoclasta en ese caso. Un tipo con desarrollos complejos y comeduras de olla varias que plasma en sus letras de forma sutil pero enrevesada. Como esas amagadas referencias al famoso presidente yankee con cuyo apellido titularon este trabajo.

Quizás por todo eso hablamos de, según allmusic, el grupo más brillante y único que el sonido americano ha dado durante los 90 (o al menos es así para Jason Ankeny). No son palabras menores.

Pero con la música lo primero que hay que hacer es abrir las orejas. Y con este trabajo merece la pena. Encontrar ese sonido soul con esa vuelta de tuerca extra es intrigante y excitante a la vez. Incluso el falsete exagerado de Wagner en algunos temas (enorme en You Masculine You), no dejando que te mezca inánime (nunca mejor dicho) la melodía. Haciendo despertar la atención incluso al conductor más madrugador y cabreado de las seis de la mañana.
Me quedo sobretodo con la primera mitad del disco. Quizás la segunda parte necesite de más escuchas al ser menos inmediata, pero elsonido de la primera es de cuchillo sobre mantequilla caliente. Con sus distorsiones y todo.

Siempre hay gente comenzando caminos. Igual, querido lector, sea su caso con el soul. Quizás nombres como Stax le suenen a chino. Y tal vez esto se deba en parte a falta de la conciencia de puentes que crucen desde el presente hasta el pasado más setentero. No sería extraño que encontrase en estos diez cortes un ticket de ida. Zambúllase, nunca se sabe, a veces vas y encuentras el alma donde menos te lo esperas.

Cosas buenas a tod@s.


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