domingo, 31 de marzo de 2013

Septiembre

Te acuerdas de la noche del 21 de septiembre?
el amor estaba cambiando la actitud de los amantes
mientras perseguía a las nubes al distanciarse.

Nuestros corazones estaban sonando
en el tono en que nuestras almas cantaban.
Cómo bailábamos en la noche,
recuerda cómo las estrellas robaron la noche.

Bada-ya, dime si recuerdas
Bada-ya, bailando en septiembre
Bada-ya, nunca hubo un día nublado

Mis pensamientos están contigo,
de la mano de tu corazón para verte,
tan sólo charlas melancólicas y amor,
recuerda como aprendimos que el amor había llegado para quedarse.

Ahora diciembre encontró el amor que compartimos en septiembre,
tan sólo charlas melancólicas y amor,
recuerda el verdadero amor que compartimos hoy.

Bada-ya, dime si recuerdas
Bada-ya, bailando en septiembre
Bada-ya, nunca hubo un día nublado 

Bada-ya, dime si recuerdas
Bada-ya, bailando en septiembre
Ba de ya - los sueños dorados eran días soleados.


Ritmo contagioso, melodía optimista, el amor de septiembre, justo el que cierra el verano, funk, soul, disco, incluso onomatopeya al canto para demostrar que no es tan importante lo que se dice como la forma en que se dice. Cocktail explosivo e infalible. Años setenta, Chicago, un antiguo baterista de sesión de la Chess y sus secuaces lo rompen. Si esta canción no te cambia el ánimo estás jodido viejo.

Earth, wind and fire fue (es) un grupo singular, necesario, ineludible. Si no hubiesen sido ellos hubiesen sido otros, pero los necesitábamos. Aunque sin Maurice White la cosa hubiera sido diferente. No cabe duda de que el padre del invento impregnó de ritmo y pitch la fórmula.


Pero hoy no hablamos del grupo. Hoy toca la canción.

La compusieron entre White, Al McKay y Alee Willis. El segundo, guitarrista de los EWF, el tercero, un letrista americano con aportaciones a diferentes temas (sin ir más lejos la canción de cabecera de la serie Friends, que interpretan The Rembrandts), para mí ninguno tan redondo como el que traemos hoy. Colaboró en más ocasiones con los de Chicago, pero ésta fue la primera y a buen seguro la mejor.

Cuenta Willis como White le pidió escribir una canción básicamente optimista. Ellos se encargarían de encontrar una melodía. Y le recomendó un libro: The Greatest Salesman in the World. Willis recogió el libro y la recomendación de pasar por la librería Bodhi Tree, que era en el LA de aquel entonces un reducto de filosofía trascendental y espiritualidad. Recogió tanto material como estimó y se sumergió dos meses en la lectura de aquellas páginas. En los significados y los conceptos del espiritualismo en clave de "ja". Llegó a tener un esbozo de letra con apuntes de casi treinta páginas. No dejando escapar el más mínimo concepto que le llevase a un punto válido.

Un día, entrando en el estudio para encontrarse con White y los chicos, escuchó por primera vez el riff de guitarra de entada que McKay había estado trabajando con White y comprendió lo que iba a salir de allí. Un hit por necesidad. Una bomba de baile y exteriorización.

Me gusta encontrar, por lo que esconden, onomatopeyas en las letras de las canciones. Como cicatrices del proceso creativo. Momentos donde la melodía ha empujado la boca donde el diccionario no ha sabido cerrar la brecha. Y entonces el cantante, el compositor, deja marchar la voz sin significado alguno. El Bada-Ya de Septembre es el caso. Y está perfecto como está. Encabezando las frases del estribillo. Sin transmitir más significado que el irrefrenable deseo de seguir la línea melódica con la voz.

Estamos en las antípodas de septiembre en el calendario. Posiblemente el momento más melancólicamente posible para recordarlo. Y a la vez el más indicado para girar la cabeza. Hay otro Septiembre ahí delante. Exactamente a la misma distancia. Estos giros hacia delante los tienen que provocar canciones como ésta, como el tejido mágico de los cruces del falsete de Philip Bailey y la grave voz de White.

