domingo, 27 de enero de 2013

De-Evolución

Si el concepto de evolución lo tenemos claro, explicar el de de-evolución (perdón por el palabro) es mucho más sencillo. Consiste en meter la mano dentro del primero, agarrar la punta por la cara de dentro y, mientras se sostiene el elástico con la mano libre, tirar de la punta hasta sacarla por la boca misma del concepto.

Durante su paso por la universidad en los 60s, dos chavales decidieron elevar este concepto a tratamiento para diversos trabajos en sus clases de arte. El hecho de que sobreentendemos todos que el paso lineal y en sentido único del tiempo implica que el hombre no tiene más opción que la de evolucionar con él. Esto, afirman, no tiene por qué ser así, o al menos no si entendemos evolución en su significado positivo. Necesitamos por tanto fabricarnos el concepto para cuando nos toque referenciar el cambio negativo. Aquí viene la de-evolución. Estos chavales se llaman Bob Lewis y Gerald Casale. El caso es que Lewis y Casale se cruzan un tiempo después con otro curioso tipo llamado Mark Mothersbaugh. Había nacido la semilla de lo que será uno de los grupos referentes de los músicos curiosos de la segunda mitad de los 70 y todo el arranque de los 80. De de-evolution... Devo.

Y yo estuve escuchando con cariño el primer disco de estos sujetos. Un trabajo del 78 titulado Q: Are we not men? A: We are Devo!. Hasta el título habla de que éstos no son mucho de seguir la tradición a rajatabla.


Pues el disco me encanta. Y, lo primero, me parece un disco de rock. De cabo a rabo. Por dos razones fundamentalmentes: la actitud y las guitarras. Vale que hay sintetizadores, está claro. Y que el hecho de incluirlos en sus temas constituye uno de los rasgos fundamentales de los de Ohio. Pero las guitarras, mmmmm como suenan estas guitarras. Es una de las producciones de Brian Eno que más me gustan de lo oído hasta ahora del inglés. Y eso que es conocida la actitud reaccionaria de la banda hacia lo que Eno hubiera estado dispuesto a hacer con su música, rechazando de plano muchas de las ideas y líneas ya desarrolladas por el productor para sus temas.

En cualquier caso me parece una vuelta de tuerca interesantísima al rock'n'roll. Deconstruyendo mitos como el (I can`t get no) Satisfaction de los Stones, o dando otra vuelta de tuerca al mito de Berry en Come back Jonee (o eso me ha parecido a mí, ya que no he conseguido encontrar una referencia por escrito al respecto). Si las guitarras de esta último tema no son puro rock'n'roll que baje Manolo y lo vea.

Pero si hay un tema que cabría señalar con el dedo ese ha de ser el Jocko Homo marca de la casa. Donde las guitarras y los sintes se conjugan con una letra que se desliza entre la ironía y el absurdo, mecánicamente inquietante, abriendo el horizonte musical hasta nuevos terrenos. Una canción a conocer para saber de cosas que vendrían detrás. Sonidos que empujaron a tipos como Bowie a afirmar de Devo que era una de las bandas del futuro.

Cosas buenas a tod@s.



sábado, 26 de enero de 2013

Bloqueos mentales

No sé si os pasa o es cosa mía. Como no creo tener un cerebro ni especial ni diferente estoy convencido de que os pasa. Aunque sea de tanto en tanto.
Estais detrás de un dato, digamos... el intérprete de un tema que escucháis de repente. Aunque el tema sea superconocido. Pongamos por caso Year of the cat. Fácil no?.
Bueno, pues en ese momento alguien del grupo suelta un nombre de un artista. Pongamos que dice Cat Stevens (que supongo se le viene a la mente por lo de "cat").
Ahora va un tercero que cree que, dulce inocencia que nos traes la felicidad, conoces algo de música y te espeta "no, Cat Stevens no, quien cantaba esto?". Y zas!, mente bloqueada con el nombre de Cat Stevens.

