viernes, 30 de marzo de 2012

Formas de escuchar música

Ando últimamente dándole vueltas al asunto. Leyendo y escuchando, preguntando a otros cómo escuchan música. Qué criterios, de haberlos, utilizan. Y me encuentro con formas muy originales que nunca me había planteado.
La razón detrás de tan obsesiva duda no es otra que la desesperación esnob, vanal, superficial y posiblemente transitoria de saber que me moriré sin escuchar y retener toda la música que me gustaría. Le pasaba a Fray Guillermo de Baskerville con los libros y a Di Estéfano con los goles.

La verdad, me agobia más lo de retener. Porque te priva del cincuenta por ciento del gusto. Los placeres intelectuales tienen dos etapas, la instantanea y el recuerdo. Una amiga se me quejaba una vez de que no era capaz de recordar y saborear momentos pasados. Y lo decía de forma que me hacía creerla. No es acaso agradable encontrarte con una canción que conociste y tenías aparcada?.

He creído desde siempre que las canciones vienen ordenadas en los discos atendiendo a un criterio estudiado, analizado por alguno o alguna que ha estudiado y sabe del tema. Un cargo que existe en las discográficas y que viene a ser algo parecido a "Ordenador de canciones en los discos". Un tipo o tipa con los pelos largos, más bien escueto en carnes, gafas, camisetas de algodón por fuera de los pantalones vaqueros y aire descuidado. Alguien llamado Edith o Klaus. Por esto me gusta escucharlos (los discos) tal como vienen y soy poco dado a esa tecla revolucionaria, anarquista y sospechosa que es el "random".

Leía el otro día a ese periodista excepcional que se se apellida Navarro (Fernando) que ha desarrollado el siguiente método: se carga el Ipod con todo lo que pilla, le da al random, y va escuchando música mientras ejerce de padre, de marido y de lo que sea que tenga que ejercer en la vida el amigo Navarro. Cuando un tema le atrae la atención (que estaba diez milisegundos antes haciendo de padre, de marido o de lo que sea que tenga que ejercer en la vida el amigo Navarro) se lee el display del aparato y lo apunta en el Bloc de notas que llevamos todos instalado de serie.
Como no entraba en detalles me quedo con la incógnita de qué hace a posteriori con toda esa información. Se carga el Ipod con esos temas en los días especiales? Tiene un segundo Ipod para estos temas? Le da dos vueltas más y los vuelve a almacenar con el resto?... No me ayuda a disolver el desespero.

Un vecino de mi pueblo aún cree en la radio musical. Afirma imperturbable que es el filtro democrático perfecto. Le ahorra tiempo que necesita para otras labores y le trae de forma gratuita un abanico ilimitado de sonidos. Hay que pagar pejae a veces, dónde no? (afirma y mete segunda mientras salimos disparados del semáforo). El resultado es un state-of-the-art que asusta. A uno a quien le cuesta distinguir qué es y que no es David Guetta a menos que escuche la voz de Elvis de fondo le resulta de un conocimiento inalcanzable. Y él, además, es feliz (aristotélicamente perfecto, vamos). En serio, envidio su conocimiento del escenario actual. Él envidia que sepa decir nombres de tipos como John Mellencamp. Imagino que todos pagamos ese peaje.

Total, que sigo con mis pajas mentales (y las no mentales también, igual que tú) sin encontrarle una salida al laberinto. Escuchando, sí, pero reteniendo tan poco... La bendita empresa que me da de comer tiene una frase que me encanta: "si quieres que alguien se acuerde de algo tienes que repetírselo siete veces". Desconozco si estamos metidos en tema de cábala y debiera de tomarme la frase con una segunda lectura. Que yo sepa estamos aquí para ganar pasta y dar balances positivos. Pero ese es otro cantar.

Como escuchas música tú?
Retuviste esta canción?


Cosas buenas a tod@s.

martes, 27 de marzo de 2012

Lo que son los jefes antes de ser los jefes.

Una forma normalmente atrayente de titular algo es proporcionar varios conceptos aparentemente desconectados y jugar con el receptor a descubrir el vínculo que los liga.
Es un recurso barato pero, bien utilizado, agradable tanto para el que lo escribe como para el que lo lee. Como es barato y yo no tengo mucho valor literario, lo utilizo de tanto en tanto.
Hoy no, hoy me he reprimido y he preferido dejar el título en lo que veis. La alternativa, dado que no vió la luz, prefiero dejarla arrugada en la papelera de reciclaje de la memoria.
Pero vamos a arremangarnos y meter las manos en la masa, que hoy hay faena.