Cosas buenas a tod@s.

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Do you remember the 21st night of september?
Love was changing the minds of pretenders
While chasing the clouds away

Our hearts were ringing
In the key that our souls were singing.
As we danced in the night,
Remember how the stars stole the night away

Ba de ya - say do you remember
Ba de ya - dancing in september
Ba de ya - never was a cloudy day

My thoughts are with you
Holding hands with your heart to see you
Only blue talk and love,
Remember how we knew love was here to stay

Now december found the love that we shared in september.
Only blue talk and love,
Remember the true love we share today

Ba de ya - say do you remember
Ba de ya - dancing in september
Ba de ya - never was a cloudy day

Ba de ya - say do you remember
Ba de ya - dancing in september
Ba de ya - golden dreams were shiny days

viernes, 29 de marzo de 2013

D.E.P. Paul Williams. Un centavo para la montaña rusa

Leo en efeeme acerca de la muerte de Paul Williams.

Williams era un auténtico desconocido para mí hace unas horas. Ahora me ha enganchado en parte por el invalorable enlace que la revista digital nos deja hacia unos ejemplares escaneados de la revista de crítica musical que el propio Williams fundó: Crawdaddy!. El enlace está aquí.


Echar un vistazo por esas páginas (para lo que veo inevitable tener un mínimo de conocimiento de idioma inglés) es gozar como un niño la mañana del seis de enero. He recuperado esa sensación que he tenido en ocasiones en algunas bibliotecas o librerías cuando, en mitad de un pasillo atestado de libros, he dado con uno que me ha llamado la atención, lo he abierto, y he comenzado con una línea al azar. La siguiente vez que he tenido consciencia de estar ficicamente ahí, leyendo, ha sido tres, cinco, nueve minutos después.

Leo en uno de los números un artículo acerca del Bob Dylan post Blonde on Blonde, y me zambullo en una diatriba acerca del personaje y su obra, no ya sobre el bardo de Duluth, sobre cualquier autor y cualquier producto de su talento. Impresionante. Recomendable. Escrito con pasión y seguramente con eso que Manrique no se cansa de aconsejar: una vez escrito, corrige; y una vez corregido, corrige otra vez. Los que llegan a lo alto han subido muchos peldaños.

Dentro de ese artículo me quedo con una frase genial que me ha empujado, en último término, a dejar estas líneas aquí. Dice traducido Williams: ...decirle a alguien que escuche una canción es como darle un centavo para la montaña rusa.

Suerte que estos centavos no los gobierna ningún estado político. Son moneda de curso libre. Sólo se necesita a ese que ya ha hecho el camino y la ha forjado. Para recibirla y disfrutar de gastarla.

Montaña rusa por favor.



Cosas buenas a tod@s.

domingo, 24 de marzo de 2013

Encuentras el alma donde menos te lo esperas

Hace cosa de tres años, un colega de quien escucho atentamente recomendaciones musicales y yo compartíamos mesa con nuestras respectivas y divagábamos sobre lo terrenal y lo divino dejando la sobremesa desenvolverse entre orujo de hierbas y cafe cortado. Fue entonces que me refirieron por primera vez al grupo que he andado escuchando esta semana: Lambchop.

No mentiré diciendo que alguna vez les había robado una escucha furtiva aquí o allá, en el Spotify, en algún video perdido en YouTube, pero nunca me había parado con detenimiento a escarbar en su sonido. Así que cuando me decidí a llevármelo al coche busqué sin criterio alguno y acabé en el Nixon del 2000.

No negaré que me esperaba una inyección de americana en la línea de Farrar, por ejemplo, pero no. Voy y me topo con un sonido con mucho groove, con cadencias que me traían recuerdos en ocasiones de un Jay Kay, en otras incluso del buenrolloismo californiano de un Frankenreiter. Pero, cómo lo diría? no generado desde la inmediatez de éstos, como parido tras una búsqueda más intensa, más intencionada, menos directa y sincera. Como si el resultado se hubiese alcanzado tras un cuidadoso trabajo sobre la parte instrumental, sobre el mismo desarrollo de las letras. Y, cuando más me informo de quien anda detrás, más se reafirma mi creencia. Un tipo llamado Kurt Wagner.