Con esta canción me ha perseguido siempre la maldición. Mi padre la tenía en un disco y yo me quedaba con el apellido del intérprete. Como el cantante más famoso que conocía con el mismo apellido era otro, durante un tiempo no me podía creer que quien yo decía que interpretaba la canción la estuviese interpretando con una voz tan diferente a la que tenía quien yo decía quela cantaba (vaya lío), pero claro, lo decía la portada del disco.

Luego me lo tomé algo más en serio y aprendí a distinguir entre Al Stewart y Rod Stewart. Y, manda huevos, aún así hace unos días descubría que el nombre de Cat Stevens me lo sepultaba bajo una losa.

La anécdota es insignificante pero real, y me vale como excusa para traer al blog esta canción.

Y esta canción, aquí viene la parte buena, tiene una preciosa (aunque trágica) historia detrás.
Year of the cat tuvo un pretérito en un tema que Stewart compuso varios años atrás. Se llamaba Foot of the Stage. Stewart presenció un espectáculo de un cómico inglés conocido a nivel local (hablo a nivel de Inglaterra, con espacio en la BBC y todo) llamado Tony Hancock. Hancock era un tipo con una vida complicada, sobretodo en su etapa final, donde el alcohol jugó un papel importante. Aquel día, con Stewart en la platea, un Hancock derrotado se dirigió a la audencia del teatro donde actuaba desnudando su alma, ofreciendo la verdadera cara del hombre que hacía reir. Explicó lo derrotado y perdedor que se sentía, la existencia profundamente hueca que vivía. El público, asumiendo el discurso como parte irónica de un personaje, reía mientras el actor abría su conciencia en escena. Aquello fue en el 66. Acabó suicidándose por sobredosis en el 68. Stewart siempre creyó, aquella noche, las palabras sinceras del cómico. Eso le llevó a escribir la canción.

Más tarde decidió no sacar partido de la tragedia y volvió a escribir la letra junto a Peter Wood un teclista inglés de los que trabajó en la sombra tras nombres como Pink Floyd o incluso Bob Dylan.
No quedó ni rastro en ella de la historia original que motivó la melodía.

Un detalle de esos que suelen olvidarse, la grabó en los estudios de Abbey Road un ingeniero llamado Alan Parson.

Por favor, disfrútenla, es seda para las orejas.

Cosas buenas a tod@s.


viernes, 25 de enero de 2013

Cómo cocinar un monstruo

Esta semana he estado escuchando un álbum de esos que me llaman la atención por factores ajenos a la música en sí misma. El Monster de R.E.M..

R.E.M. es un grupo que no hace falta presentar y eso me viene muy bien para entrar directamente al tema en cuestión que avanzaba. Estos tipos (Michael Stipe, Peter Buck, Mike Mills y Bill Berry) vivieron entre 1990 y 1992 un punto de excelencia creativa que no sólo les encumbró a lo más alto de las listas a nivel mundial, significó su marca para la posteridad en el acervo de la música popular occidental. Dos álbumes fueron los culpables: Out of time y Automatic for the people.

Pero tenemos el dicho que cuenta que lo difícil no es llegar, lo difícil es mantenerse. Qué podrían ofrecernos los de Georgia tras tan suculento banquete?. Aquí entra mi interés por Monster.


Monster muestra un sonido de guitarras sucias influenciado por grupos de los que mejor podían influenciarlo, los Sonic Youth, sin ir más lejos. No en vano el mismísimo Thurston Moore (salido de la edición del Goo que debió de pasar pero nunca pasó por estos posts) colabora en la galleta en su segundo corte Crush with Eyeliner. Habituados a Loosing my religion, Man on the Moon o Shiny Happy People, el sonido de Monster sorprendió a propios y extraños, o al menos a mí.

Pero no sólo porque fueran los músicos los responsables, sino también porque el cambio no corresponde a una modificación en la responsabilidad en la producción. Ahí tenemos al Scott Litt de los dos álbumes anteriores. Todo un ejemplo de cambio de rumbo con la misma gente a bordo de la nave. No es el primer caso, pero sí es significativo.

