jueves, 23 de agosto de 2012

Trascendencia y Maroon 5

Algunos no le perdonan a la música no ser trascendente.

Desestiman cualquier letra que no conlleve un mínimo grado de involucración, protesta o descripción social. Toda aquella melodía que no investigue o se recree sobre el sonido y la técnica, sobre los horizontes que alcanzar con los instrumentos, voz incluída. O que al menos rinda pleitesía a la rancia tradición de los ancestros bebiendo directamente de sus fuentes. Insultan a los que no navegan en busca de nuevos sonidos, a los que huyen de la experimentación y viven acomodados en la fórmula.
A mí éste me parece un talibanismo tan barato como el de aquellos que corren a colgar la etiqueta de snob a todo lo que sus oídos no comprenden. A tachar de "raritos" a los oídos no acomodados e insatisfechos que escarban en las webs y entre las cajas de conglomerado de las tiendas de discos.
Nunca se pondrán de acuerdo. Así debe de ser. Pero hoy quería hablar a los que no perdonan a la música no ser trascendente. Y ahora empiezo una segunda historia.

Este verano que nos ocupa, estaba yo una noche durmiendo en casa de mis suegros, junto a una ventana abierta de par en par que daba al patio interior de un edificio de cuatro plantas. Cuando digo durmiendo quiero decir durmiendo, incosciente.
Miré la hora al verme despertado pero no la recuerdo. Pongamos que fuesen las 2:40 de la mañana. Noche cerrada. Calculo que unos buenos 28 grados en canal. Y hete aquí que me sube por el ojo de patio a las orejas una desconocida melodía. Un chin-chin ronroneante que me generó un efecto capicúa de cabreo-atención-cabreo que acabó por desvelarme.
La responsable era la vecina adolescente (lo supe luego) del primero (esto era evidente sacando la cabeza por la ventana e identificando de dónde provenía la música).
Posiblemente de vuelta de jarana, la amiga se acopló a los altavoces de su ordenador e ignorando hora y vecindad nos regaló con un tema nuevo a mis entendederas durante unos 10 minutos largos. Una y otra vez. El efecto capicúa se explica por mi primera reacción al verme despierto, por mi segunda reacción al no reconocer la canción pero ver que me brindaban la oportunidad de repetirla y por mi tercera reacción al comprobar que la repetición caía en la reiteración aguda y acababa en el comportamiento obsesivo-compulsivo del "tíííaaaa! que canción más chula, mola que te cagas".

Chisté dos veces por el ojo de patio. La segunda, más fuerte, se escuchó y se terminó la fiesta. Yo haciendo estas cosas. Ay la edad!.

Siguió el verano y de pronto comencé a escuchar la canción en las terrazas, en las emisoras de radio (con una profusa intención a no publicar el nombre ni del tema ni del grupo), y unas cosas con otras acabé convirtiendo el tema en un sodoku que terminar cuadrando.

El sodoku lo acabé ayer con la ayuda de una amiga que no falla en estos asuntos. Sonó en la radio de la oficina y no hizo falta ni esperar a terminar mi frase. Maroon 5. Payphone.


Esto es lo que se puede llamar un tema "pegadizo", ya sabéis, catchy.
No creo que pretenda nada ni lo busque. Toma una melodía sencillita y efectiva y la producción está a un nivel descomunal. Es un producto técnico de primera. Las nuevas generaciones se están acostumbrando a unos acabados que Ford sólo incorporaba en los modelos Ghia.
 Como no conozco mucho a los Maroon no entraré en detalles con ellos, pero la próxima vez que me los encuentre no los pasaré por alto. Por lo que leo el pecador, no conociéndolos, era yo.

Serà esta la versión 2012 de Eva María se fue buscando el sol a la playa ?

Sacudámonos el polvo de la capa. Con suerte a lo mejor nos sorprendemos tararendo la musiquilla en el ascensor y nos damos cuenta de que tenemos los pies de barro. Como los Maroon.

Cosas buenas a tod@s.




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