A mí, ávido lector de comics cuando el tiempo estaba de mi lado, lo de Kurt Wagner me trae a la memoria mutantes azules con propiedades teletransportadoras, lo cual no deja de, paradójicamente, adaptarse bastante bien al principio compositivo del combo que nos ocupa. Un sujeto que parece no dejar a nadie indiferente. Un tipo capaz de sacar canciones en el mismo corazón de Nashville, en la etapa previa a la chuleta, con títulos como I'm F*cking Your Daughter. Insisto, no es NYC, es el sur más tradicional de los USA. Un iconoclasta en ese caso. Un tipo con desarrollos complejos y comeduras de olla varias que plasma en sus letras de forma sutil pero enrevesada. Como esas amagadas referencias al famoso presidente yankee con cuyo apellido titularon este trabajo.

Quizás por todo eso hablamos de, según allmusic, el grupo más brillante y único que el sonido americano ha dado durante los 90 (o al menos es así para Jason Ankeny). No son palabras menores.

Pero con la música lo primero que hay que hacer es abrir las orejas. Y con este trabajo merece la pena. Encontrar ese sonido soul con esa vuelta de tuerca extra es intrigante y excitante a la vez. Incluso el falsete exagerado de Wagner en algunos temas (enorme en You Masculine You), no dejando que te mezca inánime (nunca mejor dicho) la melodía. Haciendo despertar la atención incluso al conductor más madrugador y cabreado de las seis de la mañana.
Me quedo sobretodo con la primera mitad del disco. Quizás la segunda parte necesite de más escuchas al ser menos inmediata, pero elsonido de la primera es de cuchillo sobre mantequilla caliente. Con sus distorsiones y todo.

Siempre hay gente comenzando caminos. Igual, querido lector, sea su caso con el soul. Quizás nombres como Stax le suenen a chino. Y tal vez esto se deba en parte a falta de la conciencia de puentes que crucen desde el presente hasta el pasado más setentero. No sería extraño que encontrase en estos diez cortes un ticket de ida. Zambúllase, nunca se sabe, a veces vas y encuentras el alma donde menos te lo esperas.

Cosas buenas a tod@s.


viernes, 22 de marzo de 2013

Fumar puros

Me gusta fumar puros. Ya ven, hay gente a la que le da por chupar "candaos", que decían en mi pueblo. A estas alturas del siglo. Con todos los estudios en contra y la opinión pública tan sensibilizada. Y va a mi y me gusta fumar puros. En privado, eso sí. Casi a escondidas. Sin ofender a nadie. Pero los fumo, lo reconozco. Además me fumo todo. Igual disfruto un farias de toda la vida que me quedo payá con un Cohiba del número 1. Y me gusta su olor, el sabor que dejan en la estancia, la cultura que los envuelve, y, por supuesto, la música que los acompaña.

Se me viene a la cabeza esa primera trova cubana. Esos viejecitos (a mis años vista) de voces sembradas de arrugas y sones minados de percusiones humildes y guitarras que no han visto jamás un pedal de efectos.

Y se me viene a la cabeza Compay Segundo, cubano de 1907, una de las caras conocidas y amables de la música cubana del siglo XX.  Un músico fumador. Una joya. Y se me ocurrió traer al blog el por qué de su seudónimo.

Compay no nació con tal nombre. Vino al mundo como Máximo Francisco Repilado Muñoz. Se metió en la cosa esta de la música (ignoro si antes o después de en la cosa esta del fumeteo) y participó en diferentes agrupaciones, como unos tipos llamados Cuarteto Hatuey de los que poco puedo ahondar. Fue allá por el 48 que un sujeto llamado Lorenzo Hierrezuelo se quedó sin su acompañamiento tradicional, una señora llamada María Teresa Vera, una de las voces fundamentales de la Trova cubana. Es entonces que encuentra acompañamiento en nuestro protagonista para confirmar un dúo de sobrado reconocimiento en la isla: Los Compadres. Bueno, ya tenemos una parte del origen del apodo.