Singles aparte, me gustaría incidir en las dos canciones que más me han llamado la atención del disco. Precisamente los tiempos más tranquilos. Por inesperados. Situados en la mitad de la galleta como un banco en la mitad de una cuesta de ascenso a un cerro. Como el paso de un palillo a través de una cereza (corteza, carne, corteza). Se trata de Strange currencies y Tongue.
La primera, con sus enumeraciones, sus phrasal verbs, su melodía cadenciosa. No puedo reprimir imaginar cómo hubiera cantado este tema Roy Orbison.
La segunda, con ese canto en falsete de Stipe y ese organo espectacular dándole colchón.

R.E.M. "es" una de las bandas que mejor sabe arrancar canciones del mundo. Bueno, "fue", aunque le pase lo que a Gardel, que, desde que murió, canta mejor cada año.

Cosas buenas a tod@s.




miércoles, 16 de enero de 2013

Un charco llamado Ramoncín

Acabé de leer anoche algo que no sé si calificar de informe, librito corto, artículo largo,... el caso es que en unas cuantas páginas (unas cincuenta) recorría los grupos de rock y pop españoles desde finales de los 60 hasta la primera mitad de la primera década del nuevo siglo (para los que lean el post dentro de cien años, el nuevo siglo, ahora, es el XXI).
Como la subjetividad consiste en decir que algo te gusta o no y en que nadie lo ponga en tela de juicio, no diré que el escrito era subjetivo, porque no lo pretendía. Era objetivo en el sentido de decir qué grupo era o había conseguido qué. Esto, siempre, genera diferencias, pero es la savia del asunto.
Hablar de todo lo que allí se contaba sobra, pero diré que señalaba como hay grupos que, mal que nos pesen, han significado una versión de calidad del espíritu de fuera (Dover (¿?)) y otros, como El Último de la Fila, que simbolizan una carrera completamente hueca (¿?), como para oídos poco dados a la exigencia.

El caso es que hablando de unos y de otros el texto toma como punto de partida a los ya mencionados en estos posts Kaka de Luxe, y asume que fueron el primer grupo punk que hubo en España. Bueno, matiza, quizás junto a los W.C.? de Ramoncín. Y aquí quería yo llegar.

Viendo la que está cayendo lo fácil hoy sería escribir poniendo a caldo a Ramoncín.
Como no tengo conocimiento de causa, me abstengo de enjuiciar si ha hecho o dejado de hacer y si ha metido o no la mano donde no debía. Si ha actuado de forma delictiva, que caiga sobre él la ley. Y si no, que la gente sepa reponer el daño de la injuria y el pre-juicio.
Pero éste es un blog de música. O eso intento. Y Ramoncín, el vilipendiado Ramoncín, es músico. Le pese a quien le pese. Y, diré más, es un músico importante en la evolución y popularización del rock en este país.
Lo demás es extramusical. Por supuesto que afecta al personaje y su proyección pública. Todo el tema ese de los saraos-tertulias metiéndose en temas de opinión social o política. Desde luego todo ese comportamiento está algo alejado de la rock-actitud, del espíritu del punk, y de la rebeldía y la oposición al sistema. Una golosina para los más jóvenes, para comparaciones varias.

Pero musicalmente Ramoncín ha tenido un rol que no se puede obviar. En primera persona, con sus temas, y en tercera persona, produciendo e influyendo a otra gente. Si nos limitamos a escuchar su música, ponerla en su contexto, y conseguimos escapar del personaje una vez fuera de las tablas, encontraremos un puñado de buenas composiciones rock. Algunas dañadas terriblemente con producciones poco adecuadas, o demasiado maniqueas (hijas de su tiempo al fin y al cabo, tampoco cabe ensañarse), pero en más de una y de dos ocasiones, con fondos de composición correctos y letras acertadas, en una narrativa que no ha encontrado similitud en otros creadores ibéricos.

Conocí mucha gente flipando con el "rollo" de Ramoncín, con la transgresión de su propuesta. Y luego vi a muchos de ellos vendiéndolo al mejor postor, olvidándo rápidamente muchas de las cosas que les había sugerido. Parte de esto (aunque por diferentes razones) ocurre treinta años después con el indie. Tú puedes hacer una música cojonuda, pero, por favor, no te hagas rico a su costa. Los famosos no molan.

