domingo, 26 de agosto de 2012

Un ejercicio de arrogancia

Escuchar a Los Ilegales no es un ejercicio de arrogancia (como su vocalista y alma, Jorge Martínez, decía que era el rock'n'roll) sino un placer inexcusable y hasta me atrevería a decir que de obligada práctica. Especialmente en éste su primer y homónimo trabajo, un producto del 82 que, gracias a alguien con dos dedos de frente, fue relanzado en el 2005 por los propios miembros del grupo para disfrute de la chavalería.


Y empezaré por el valor icónico del álbum. A mi parecer la gran portada del rock ibérico de los 80. Incluso diría que la gran portada del rock ibérico de todos los tiempos. Una foto de la genial Ouka Lelé presentando a un tipo maduro y desesperado segundos antes de descerrajarse un tiro en la sien. Impactante y a la vez agridulce con el juego de colores cálidos haciendo hasta...¿agradable? la escena. Postal muy propia para estos tiempos revueltos donde la mitad de la población desespera por buscarse la vida y la otra mitad desespera por poder respirar mientras lo hace. Tiempos de rock'n'roll apropiados para recetas sin copago a base de píldoras guitarreras y sonidos ácidos y cortantes como los de los asturianos.

Y por supuesto, dentro, las canciones.
Éste es un trabajo del que podría pararme casi en cada tema. No es que todos los diecisiete temas (la re-edición contaba con un jugoso añadido sobre los doce cortes del trabajo inicial) sean obras maestras, pero podría sin mucho margen de riesgo citar algunos rápidamente como canciones del más alto nivel de la música popular patria. Léase Tiempos nuevos, tiempos salvajes, Yo soy quien espía losjuegos de los niños, Me sueltan mañana, ¡Hola mamoncete!, La casa del misterio o La fiesta.

Y me gustan los dos componentes básicos de la fórmula, letra y melodía. Las letras de Jorge no son gratuitas. Dentro de la aparente simplicidad juegan con la ironía y la capacidad de sorpresa, de pregunta o de indignación del oyente. Con su intranquilidad incluso, si me permitís. Adentrándose de pleno en la incorrección política para dar a luz cortes como Heil Hitler!, del que el propio vocalista y compositor diría años después que había sido un ejercicio de provocación calculado, dirigido a escandalizar y meter el dedo en el ojo a los hippies que no una forma de alineación con grupos de extrema derecha. El caso (y esto es más de mi propia cosecha) es que cierta juventud cercana a esta tendencia sí que asumió a grupos como Los Ilegales (o Los Nikis, sin ir más lejos) como altavoces más o menos dicharacheros de sus planteamientos. Mucha parte de esa masa ligada con grupos ultras de clubes de futbol de grandes ciudades. Me pregunto, sin embargo, qué actitud tomarían estos chavales delante de temas (sigamos centrados con Los Ilegales, que de eso va el asunto hoy) como Princesa equivocada (de la que Maná podría hacer un cover cualquier día y la práctica totalidad de su parroquia la tomaría como composición original) o No me acaricies el pelo (de la que el mismísimo David Summer podría salir airoso). Posiblemente avanzaban la cinta. O posiblemente se quedaban en la espuma de la superficie de un par de frases intransigentes y no hacían el más mínimo análisis musical de lo escuchado. Eso sería entrar en cultura.
Y me quedaba la otra mitad, la melodía. Esas guitarras, con sus reminiscencias ska, la directa, sencilla pero eficiente producción (pensémos cuándo se hizo y de qué grupo por aquel entonces hablamos). Unos golpes melódicos en algunos temas sencillamente geniales.

Y dos nombres curiosos para acabar que tienen mucho que ver con el punto al que llegaron los asturianos. Una vez más (y van mil) Jesús Ordovás (comentarista y divulgador musical en mil frentes, Disco Express sin ir más lejos, o director del Diario Pop de Radio 3 desde el 79) quien les abrió las puertas de la masa, o, y esto sí que es una sorpresa que leo en La Fonoteca, Víctor Manuel (el de Ana Belén, sí), que metió mano y les pasó para su segundo trabajo a grabar para Epic (de la que era accionista) mediante la compra de la Sociedad Fonográfica Asturiana. Los empujones de ambos son los que hicieron que su nombre comenzase a circular de boca en boca en aquellos mediados 80 de movidas madrileñas y grupos de rock urbano.

Dos cortes de este su primer álbum para ejemplificar lo hablado. Pero no los más punteros, para esos tengo otros destinos que vendrán con el tiempo.

Cosas buenas a tod@s.



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