Decía no hace mucho que traería al blog a Bruce Springsteen, y es que ya veía que tenía enfilado al que sería su segundo trabajo, e intuía que habría en él chicha como para estar un rato bueno comentándolo.
Y así es, ha venido conmigo en el coche esta semana esa joya desconocida para mi (casi) que fue The Wild, The Innocent and the E-Street Shuffle. Segundo trabajo tras el Greetings from Ausbury Park.
Y el caso es que este trabajo suele pasar bastante desapercibido, incluso para gente que dice conocer y amar la música del de New Jersey. Yo, personalmente, me quedé grogi tras el impacto del primer tema y creo que aún no me he recuperado del todo.
Como esta sensación sería complicada de explicar, prefiero poner encima de la mesa el mismo estímulo que yo tuve y así podemos comprobar si produce el mismo efecto. Quiero por favor que consideremos que hablamos de un chavalín de 24 años al frente de una banda de ocho personas ocho.


Y, qué ocho músicos!, Clarence Clemons (saxos y voces), David L. Sancious (piano, órgano, incluso saxo soprano en el tema que acabamos de escuchar), Danny Federici (acordeón, voces, teclados), Garry Tallent (bajo), Vini "Mad Dog" Lopez (batería), Richard Blackwell (percusión), Albany "Al" Tellone (saxo en el tema que acabamos de oír), Suki Lahav (voces en algunos temas del álbum y no acreditada).

Me han sorprendido dos aspectos de este trabajo, lo maduro de su musicalidad, y las historias que cuenta. Hablamos de temas que exceden con mucho la media de un rock'n'roll al uso. Engaña al que se acerca por vez primera al álbum el hecho de que tan sólo lo compongan siete temas. Dan esos siete cortes más música que muchos discos de 15 que he escuchado.
Haría un flaco favor a este disco si me dedicara a mencionar sucintamente las historias de sus temas, de forma que le estoy dando vueltas a irlos trayendo en la sección de lyrics sin prisa pero sin pausa. No lo tengo claro aún, traicionaría el espíritu inicial de la misma, que era el saber qué nos cuentan las canciones que hemos escuchado mil veces y que nunca hemos tenido dos minutos para desgranar. Pero bueno, alguna solución encontraré.

Haré otra cosa entretanto, centrarme en una, la única que ya conocía con anterioridad a esta semana.
Me enteré hace sólo unos días de que existe un listado promulgado por el Rock And Roll Hall of Fame que se llama Las 500 canciones que dieron forma al Rock And Roll. No me digáis que el nombre no es sugerente. Dan ganas de salir corriendo a leerese el listado completo. No lo he hecho, pero lo dejo en la guantera del Buick, así tengo un sitio más de donde rastrear y meter las narices.
El caso es que hay un tema de este álbum que el Rock And Roll Hall of Fame decidió introducir en esa lista. Se trata del penúltimo corte, y es una canción 100% Springsteen que se llama: Rosalita (Come out tonight). Os dejo con un video enorme que refleja perfectamente el espíritu.


Pues durante años esta fue la canción con que Springsteen y la E-Street Band acabaron sus conciertos. Parte de una liturgia que decidieron acabar en el 84 y que tan sólo en ocasiones puntuales han recuperado. La estoy escuchando mientras escribo estas líneas. No es la primera vez que le escucho este sonido al Boss. Ya en su primer trabajo tenía cosas como Blinded by the light que apuntaba en este sentido. Sin embargo encuentro más madurez aquí. Se me aparece en el caos aparente, en la jam de músicos, Clemonts impecablemente de blanco a la cabeza, simuladamente descoordinados y, sin embargo, encajados unos sobre otros al milímetro. Es como aquello que me contaban a mi en la catequesis de que el buen pastor no es el que va detrás del rebaño empujando, sino el que va delante, desentendido, pero al que siguen todas las ovejas detrás. En los manuales modernos sobre dirección de empresa se le llama a eso liderazgo, y ya no hablan de ovejas para salvar la autoestima de los pringados que formamos parte del rebaño. Es el liderazgo deseable en los que deben de dirigir los grupos, en los que quieren, algún día, tener el respeto y la confianza de los suyos, hasta convertirse en la cabeza visible, el responsable y el receptor de halagos e insultos. Eso en lo que Springsteen se transformaría para el público general y a nivel mundial en su siguiente trabajo. El jefe, vamos.