Ramoncín y W.C.? duraron poco, pero duraron lo justo. En un sentido diferente al de Berlanga, Márquez, Sierra y compañía, subieron al escenario la actitud, la provocación. En un sentido más parecido al de Toño con los Burning o El Morfi con La Banda Trapera del Río. Con un lenguaje directo y una pose chulesca, con una ambiguedad buscada (en Ramón y en Toño básicamente), interpelando al oyente, empujándole. Un rock urbano nuevo, diferente al que Vicente Romero elevaba desde Chapa. El rock de barrios de Madrid como Entrevías, Vallecas, del cinturón de las grandes ciudades (Cornellá en Barcelona). No ha vuelto a haber un sonido así. Y gente como Haro Tecglen o Llopis lo supieron ver a tiempo.

Ramoncín volverá por este blog, porque hay cosas que no se explicarían totalmente sin el rol que jugó. Unos temas del mismo.

Cosas buenas a tod@s.



domingo, 13 de enero de 2013

La Gramola en el blog

Pensar no es gratis. Ni lo es el tiempo que se le dedica ni lo son las consecuencias que genera si se llevan a término. Se junta todo y le da a uno por calentarse el tarro hasta llegar a una nueva página del blog. La forma más "decente" que he encontrado de traer eso que hacía los viernes y que, dechado de creatividad, me dió en llamar en su día La Gramola.
Y lo digo porque no he encontrado palabra más utilizada para referir a algún sitio (ya sea tanto físico como virtual) ligado a la música. Conozco tiendas de discos, bares, sitios web y blogs llamados así. De momento ensalzación de el hombre del traje gris y la mente estrecha.

El objetivo no es hablar de música sino simplemente consignarla. Poner lo que sea que esté escuchando y que me llame la atención. Sin publicar una sola palabra al respecto. Por eso mismo no todo lo que venga aquí será parte de ese cielo de discos y libros del que hablaba Sabina, pero sí me habrá echo girar la cabeza.

Si hay suerte y alguien se decide alguna vez a publicar un comentario a algún tema, que no le quepa la menor duda de que le responderé. No creo que borre las letras del teclado por eso.

He encontrado un formato dinámico de blog que nada tiene que ver con el que ves en este momento. El de los posts al uso y los textos. Es un formato donde el acceso a los vídeos es directo. También es modificable por el usuario a través del menú que aparece al alargar la pestaña del extremo izquierdo de la barra de utilidades del blog. De momento me quedo con la opción flipcard, que, además, creo que es la que viene por defecto. Con el tiempo ya veremos donde acabo.


Como decía no es mi intención primera el comentar las entradas, pero como no hay mayor gustazo que el de poner una norma que el saltársela, aquí van dos líneas de los dos primeros vídeos con los que arranco.

Primero una cosita de un tipo que tiene un canal en you tube y del que me he hecho seguidor. Se llama romanido y llegué a él a través de una grabación imposible de Paraiso que tenía colgada. De ínfima calidad pero de enorme valor documental. Cualquiera no sube eso a su canal de youtube, así que me picó la curiosidad y comencé a indagar entre el material que tenía. He descubierto grupos que iré trayendo (enormes Terry IV) y me he vuelto a encontrar con otros que hacía tiempo no oía, como Tarántula o Pussy Galore. De su colección privada traigo a los Groovie Ghoulies, un HDMNSDSE en toda regla, y un tema llamado Carly Simon, que fue aquella que le canto lo de You're So Vain no se sabe bien si al hermano de Shirley McLane o al mismísimo Mick Jagger (que hizo los coros a la postre).

El segundo plato es consecuencia de salir a correr con los (enfádense conmigo otorrinos del mundo) auriculares puestos. Me han acompañado el progresivo de Kansas y unos señores que significaron un paso más en la evolución del noise melódico hacia terrenos que a principios de los 90 se llenarían de camisas de franela y pelos que no habían visto el champú en días. Hablo de uno de los triunfadores de las college radios, los singulares Husker Dü.

