lunes, 31 de diciembre de 2012

Paisley y rock

El término paisley podría traducirse al castellano, si nos permitimos cierta libertad, como cachemir. Y recalco lo de la "libertad" ya que no tenemos esa palabra en el diccionario de la RAE. Sí aparece cachemira como un tejido hecho con lana de cabra propio de la región del mismo nombre situada al oeste del Himalaya. Pero en el caso que nos atañe no hablamos tanto del tejido como del estampado. Un tipo clásico de diseño con formas más o menos de ameba y repetición fractal hasta el infinito (si metéis la palabra en Google y buscáis en imágenes tendréis de un vistazo una idea clara).

El término se utilizó también para definir un tipo de rock. En particular uno desarrollado durante los 80 que incorporaba detalles psicodélicos a músicas provenientes de totems de la década anterior, desde Byrds o Doors hasta la Creedence o los Big Star pasando por la inevitable Velvet o las guitarras escurridizas de Television. Uno de los grupos abanderados de este movimiento fue el que me ocupó la última semana laboral de este año que acaba en unas horas: The Dream Syndicate, y en particular su álbum Medicine Show, del 84, una producción de Sandy Pearlman.

Los Dream Syndicate nacieron en la soleada California a comienzos de la década de los pelos cardados y las mallas, fruto de la colaboración entre un sujeto llamado Steve Wynn y una individua que respondía al nombre de Kendra Smith. Luego vinieron Karl Precoda y, finalmente, Dennis Duck.
En el 82 ve la luz su primer y más conocido trabajo, uno de esos discos de la isla desierta llamado The Days of Wine and Roses. No es el que me ocupó esta pasada semana no porque ya lo haya mirado con la suficiente atención. Sencillamente equivoqué la carpeta y me encontré en el coche directamente con el trabajo que sucedió a éste, el Medicine Show que comento.


Los antecedentes con los que me disponía a la escucha no eran demasiado halagüeños. Esta galleta significó un golpe de decepción para crítica y ventas tras el pepinazo del trabajo del 82. Sin embargo su escucha me ha dejado un sabor de boca exquisito. Me ha gustado todo menos la portada. Me han encantado las guitarras de Wynn y Precoda. Ese sonido con su poco de óxido pero con una vocación melódica pegajosa y conzienzuda. El tratamiento de la voz de Wynn, muy en la línea de los trabajos de Pearlman, en un plano transparente por el que atraviesan las guitarras. Sin el... exceso(?) de realimentación de unos The Jesus and Mary Chain comentados en estas líneas hace poco pero con las trazas suficientes como para darle esa pátina de sonido que quiere mirar a la oscuridad sin decidirse a poner un pie en la sombra.

Me encantan títulos como Armed with an empty gun o Bullet with my name on it, esta última con una letra de las de mirarse y volverse a mirar y que merecería (merecerá) una etiqueta de lyrics en un futuro.

 Las colaboraciones dentro de la escena paisley fueron habituales, con el tiempo iremos descubriendo algunas. De momento un primer apunte de una escena de la que no habíamos tratado.

Cosas buenas a tod@s... y Feliz Año Nuevo!




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