Cosas buenas a tod@s.

domingo, 25 de marzo de 2012

Autopista al infierno

No me como la cabeza, voy a mi bola,
Tengo un abono en un viaje que es sólo de ida.
No pido nada, déjame en paz,
Me lo tomo todo con calma.
No necesito una razón, no necesito una lógica.
No hay otra cosa que prefiera hacer.
En marcha, hora de divertirse.
Mis amigos van a estar allí también.

Estoy en la autopista al infierno

No hay señales de stop, ni límite de velocidad.
Nadie me frenará.
Pongámoslo en marcha, girando como una rueda.
Nadie me va a enredar.
Eh!, Satanás!, he saldado mis deudas
tocando en una banda de rock.
Muñeca, mírame,
voy camino de la tierra prometida.

Estoy en la autopista al infierno.

No me pares.

Y voy a recorrerla hasta el final.

Estoy en la autopista al infierno.


Posiblemente esta sea una de esas canciones que todos hemos oído y tarareado cientos de veces y a la que hemos aplicado nuestro propio estado de ánimo para sacar una privada autopista al infierno apuntando a donde nos ha dado la gana.  Un riff bestial de Malcom Young y una entrada de batería que está ya por encima de lo humano y lo divino y que forma parte del patrimonio de la humanidad del sonido reconocible.

Hay una teoría interesante al respecto del nombre de la canción.
El caso es que la "autopista al infierno" a la que hace referencia el título no es algo tan abierto ni tan dejado a la interpretación del oyente como en un principio se pudiera pensar. No es tampoco una analogía para describir el descenso a los infiernos de las drogas o a la soledad tras la marcha de la persona amada. La "autopista al infierno" de esta canción es, realmente, una carretera física que se encuentra en Australia, país de origen de esta banda universal de rock que se dió en llamar AC/DC.

Y esta autopista tiene un nombre, claro está. Se llama Canning Highway, y va desde el lugar donde vivía el entonces cantante de los AC/DC, Bon Scott, hasta un garito supuestamente infecto llamado The Raffles, donde se dedicaba a ingerir todo el alcohol que la noche o el alma reclamasen. El caso es que la Canning Highway enfilaba cuesta abajo la parte final de su trayecto (no puedo evitar traer a la cabeza lo que pasa cuando, camino a Bilbao desde Vitoria, pasas el peaje de Altube). Parece ser que en la intersección de lo alto de la colina no era extraño encontrar accidentes y muertos, especialmente en las noches de los fines de semana, la mayoría provocados por el exceso de velocidad y la pérdida de control del vehículo. Así, la Canning Highway acabó recibiendo el apelativo local de Autopista al infierno.
Como el bueno de Scott, que en paz descanse, la cogía a menudo, Angus Young decidió ponerse manos a la obra y parir este impresionante corte que va en el sexto álbum del combo, último con la voz de Scott al frente antes de desaparecer fruto de abusos con el alcohol. Ya sabéis, la cara negra y maldita de una vida de rock'n'roll.
De hecho, tras la muerte de Scott estuvieron a punto de separarse definitivamente como AC/DC. No sin el empuje de los padres del desaparecido la banda realizó una serie de audiciones que terminaron con la contratación de Brian Johnson, lo que supuso la vuelta del grupo a los estudios y la grabación de un álbum rompedor de listas que posiblemente traeremos por aquí en un futuro. Hoy no toca.

Un personaje del que hablaremos más en este blog es del productor de este temazo, un individuo que responde al nombre de Mutt Lange, y al que debemos algunos de los temas más reconocibles de la última parte del pasado siglo.

Pero hoy tocaba hablar exclusivamente de la canción y saber, un poco más, eso que nos cuentan las canciones mientras las escuchamos. Otro día comentamos algo más de Angus y los suyos, o de por qué va vestido con uniforme de colegio de pago, por ejemplo.

Cosas buenas a tod@s.

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Living easy, livin' free
Season ticket, on a one - way ride
Asking nothing, leave me be
Taking everything in my stride
Don't need reason, don't need rhyme
Ain't nothing I would rather do
Going down, party time
My friends are gonna be there too

I'm on the highway to hell
On the Highway to hell
Highway to hell
I'm on the highway to hell

No stop signs, speedin' limit
Nobody's gonna slow me down
Like a wheel, gonna spin it
Nobody's gonna mess me 'round
Hey Satan! Paid my dues
Playin' in a rockin' band
Hey Mama! Look at me
I'm on my way to the promise land

I'm on the highway to hell
Highway to hell
I'm on the highway to hell
Highway to hell

Dont stop me!