Como arranque, no está mal. Veremos en qué acaba.

Cosas buenas a tod@s.


Es sólo rock'n'roll

Como hablar de los Rolling Stones, así, en general, sería propósito demasiado ancho como para encajarlo en un post de unas pocas líneas, aprovecharé la escucha del It's only rock and roll del 74 para dedicar un par de frases al que, para muchos, fue el gran melódico de sus satánicas majestades: Mick Taylor.

Hay una historia simpática detrás de Taylor. Cómo empezó con John Mayall (y sus Bluesbrakers), una vez éstos se quedaron medio huérfanos tras el devaneo de Eric Clapton hacia otras metas. La primera vez fue casi a modo de accidente, subiendo al escenario en un bolo de aquellos en el que se encontraron de repente compuestos y sin novia (sin novio, slowhand). Con decisión, Taylor se percató del problema, se acercó a Mayall y le comentó que conocía las canciones y que podría tomar la guitarra. No tenía muchas más opciones el de Cheshire, de forma que aceptó el ofrecimiento y tomó buena nota de las cualidades de aquel decidido chaval de dieciséis años. Tiempo más tarde era parte de la alineación formal del combo.

No es hoy el día de hablar de Brian Jones ni de su discutido y oscuro final, pero venga al caso que su ausencia significó la abertura de una vacante fundamental en el seno del grupo. Fue Mick Jagger el que, tras quedarse prendado con las cualidades del guitarrista, convenció a Keith Richards para escucharle y, finalmente, incorporarle a la banda.

Mick estuvo con los Stones en lo que para la mayoría es la época dorada de sus majestades. Del 69 al 74. De lo bueno, lo mejor. Aportaciones ya en el Let it bleed y en Get yer ya-yas out!, y entrega al completo en estudio en la trilogía mágica: Sticky Fingers, Exile on Main Street y Goats Head Soup. Para acabar su presencia como parte oficial del grupo precisamente en el trabajo que traemos hoy, un disco considerado por algunos como menor dentro de la ancha ya discografía del grupo.
No acabaron aquí las colaboraciones o ediciones Taylor-Stones, y aún tendremos ocasión de saber de él en el Metamorphosis o en el Tatoo You.


El nombre de este trabajo es descripción absoluta. Es cierto, no está al nivel de desarrollo, de riesgo, de genialidad que otros trabajos, pero es un disco de r'n'r puro y cristalino. Enorme. Con una única distinción a hacer y es la inclusión del Fingerprint File como último corte. Les quedó chulísima, sin objeción, pero parece un bonus track de esos a los que obligan los acuerdos intrincados con las discográficas. No he leído aún lo suficiente de él como para darle una explicación, pero siempre que me paro a la escucha completa del álbum me salta la incógnita cuando llego hasta aquí. Seguramente no es casualidad el que esté dejado para terminar el disco y no colocado de por medio, abriendo la posibilidad de despistar al oyente enmedio del orgasmo.

Por lo demás señalar, ya que de Taylor hablabamos, las dos canciones donde más noto su presencia. La musicalidad melódica de Time Waits For No One y Till The Next Goodbye.
No hacen falta muchas excusas para entregarse a esta galleta con fruición. Si es posible, y para más nocturnidad y alevosía, tras el conocimiento de la trilogía antes mencionada.

Hay jefes de obra que, para distinguir la calidad del conjunto, no sólo se acercan a comprobar la calidad de los forjados, se agachan en un rincón, el más oscuro de la sala, y comprueban el remate del inglete del rodapies.
Discos así hacen de una enorme banda de rock'n'roll, un mito.

Cosas buenas a tod@s.


martes, 8 de enero de 2013

Nota: Bakersfield.