Sigamos. Lorenzo demostraba una larga tradición en el cante y la ejecución y era, por aquel entonces, el guía del conjunto. De esta manera se confirmó como la voz primera en las interpretaciones, dejando a Don Máximo Francisco la segunda voz, el acompañamiento. De alguna forma ambos acabaron siendo Compay Primo y, efectivamente, Compay Segundo.

La colaboración entre ambos se mantuvo hasta mediados de la década de los 50, cuando el hermano de Lorenzo entra a formar parte del dúo y Company (Segundo) inicia su andadura "en solitario".

Años más tarde vino el Buena Vista Social Club y los poco avezados le conocimos.

Si les gusta fumar enciéndanse un puro. Aunque no sea cubano. Un cigarrillo al menos. Escuchar a Compay tras el humo es una experiencia diferente. Les animo a probarla.

Cosas buenas a tod@s.


jueves, 21 de marzo de 2013

Cosas que hacer en Málaga

Un verano pasé por la feria de Málaga, en pleno mes de Agosto. Disfruté de la feria del centro agotando cada vaso y agitando el cuerpo con cualquier cosa que entrase por las orejas. Rodeado de bullicio es mas sencillo deshinibirse. Musicalmente tengo tres recuerdos de ese fin de semana: el Dragostea din tei de los O-Zone, el tarareo de las canciones de Calamaro y la presencia a través del tiempo y la gente de un grupo peculiar donde los haya, Danza Invisible.


Si no me hubiera tropezado en el camino con una obra tan bien parida como fue A tu alcance, me hubiera costado aproximarme a estos boquerones de pro hasta límites que hubieran podido llegar a su abominación. Peró allí estaba yo, en pleno 1988, con el vinilo entre mis manos. Con la sensación de que allí había grandes canciones. Uno de esos trabajos que no puedes dejar de machacar, una vez tras otra. Donde ninguna canción sobra y todas rebosan de ilusión, de vitalidad, emanando la energía del que comienza, del que se lo quiere creer. Píldoras de pop suficientemente edulcoradas como para satisfacer cualquier paladar y a la vez convenientemente cocinadas como para pasar el control más quisquilloso.

Luego vinieron otras aventuras de éstos y poco a poco me fui separando de su sonido. Aún les rastree las huellas unos años, hasta Clima raro, pero tengo que reconocer que finalmente se difuminaron entre la niebla de los nuevos discos que caían en mis manos.

Sin embargo aquel A tu alcance hizo que quedasen para siempre señalados. Danza, los Danza, tenían su germen en una banda de Torremolinos llamada Adrenalina, donde destacaba Ricardo Teixidó, al cargo de la batería y las voces (recuerdo eso que dicen que no hay vocalista que maneje mejor el pitch que un batería). Más adelante se transforma en Danza Invisible y deja el apartado vocal a uno de los frontman más característicos y personales del universo patrio, el gran Javier Ojeda.

Como tantos otros grupos del momento la influencia de la new wave inglesa se deja notar en sus composiciones. Julián Ruiz les produce y sale a la luz, en el 83, Contacto Interior, ya con Ariola. Pasando por un mini-LP en el 85 llamada Maratón, por fin llega en el 86 su primer trabajo sigtnificativo, un Música de Contrabando que ya traeremos por el blog. Un disco directo de por medio llegará en el 88 A tu Alcance y todo el mundo conocerá a Danza Invisible. Barreran comercialmente con Sabor de Amor y llenarán recintos y coparán listas durante años.

Comentaba en el arranque del post que Danza me había vuelto aquel mes de Agosto en que acudí a la feria de Málaga a través del tiempo y de la gente. Lo del tiempo se explica porque estoy hablando de, no me hagan mucho caso, el año 2005 o 2006 más o menos. Lo de la gente es porque un colega y yo nos quedamos en el ferial hasta donde marca el reglamento, es decir, la alboreá.
Tras ella nos acercamos a la puerta de entrada y nos pusimos en cola para los taxis (burgueses que somos algunos oiga). El caso es que en la acera de enfrente estaba la parada de los autobuses y en el suelo se sentaban corrillos de personas tan cansados y tan entretenidos como nosotros. Unas chavalas comenzaron a cantar una canción de los Danza y como si se tratase de algún efecto contaminante los corrillos de al lado comenzaron a corear el estribillo. En un efecto situado en el punto medio que va de la verguenza ajena al "voy a creermelo todo", aquella gente comenzó a cantar a los Danza durante unos minutos. Tres, cuatro temas quizás. Luego llegó nuestro taxi y nos sumergió en el amanecer sordo y largo del amante del vino nocturno.
Fue mi último encuentro con ellos, aunque fuese indirecto.