I'm on the highway to hell!
I'm on the highway to hell!
I'm on the highway to hell!
I'm on the highway to hell!

And I'm goin down..all the way!
I'm on the highway to hell.

viernes, 23 de marzo de 2012

No es canción, se llama copla

"... y cabe dentro la vida", que cantaba Carlos Cano (otro día hablaré de este pájaro).

Como venía a decir (más o menos) Ramoncín: a ver cómo cuento una cosa que he contado cien veces y que quede bonita y original.

Yo crecí escuchando en la casa paterna/materna, entre otras cosas, copla. Por eso no me suenan a No-Do los nombres de la Piquer, o de Marifé de Triana, de Rocío Jurado, de Imperio Argentina, Estrellita Castro o Juanita Reina. Sí, es cierto, en mi casa se escuchaba la copla en voces femeninas. Fue más tarde, y ya por mi cuenta, que llegué hasta Antonio Molina o Juanito Valderrama.
Estoy más desconectado de la actual escena de Pasión Vega, Diana Navarro o Miguel Poveda. Pero a eso con tiempo y una caña le puedo poner remedio.

Hoy podría hacer un alegato a la copla, pero no quiero convencer a nadie ni siento la necesidad de cambiar gustos ajenos. El que vea en la copla caspa, españolismo de pandereta y derecha carpetovetónica está en su derecho. Para él o ella hay alternativas igual de válidas en David Guetta, en John Coltrane, en los Sex Pistols o en Caetano Veloso.

Pero hoy hablo de copla.

Si algun@ habéis sentido alguna vez en la vida, por casualidad, interés por las canciones que cuentan historias, y no habéis tenido la curiosidad de meter las narices en las letras de la copla, os perdéis una mina de oro. No exclusivamente por el sentimiento o el dramatismo que destilan, pero también por su lenguaje, las palabras escogidas para levantarlas. Cuadrar una expresión popular en una melodía no es tarea sencilla. Y no hablamos de una guitarra acústica, un bajo y una batería, la copla solía estar orquestada, contaba con cuerdas y con metales, con un director de conservatorio y un artista que no había oído hablar en su vida (ni su público se lo permitiría) del shoegaze o de salir al escenario hora y media después de la hora estipulada para la actuación.

La copla que me traigo se llama La Zarzamora.
La parieron entre tres. Un power trío de antes de que se inventaran los power trios: Quintero, León y Quiroga.
Dejaría coja mi relación con esta canción si no mencionara dos versiones, pero lo he pensado lo que dura un chato, y he decidido que voy a dejarla coja. Ya mencionaré la que falta en un post en otro momento.

He encontrado un video de una señora que se llamó Lola Flores. No es difícil haber oído hablar de ella. Es un fragmento de una película, pero me vale lo mismo para verla coger este tema y devorarlo.
De Lola dijo The New York Times para los seis recitales que dió en la Gran Manzana allá por los setenta: "No canta, no baila ..no se la pierda".


Cosas buenas a tod@s.

HDMNSDSE: Editors

No es cierto que no supiera de su existencia hace diez minutos, pero casi.

Me llegaron por un caraB y les tengo en el punto de mira. Realmente no a ellos como un todo, a su primer trabajo como Editors, una cosa que se llamó The Back Room.


Y siento que aquí cometo un pecado de tantos al no conocerlos. Cosas de llegar tarde a los sitios.

Lo poco que he ido averiguando de ellos me dice que me gustan más los inicios que la evolución. Me hablan de una voz, la de Tom Smith, que me trae ecos de Ian Curtis, como una cosa entre Nick Cave, Glenn Danzig, reflejos de etapas berlinesas y noches en The Hacienda que nunca viví.

Cuando tenga el álbum, cosa que no creo que me cueste mucho, hablo con más razón sobre su sonido.

De momento, esta noche, me quedo con dos temas que llevo unos días repitiendo.

Cosas buenas a tod@s.


miércoles, 21 de marzo de 2012

El Amador

Siempre que hablo del grupo que me ocupa hoy, me gusta repetir la misma frase: "Y entonces, cuando aún no estábamos preparados, llegaron estos".

"Estos" son Los Planetas.

Y es que a estos nadie les esperaba. A muchos nos pasó incluso que nos despitaron con su primer single. Huérfanos como estábamos de padre y madre, creíamos encontrar sus figuras en unos nuevos y depurados chavales. Y todo resulto ser mentira. Lejos de sustituir a nadie, venían a fabricar un nuevo sonido.
Y venían para quedarse.

