martes, 21 de agosto de 2012

D.E.P. Marvin Hamlisch

El nueve de Agosto,tras la enésima noche de desvelos gracias a esa profusa tendencia de mi hija a los sueños más enigmáticos y perturbadores del silencio estival, me acerqué al supermercado para comprar el periódico y me senté en la terraza de una cafetería cercana a disfrutar un café con leche y una media de tomate con aceite de oliva. Inspeccionando el diario llegué a la página 35 y encontré una reseña tan intensa como breve de Juan José Abad sobre la figura que hoy traigo al blog: Marvin Hamlisch.


La excusa de dedicarle cuatro columnas en una página derecha se debe al reciente fallecimiento de un personaje del que conocía más las obras que la vida misma. Yo, y posiblemente el 90% de los mortales. De hecho, de algunos de sus trabajos (léase la banda sonora de El Golpe) llegué a comprarme el vinilo original pensando que nada (o poco) se había hecho sobre las partituras originales de Scott Joplin.
Por todas estas razones dudaba entre calificar la entrada de HDMNSDSE o un D.E.P., pero me decanté por lo segundo, si bien no tenía su nombre presente, parte de su obra sí forma parte del imaginario personal del siglo XX.
Y qué cuenta Abad del susodicho. Pues, datos musicales concretos basados en fechas y premios aparte, un rasgo de su caracter que me llama poderosamente la atención. Esa cualidad de algunos músicos de transformar lo popular en excelso, de aportar su granito de arena de técnica exquisita y profesionalidad a la música de masas, metamorfoseando lo vanal en algo mesurable para situarlo en el arco superior de la escala.

Hamlisch paseó su talento por la pequeña y por la gran pantalla, por Broadway, y por los escenarios de medio mundo. Podía observar en su vitrina Oscar, Tommy, Grammy, Emmy y Pulitzer. Vamos, de caerse para atrás.
Escuché una vez (disculpas pido por si me falla la memoria, pero escribo sin conexión a Internet) que la canción Goodnight Irene le valió a Howlin Wolf su seguna condescendencia (y por ende la libertad) por parte de un alcaide (en este caso el de la segunda prisión donde fue recluído). Leo que una vez más el tema venía al rescate de un músico de excepción, y es que Hamlisch la utilizó con tan sólo siete años para entrar en la excelsa neoyorquina escuela de música Juilliard. Significativo? más que nada rompedor. Con una expectación clásica, el chaval de nariz pronunciada se atrevía con una motivación sobre un clásico folk.

El año 73 rompe con todo y se hace con tres de las máximas estatuillas al reconocimiento estadounidense al mérito cinemátográfico, dos por las bandas sonoras de The way we were (Tal como éramos) y The Sting (El Golpe)y una tercera a canción original por la canción homónima del primer filme (interpretada por Barbra Streisand).
Sólo dos años después rompía la taquilla de Broadway con A Chorus Line. No soy muy dado al teatro musical, y de hecho poco puedo hablar al respecto, pero nunca es tarde para adentrarse en caminos sinuosos, las largas y sinuosas carreteras que decían los sin ritmo.

Un sujeto, en definitiva, del que merece la pena pararse y escuchar algo. No ahora, que no tengo conexión, sí a mi vuelta a la civilización, cuando revise por última vez estas líneas y, finalmente, las publique.

Almuñecar, a 9 de Agosto de 2012.

Cosas buenas a tod@s.


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