Consecuencias varias de aquel A tu Alcance, fue mi acercamiento a Van Morrison. Otro punto más a su favor. Y van mil.

Cosas buenas a tod@s.


martes, 19 de marzo de 2013

Líquidos no miscibles

Me repartí el domingo, musicalmente hablando, entre dos tipos de lo más diferente y de lo más interesante a la vez. John Powel y Ron Sexsmith. Curiosamente nacidos en un intervalo de tiempo bien reducido (del 63 el primero, del 64 el segundo) aunque separados por varios cientos de kilómetros de distancia (las islas británicas y Canadá).

Powell es un compositor de música para películas. Esto, así dicho, puede resultar de un pedante que tira de espaldas, pero si echamos un vistazo a los filmes a los que ha dedicado su talento nos encontramos con algunas de las grandes joyas de la animación moderna, desde Ice Age a AntZ, pasando por Shrek o Kung-Fu Panda (por no contar sus intervenciones en pelis de acción). Un tipo con unos temas atrayentes y optimistas. Con el deje necesario e imprescindible de las sintonías de la épica de la gran pantalla.

Sexsmith es un cantautor canadiense, como diría yo.... diferente. O eso me parece a mí. No tenía oído nada de él y por recomendaciones acabé en el Forever Endeavour. Y caí enganchado. Por todo en general y por nada en particular. Estaba trabajando y me lo puse de fondo. Cuando hago esto la mayoría de las veces el ensimismamiento en la tarea me abstrae del contenido de lo que escucho. Sin embargo no fue el caso esta vez. En cada tema tenía que levantar los ojos y cazar la melodía. Leer el título del corte. Dejarme un rato en él.

Y me gustó que esto sucediera con el primero, con el segundo, con el tercero de los temas... Es un trabajo delicioso. Hasta el punto que decidí no parar de trabajar para escucharlo y dedicarle, a él sólo, un mejor momento. Más adelante.
Por supuesto que lo acabé. Hasta la última nota. Pero sabedor de que lo tengo envuelto en papel secante metido entre las páginas del tomo de la S de la Espasa.

Como en esto de los gustos no hay nada escrito, dejo aquí para las almas temerosas el enlace al trabajo en Spotify. Para asegurar la inversión ahora que las cosas vienen como vienen.

Como ya comenté hace unas semanas nuevas responsabilidades me limitan el tiempo dedicado al blog, pero dejarlo no entra aún entre mis objetivos. Buscar el modelo de supervivencia me hace mirar nuevas fórmulas de escritura. Desde reducir el contenido a reseñas como la de hoy a elaborar los post en diferentes sesiones durante varios días. Posiblemente la combinación de ambas me lleve a algún sitio. De momento iré salvando los muebles como vaya pudiendo.
Con la ayuda de Ron, claro.

Cosas buenas a tod@s.

sábado, 16 de marzo de 2013

A las chicas no les gusta la frontera

Otro dia hablo del primer vinilo que tuve, o de la primera cinta. Hoy voy a hablar del primer CD.
Nunca, excepto aquella vez, me ha dado por participar en un concurso radiofónico. Pero lo hice. Corría el año 1990 y llamé a la radio porque hablaban de un grupo que había sacado un disco enorme (o eso decía el locutor). De hecho, el disco que les abrió las puertas del gran público.
Como les conocía y les amaba en silencio no me pude resistir.
Llamé. Acerté. Y dos semanas después tenía en casa el CD de Palabras de fuego.
El grupo se llamaba, se llama, La Frontera, y ha sido uno de los grupos de cabecera de este caminante, o lo fue durante una época.