Dejadme por favor describir un garito.
Calle Pintor López Mezquita.
No esperéis traza de glamour en sus paredes. No idealicéis lo más mínimo escenario alguno donde una barra de bar pueda erigir en ristre un grifo de cerveza. Más bien imaginad un bar antiguo que, por un traspaso, ha venido a caer en otras manos.
Pensemos primeramente en un propietario que pretende abrir una taberna tradicional. Alargada y paralela a la fachada, no como esas que te introducen hasta el estómago mismo del edificio. Pensemos después en una barra que te cruza la mirada al vencer la puerta y que arranca desde la pared de tu derecha hasta un recodo situado a unos metros a tu izquierda. Una barra que tienes en frente, cercana, apenas a dos pasos de donde te encuentras. Más allá del recodo un par de mesas bajas de madera y un ventanal a la acera. Tras la barra un escenario parecido al de cualquier bar de los 70: repisas con botellas de diversos bebercios señaladas tras reconocibles etiquetas, caja registradora, frigoríficos, una máquina cafetera quiero recordar. Me cuesta traerlo a la memoria iluminado por otra cosa que funcionales fluorescentes agarrados boca abajo a un techo de yeso. Una cocina diminuta y unos lavabos a juego.
Cañas, universitarios ociosos y unas tapas matahambres basadas en patatas fritas y salchichas frankfurt cortadas en ruedas y bañadas en mayonesa y ketchup a partes iguales.
Cuencos con pipas para ir matando el tiempo.
En verano terracita sobre el asfalto.

Esto, poco más, era El Amador.


En él, en tantos, fui dejando mis horas, mis palabras y mis pesetas. Y a él, cantaba Jota, volvía el protagonista de esta canción por ver si la chica aparecía, pero nunca iba.

No sería ésta la canción que yo recomendaría a un desconocedor del sonido de Los Planetas para comenzar su descubrimiento. Para mi ni ejemplifica su sonido, ni permite adivinar hacia donde van sus pasos. Pero sí fue la primera, y estuvo en el momento oportuno en el sitio oportuno para ser, definitivamente, un himno personal.

Cosas buenas a tod@s.

domingo, 18 de marzo de 2012

La letra con sangre entra, pero al revés.

Un cartel bonito este con que Lapido anuncia su nueva gira.
Decía el dicho lo que decía; aquí podría tornarse del revés. La letra como una hoja de navaja, abriendo la carne cruda. Otros hubieran titulado "Déjalo sangrar".
Cosas buenas a tod@s.

Polémica y britpop

No puedo decir que esta pasada semana fuese la primera vez que les oía. Difícilmente alguien que tenga más de veinte años podría. Esta semana recuperé el sonido de Oasis y su (What's the story) Morning Glory?.

Era la primera vez que, singles aparte, me dedicaba a escucharlo con cierta atención, con el orden decidido por Noel Gallagher y Owen Morris. El resultado no ha sido malo, ni mucho menos. No me encuentro en el grupo de los que acribillan todo lo que se vende por el hecho en sí de que haya conseguido un merecido (o no) éxito comercial.

A mi, en su reescucha, me ha vuelto a gustar. No sé si os pasa que a veces escucháis una canción y veis que, dentro de su simplicidad, destila un aire de cosa bien fabricada, de trabajo detrás, como unos subtítulos diminutos al pie de la imagen que vinieran a decir algo del estilo "la empresa advierte que el resultado que tiene en sus manos es fruto de un trabajo intenso, programado, consciente y preciso". Y a mi me gustan las cosas así. Como la frase aquella que no recuerdo quién pronunció y que venía a decir que la mejor improvisación es la que se trabaja concienzudamente.