Miguel Martínez nació en la ciudad donde yo vivo actualmente. Escribe sobre mil cosas y entre ellas sobre música. Me encantaría que no fuera así, pero no nos conocemos. De hecho él no tiene ni noticia de mí. Pero una de las cosas que Miguel Martínez escribió llegó a mis manos. Enterrada entre otras tantas que recopilaron Javier Blánquez y Juan Manuel Freire y editaron bajo la etiqueta de Teen Spirit, De viaje por el pop independiente. (Segunda recopilación que me aprieto del amigo Blánquez tras el imprescindible Loops, Una historia de la música electrónica.).

Pues Miguel Martínez hace, yendo aquí y allí por eso que llaman algunos alt-country y otros americana (si bien él insiste en su diferenciación), una apreciación que me parece muy interesante. Enfoca de una forma original y coherente la transformación del estilo clásico (country) en lo que a día de hoy nos encontramos. Habla de dos movimientos que perturban el sistema desde dentro, haciéndole ensanchar sus fronteras, modificándolo. Y les pone nombre. Bakersfield y Outlaws.

Bakersfield es una ciudad californiana de unos trescientosmil habitantes donde, en su página web, se puede leer cómo el jefe de policía comenta el incremento en la tasa de crímenes en la localidad o cómo Olivia García informa acerca de los acontecimientos relativos a la Cámara Hispana de Comercio. Sin embargo Bakersville tiene petroleo.
El petroleo es una de esas cosas que necesitamos para casi todo. Eso significa dólares, y los dólares son el mejor cebo para pescar hombres. Hay gente capaz de vivir sin alcohol, incluso sin sexo. Sin dólares (propios o ajenos) no.

Cuando llegó la Gran Depresión a los Estados Unidos, miles de personas de las zonas rurales se vieron enfrentados cara a cara al fantasma del hambre. Esto provocó un movimiento migratorio desde las amplias zonas agrícolas de los estados del centro hacia las zonas industriales y con recursos. A pueblos como Bakersfield comenzaron a llegar hombres rudos hechos a base de interminables jornadas de labranza, con manos preparadas para trabajar y espaldas con que soportarlo. Gente con gustos instintivos y ásperos. Alejados de los suaves sonidos del country clásico. Deseosos de quemar la última adrenalina del día en alcohol, empujados por la niebla del tabaco y agitados por el barullo de la música. Una música que no podía parecerse a las románticas baladas country al uso.

Y ahí aparecieron dos figuras. Dos elementos ligados a la parte sociológica de la cosa ésta de la música. Sus nombres: Buck Owens y Merle Haggard.


No puedo decir que ninguno de los dos haya acompañado mis horas desde antiguo. Lo que de ellos conozco me viene por escuchas de radio y lecturas a deshoras, pero el amigo Martínez va a ser el culpable de que comience a indagar más en profundidad sobre ellos. La lista del "debe" es infinita. Cuanto más escucho más crece.

Este post es el capítulo uno. En el siguiente capítulo, cuando sea que suceda, hablaré un poquito más (con algo de conocimiento incluso y si es posible) del señor Owens y del sonido encandilante de su Fender Telecaster.
De momento, una tapa.

Cosas buenas a tod@s.



lunes, 7 de enero de 2013

El hijo afortunado

Algunos tipos nacen
para ondear la bandera.
Oh, son rojos, blancos y azules
Y cuando la banda toca “Hail To The Chief”
te apuntan directamente con su arma.

No soy yo,
no soy yo,
no soy el hijo de un senador.
No soy yo,
no soy yo,
no soy yo el afortunado.

Algunos tipos nacen
con una cuchara de plata en la mano
Señor, acaso les falta algo?
pero cuando el inspector de hacienda toca a la puerta,
Señor, la casa parece un mercadillo de segunda mano.

No soy yo,
no soy yo,
no soy el hijo de un millonario,no.
No soy yo,
no soy yo,
no soy yo el afortunado.

Alguna gente hereda
ojos trufados de estrellas,
Oh, ellos te mandan a la guerra.
Y cuando preguntaste,
¿cuánto deberíamos dar?
su única respuesta fue: "más, más, más"

No soy yo,
no soy yo,
no soy el hijo de un militar,no.
No soy yo,
no soy yo,
no soy yo el afortunado.