Compartí este grupo en los mejores antros y con las mejores compañías. Forma parte de esa parte de la música que escapa a la música misma. Creo que esto es lo que, viviéndolo, te hace amarla, ligarla al ADN.

La Frontera tenía un hígado y un corazón. Ambos eran Toni Marmota y Javier Andreu. Oficio sobrado. Actitud demostrada. Del tipo del rock, digo. Un combo apartado, en ocasiones despreciado. Un pedazo de tierra libre. Un sonido propio. Una lírica diferente. Épica. Hay música que nunca debiera de salir de los bares aunque haya bares que pinchen otra música.

Hoy no quería escribir de ellos. Pensaba pasar unas líneas acerca de un paseo que he hecho a solas con el ipod metiéndome vía ótica el I talk to the wind de unos tarados que no se les ocurrió otra en el 69 que reinventar el rock. Pero llegué a casa, perdí el tiempo, jugué al fútbol, comí pizza, bebí Mahou, y sentí la necesidad de rescatarles. Robert Fripp me lo perdonará.

No entraré en detalles biográficos hoy. Ni contaré anécdotas de barra. Si da la casualidad de que los encontráis aquí y os preguntáis qué pintan, dedicad por favor unos minutos a abriros una cerveza y escucharles. No perderéis más de unos minutos. Y una cosa, si eres mujer, por favor, déjame un comentario, necesito tu opinión, por qué a las chicas no les gusta La Frontera?

Cosas buenas a tod@s.


domingo, 10 de marzo de 2013

Espacio para la digresión

En ocasiones comienzo poniendo título al post y luego me lanzo a escribirlo. En otras no ando tan despierto y primero escribo lo que se me va viniendo a la cabeza para, finalmente, buscarle un encabezado, como si de rellenar la tarjeta de entrega de un regalo se tratase.
Hoy empecé por el título porque tengo claro el concepto que quiero transmitir. La falta de acuerdo respecto al álbum que escuché esta semana. De ahí el uso de la palabra digresión, que viene a significar el acto de romper la línea del discurso para introducir un motivo que no tiene que ver con el que seguía la exposición original.

Los que me llevan hasta esa digresión son los que escriben sobre Porcupine, el que fue tercer trabajo de los británicos Echo and the Bunnymen. Tanto si voy a allmusic, como si abro mi ejemplar del 1001 discos... de Dimery, como si leo la Wikipedia o si recupero artículos de esos que tengo grabados o impresos, soy incapaz de encontrar una lectura uniforme sobre este trabajo. Lo que me queda clara es la polémica que despierta. Sin embargo le da espacio a uno a leer frases tan encontradas como que es un trabajo de fácil escucha hasta que necesita de repetidas dosis de dedicación para acabar encontrando el significado último que la justifica.


Y a mí, tanta enjundia sobre un disco al que no he dedicado por causas propias (con la cabeza en otros sitios) y ajenas (escuchar música en un coche cuando llueve no es nada práctico ni útil) la atención necesaria, me genera confusión. Entre lunes y miércoles a mediodía las canciones sonaron bajo el golpe de la lluvia sobre el techo sin que fuese capaz de diferenciar más que las líneas mayores. De entender algo de lo que el señor Ian McCulloch decía ni hablamos. Aún así no interrumpí la radio. El miércoles por la noche la lluvia dio un respiro y pude por fin acercarme al sonido del LP de los de Liverpool. Y la verdad, la primera impresión fue estar escuchando a un David Byrne pasado de vueltas en un disco oculto de las cabezas parlantes. Lo que me costó encontrar fue a los autores de ese Ocean Rain que tantó me gustó.

Así que la primera lectura que traje fue que las canciones de este trabajo del 83 con producción de Ian Broudie eran meros pasajes de post-punk sin nada nuevo que aportar a la escena. Por lo que leo erré el tiro de pleno. Tendré que hacer los deberes y bucear en las letras de un atormentado McCulloch. Quizás lo que me confunde es el trabajo de producción que llevó a la banda a grabar el álbum por segunda vez incluyendo arreglos más comerciales cara a satisfacer a la compañía. Una decisión a la que sólo se opuso el guitarrista, Will Sergeant, y que, todo sea dicho, me quedaré con las ganas de escuchar para saber cómo se enfocaron y parieron primitivamente estas canciones.
Reconozco que los toques orientales de Sitar no acaban de quedar mal, pero en las primeras escuchas me chirriaban sabiendo que escuchaba a quien escuchaba.

