domingo, 17 de febrero de 2013

Canciones raras

Decía el protagonista del post de hoy: Yo no sabía que hacía canciones raras hasta que me lo dijeron.
Y, a estas alturas de la película, no puedo evitar la sonrisa al escucharle. Porque justamente eso fue lo primero que pensé acerca de su música cuando me la presentaron.
Luego pasé un tiempo intenso machacándola. Aproximadamente toda la primera mitad de los 90.
Se llama Silvio Rodríguez, es una piedra de base de la Nueva Troba Cubana y es, por encima de otras cosas y básicamente, cantautor.

Hace un tiempo mencioné a Pablo Milanés por culpa de uno de sus temas, Para Vivir, una canción cruda pero directa. Si la música de Pablo me acerca más a la imagen, la de Silvio me trae más a la literatura, a la abstracción y a la libre interpretación que la de aquel. Y hoy me apetecía traerle al blog a raíz de un pequeño documento cubano que encontré en youtube y que dejaré enlazado al pie de estas líneas.

Si no conoces a Silvio y le escuchas por primera vez posiblemente te pase lo que suele ocurrir con gente como Neil Young. Su voz aguda, su melismática forma de cantar, puede que te distraiga. Hay que reposarlo. Dejar que pasen un disco tras otro sus diferentes temáticas. Romper ese muro que a menudo encontramos desde este lado del Atlántico para comprender sin caricaturizar las músicas del otro lado. Por sus sones antiguos, por su simplicidad instrumental, por sus letras. Pasa cuando intentamos traducir un rock'n'roll de los 50 y pasa cuando, sin traducción, atacamos un tema cubano, nicaraguense, chileno (lo que me recuerda que tengo otra entrada en el "debe" del blog).

Roto ese prejuicio, digerida esa sonoridad y esa lírica, aparece entonces al autor sensible (que no cursi), el letrista fantasioso, más sofisticado de lo que a primera vista parece. Un constructor de melodías especiales. Cuando una canción de Silvio logra encontrar el camino desarrolla un juego irrepetible.

Y hoy quería traer el blog uno de sus temas. No el más conocido, ni el más complicado. No es ni su mejor melodía ni su letra más conseguida, pero, veréis, a veces las cosas tienen que encajar de forma que te hagan volver la vista hacia un sitio determinado. Las razones son infinitas. Un vacío, una crisis, un viaje sin vuelta atrás... o una causa más inevitable, mundana y desconcertante, caer enamorado.

Me quedan muchos caminos por andar. Éste no. Este lo pisé hasta que pude. Y no me da la gana de sacudirme del todo el polvo de las botas.

Cosas buenas a tod@s.



Documental: Que levante la mano la guitarra.
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4

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