No soy yo,
no soy yo,
no soy yo el afortunado,no.
No soy yo,
no soy yo,
no soy yo el hijo afortunado.


Ya tardaba en traer a la etiqueta lyrics este himno pacifista, inmenso rock'n'roll donde los haya que parió John Fogerty y su Creedence Clearwater Revival en pleno tumulto y debate sobre qué hacian los USA en la Guerra de Vietnam, a cientos de millas de casa. El sinsentido recurrente de la guerra. Ese que pensamos por momentos que hemos dejado atrás y que, sin embargo, vuelve a nosotros como parte inherente de la contradiccion humana.

Pero no es meramente anti-belicista. La canción pone el dedo sobre la llaga de la diferenciación social. Abriendo el cajón de las palabras incómodas para una clase acomodada que aprovecha sus contactos para evitar el conflicto a sus hijos mientras la clase trabajadora los ve marchar al frente. A defender precisamente las riquezas y el modus vivendi de los primeros.
El hecho de que se mencione en la letra "no soy el hijo de un senador" no es gratuito. Fogerty quiso referir un caso concreto, el de David Eisenhower (nieto del presidente Eisenhower), que ya salía con la que sería a la postre su mujer, Julie Nixon (hija del presidente Nixon). El autor sabía perfectamente lo que quería señalar y denunciar.

Como otros temas en un sentido parecido (traeremos bajo esta misma etiqueta el Born in the USA de Bruce Springsteen), Fortunate Son ha sido confundida con una canción pro-americana. Y no sólo fuera del ámbito anglosajón y debido a un problema idiomático. Campañas publicitarias han utilizado la melodía con sesgos de la letra para promoción de artículos tan yanquis como unos pantalones vaqueros. Leo que hay un problema detrás de esta utilización. Fogerty perdió los derechos sobre sus canciones tras la firma, durante una complicada etapa a nivel económico, de un leonino contrato con Fantasy Records. El mismo dejaba los derechos de los temas lejos del alcance de la CCR siempre y cuando no fueran ellos los que los interpretasen. Algunos sí que han sido los hijos afortunados de este asunto.

La canción ve la luz en el álbum Willy and the Poor Boys, del 69 y fue single junto a Down on the Corner. Como anécdota, el mismo Fogerty contaba que su desgarrada voz en esta grabación viene de la larga sesión que tuvo precisamente con Down on the Corner antes de ponerse con el tema.

En ocasiones hablo más de música. Hoy me apetecía contar el trasfondo de la letra de esta enorme canción. Temazo donde los haya. Para lyrics, pero también para himnos. Una de las de la isla desierta.

Cosas buenas a tod@s.

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Some folks are born
Made to wave the flag
Oh, they're red, whit and blue.
And when the band plays "Hail to the chief",
Oh they point the cannon right at you.

It ain't me
It ain't me
I ain't no senator's son
It ain't me
it ain't me
I ain't no fortunate one

Some folks are born
Silver spoon in hand
Lord, don't they help themselves
But when the tax man comes to the door
Lord, the house looks like a rummage sale

It ain't me
It ain't me
I ain't no millionaire's son no
It ain't me
It ain't me
I ain't no fortunate one no

Some folks inherit
Star-spangled eyes
Oh, they send you down to war
And when you asked
"How much should we give?"
Their only answer "more, more, more"

It ain't me
It ain't me
I ain't no military son
It ain't me
It ain't me
I ain't no fortunate one

It ain't me
it ain't me
I ain't no fortunate one no
It ain't me
it ain't me
I ain't no fortunate son

jueves, 3 de enero de 2013

Bares del sur

Caminaba yo el otro día solo en dirección a un sitio que no viene a cuento cuando me encontré, en una estrecha calle peatonal, un garito con un vidrio enorme en el que aparecía dibujada una mujer haciendo bailar una bata de cola. Unas letras en diagonal enunciando los primeros versos de una conocidísima copla. Gente trajinando en sombra tras el vidrio, moviendo cosas a la espalda de una alta barra de, parecía tras el cristal, madera. El bar se llama La Parrala, y enuncia en estilizada tipografía negra: "sabores del sur".