En definitiva, que me deja algo tibio este trabajo de una banda por otro lado muy interesante. El regusto a ejercicio de marketing (con la aparatosa foto de portada incluída subiendo a Islandia a jugarse la vida en un paisaje helado) no me lo quita el pasado quetengo con ellos. Podrá aparecer en todas las selecciones de discos fundamentales del mundo, pero a falta de un acercamiento mayor, lo voy a dejar en el ipad pequeño que no cojo a menudo, o en una carpeta nueva que abriré: segundas oportunidades.

Poco he hablado de música, es lo que tiene la digresión.
El video de abajo contiene The Cutter en el inicio. Luego se queda en blanco más de dos minutos. Lo he elegido porque es el que ha tenido el sonido que me ha parecido mejor. En cualquier caso, una vez acaba la canción, siempre puede introducirse en la barra del navegador una dirección más interesante y leer, por fin, cosas de música.

Cosas buenas a tod@s.



sábado, 9 de marzo de 2013

HDMNSDSE: Capsula

Trallazo de rock directo y sin paliativos.
Podría escribir solo lo que el Ruta del mes pasado me enseñaba.
Así que mejor me callo.
Encima tienen los huevos de ir por ahí versionando a Ziggy y las arañas de Marte. Chapeau.

Cosas buenas a tod@s.


El principio, desde el final

Podría empezar de mil maneras esta historia y todas acabarían visitando los mismos bares, los mismos rincones oscuros. Las voces de hace veinte años, o quince. Los recuerdos de canciones de hace veintisiete, o treinta. Ruleta Rusa, Juez y Parte. 
En mi larga historia de encuentros y desavenencias con Joaquín Sabina, Don Joaquín, un re-encuentro tuvo especial valor. Todo dicho porque aquí servidora repitió los discos mayores y menores hasta 19 días y 500 noches hasta decir basta. El encuentro posterior significó un jarro de agua fría. Por eso este enésimo cruce en el camino me trajo a un Sabina clásico de Mentiras Piadosas.


Hay un sonido que nada tiene que ver con la excelencia sino con la parte más emotiva, y éste sonido de Garcia de Diego y Varona, dando carne crepuscular y cálida a los esqueletos del de Úbeda, forma parte del principio. De una impronta heredada, cultivada, potenciada y finalmente transmitida.

Cuando me encontré Tiramisú de Limón escribí esto a una vieja amiga:

Hace 8 años vivía en "la capital", muy cerca de Bravo Murillo. y hacía como que conocía Madrid. y escuchaba canciones de los 80 en bares trasnochados del año 2000. y recorría la bruma de la Castellana de Rot sin saberlo. y bajába a la hora de comer a la Latina por Tirso de Molina. y soñaba con melodías imposibles de Pancho Varona. y Antonio García de Diego no era un pintor de cámara de Fernando VII. y todo el asfalto de Príncipe de Viana me cabía en la palma de la mano. y estaba lo más alejado posible de volver a decirte "Sabina ha sacado un disco". 8 años después vivo cerca de la "ciudad condal". y hago como que conozco Barcelona. y escucho canciones de Franz Ferdinanz en pubs modernistas del Borne. y paso por la Plaça Lessep sin que lo sepa Serrat. y bajo a la hora de comer al Mercat de Santa Caterina por el barrio gótico. y sueño melodías imposibles de los Sunday Drivers. y Tom Waits no es un enlace sindical de la SEAT. y todo el asfalto húmedo de la Diagonal no se me pega al riñón, y estoy justo al ladito de decirte "Sabina ha sacado un disco"... pues eso abogada, que Sabina, ha sacado un disco. y que no te lo compres, que ya te lo compro yo.
 Y vaya si se lo compré.

Por un sonido único.

Cosas buenas a tod@s.