Ligo esto con una charla que tuve no hace mucho acerca de una copla interpretada por la persona que dió a conocer precisamente La Parrala: Concha Piquer. Doña Concha Piquer, que le gusta decir a los clásicos. La copla en concreto: Agüita Clara, de Manuel Penella.


Y me sirve como excusa para traer a la valenciana al blog.

Para muchos Concha Piquer es el arquetipo de la cantante de copla. Triunfadora fuera, mujer de torero, madre de artista, colaboradora de los grandes letristas del momento. Qué tópico se le escapa?. Si existe la copla actitud lo mismo que existe la rock actitud, la Piquer le encarnaba en primera persona. Detalles como el arrastrar consigo no sólo su ropa personal sino aquella con la que vestir su hogar en varios baúles que acabaron generando el dicho popular de sobra conocido; detalles como su abandono de la escena cuando le falló la voz en una actuación en Isla Cristina y reunió tras la función a su troupe para espetarles: Hoy han escuchado ustedes por última vez a Conhita Piquer. Y realmente fue la última en directo sobre las tablas.
Una artista que tras su paso por Nueva York, donde el mismo Penella la descubrió en 1923 y donde se mantuvo en la escena de Broadway durante varios años, volvió a España no sólo para poner en pie su propia compañía, sino para llevar a cabo espectáculos el estilo de la gran manzana, incorporando canciones de Al Jolson o Eddie Cantor a la España pre-Guerra Civil.

Fueron varias sus colaboraciones con Penella, aunque posiblemente sea su relación con el trío Quintero-León-Quiroga la que más y mejores réditos le haya proporcionado. Pero no hablamos de ellos hoy, de forma que lo obviaremos temporalmente.

Hay técnicas de grabación que marcan el sonido de una época. Escuchar grabaciones tempranas de estos autores me los vincula de forma incosciente. Se me vienen los discos de Gardel, sin ir más lejos, a la retina musical que algún día descubrirán que tenemos en una zona oscura del cerebro.

De ésta tienen que venir más temas en un futuro. Y vendrán más conocidos. De momento un Agüita Clara que tiene una musicalidad en ocasiones, con toda esa orquesta detrás, de (permítanme traer al pelo la expresión) quitar el sentío.

Cosas buenas a tod@s.


miércoles, 2 de enero de 2013

Entradas en bucle

Sigo en estos días de idas y venidas mientras vuelve la rutina y los espacios acostumbrados y conocidos.
A ratos, en huecos, de cualquier forma, con el menor de los pretextos, me enchufo el ipod o abro el ordenador y me engancho a la primera red abierta (o amiga) que encuentro.

Vuelvo después de un día de encuentros, felicitaciones y convites y me siento sobre la cama de la habitación, fabricando, con la complicidad de todos, un rato de soledad balsámica y reponedora. Lejos de conversaciones y opiniones. Con el único objetivo de descansar y dejar engrasar la máquina de la sociabilidad hasta que mañana toque volverla a poner en rodamiento con toda la presión en cada tubería.

Y ando rellenando este rato, saltando de blog en blog, escuchando Rainbow pero también Mississippi Delta Blues Band. Y entre unos y otros aterrizo blandamente en el blog de Savoy Truffle, un exquisito pedazo de música llamado My kingdom for a melody y me topo con una versión excepcional que Johnny Cash hizo del tema Satisfied Mind que escribieran en su día (1955) Joe "Red" Hayes y Jack Rhodes.
Aparece recientemente en el volumen dos de Kill Bill, la peli de Tarantino.

El caso es que ha sido el punto de inflexión.
Intento fijarme, cuando empiezo mis sesiones, en la primera canción que repito. Más aún si entro en bucle con ella. Y esta noche me ha ocurrido con este tema. Por eso me decidí a compartirlo.

Fíjense, por favor, qué arranque:

How many times have
You heard someone say
If I had his money
I could do things my way

But little they know
That it's so hard to find
One rich man in ten
With a satisfied mind


Cosas buenas a tod@s.