Un buen amigo mio es arquitecto.
Él y yo tenemos varias discusiones abiertas que, una vez que muramos, quedarán así, abiertas, sin nadie ya que las cierre. Él defiende que el arte debe de aspirar a cumplir el deseo de su autor, cualquiera que el resultado sea e independientemente de la facilidad o no que ese producto tenga para llegar a la gente. Mi amigo no es tonto. Lo demuestra en conceptos como que el arte no basa su calidad en la opinión que el resto de componentes de la comunidad tenga de él. La calidad del arte es intrínseca al producto mismo y no es, en ningún caso, un valor relativo.
Yo no pienso así. La principal diferencia de partida entre mi amigo y yo es que, para mi, el arte es un medio de comunicación. Ningún medio de comunicación es bueno si el receptor no es capaz de identificar el mensaje. Obviamente el receptor y el emisor deben de coordinar el medio y la codificación del mensaje. De la misma forma toda queja del receptor de no haber entendido el mensaje cuando no ha pactado medio y lenguaje es gratuita y desestimable. Que si no entiendes el cine iraní no vayas a verlo, vamos, pero que no te metas en un jardín hablando de los zurullos que salen de estos directores.
Por todo lo de arriba, para mi hay un punto sobre la obra bien hecha. Que sea una obra que, además, mucha gente tenga la capacidad de comprender y abarcar. Esto no le resta mérito al producto, sino que identifica una elección correcta del medio y el lenguaje por parte del artista para conseguir una mejor comunicación. Luego, por supuesto, hay cabida para todo. Además, siempre se debe de aspirar a la mejora. No se tiene que pasar de The Beatles a Throbbing Gristle sin solución de continuidad. Existen cosas por el medio y es obligación del receptor el evolucionar siempre su lenguaje. De otra forma está destinado a la simplería.

Bueno, pues la chapa de arriba tiene que ver con Oasis y este álbum. Su clamoroso éxito no es gratuito, no es fortuito y no es episódico. Las referencias y fuentes de donde beben son puntos cardinales ya universales del panorama musical global. Decía Noel Gallagher: "A medida que una generación avanza, bebe de lo que han hecho los que ya no están". Creo que tenía la lección bien aprendida cuando afrontó los doce cortes del que fue el segundo trabajo de la banda.

Como tenéis muchas posibilidades de tenerlo en casa, mi recomendación es volver sobre él y comprobar qué efecto os parece que ha tenido el tiempo sobre los temas. Diecisiete años después para mi están tan defendibles y potables como el primer día. El sonido es espectacular. Suena compacto y acabado. Un punto justo por debajo del exceso de producción. Las melodías vocales y los coros clavados. Técnicamente me parece un producto de calidad.

La parte emocional es más compleja. No puedo identificarme con Oasis como lo hago con otros grupos, pero hay precisamente dos temas que, por estructura y por proximidad, me ha gustado volver a encontrar. Ejemplifican a la perfección el concepto sobre el que he desvariado más arriba. Uno de ellos es "Roll with it", el otro "She's electric". Hay un punto en la melodía vocal del segundo que me parece que lo convierte en clásico desde el primer momento en que se escucha.

Dejo el playlist entero del álbum. Incluso el más alejado de este tipo de sonido encontrará familiares la mitad de los temas. Y eso, no los hace peores (es cierto, mejores tampoco).

Cosas buenas a tod@s.

viernes, 16 de marzo de 2012

No me malinterpretes

No me mal interpretes si te miro deslumbrada,
Veo luces de neón allá por donde pasas.
No me mal interpetes
Si al decirme "hola"
salgo disparada
sobre un mar donde la mística luna
levanta el caos jugando con la marea.
No me mal interpretes.

No me mal interpretes
si te parezco distraída,
estoy pensando en fuegos artificiales
que se disparan cuando sonríes.

No me mal interpretes
si me desvío como una luz que se refracta,
sólo me he marchado para deambular
por un camino iluminado por la luna.

De vez en cuando
dos personas coinciden,
sin razón aparente
se cruzan por la calle,
y de pronto, un trueno
y comienza a diluviar por todos lados.
Nadie puede explicar
el trueno y la lluvia,
es algo que está en el aire.

No me mal interpretes
si voy y vengo como la moda.
Tal vez mañana te pareceré maravillosa,
aunque ayer estaba derrotada.

No me mal interpretes
si entro en el "modo pasión".
Podría parecer increíble,
pero no digamos "hasta aquí"
Podría ser fantástico,
no me mal interpretes.




El año 1986 The Pretenders publicaron el que posiblemente es su single más conocido, una de las canciones que ejemplificaron el brit-pop de los ochenta. Un himno personal, un icono en sí mismo. Lo hicieron dentro del álbum Get Close, uno de los múltiples éxitos que Bob Clearmountain despachó en la década de los pelos cardados y la sombra de ojos. Un tipo, el tal Bob, del que traeremos algún que otro trabajo más. Sin sus mezclas y sus producciones, buena parte de la música de los 80 y los 90 sería bien diferente.
Y luego está, evidentemente, Chrissie Hynde, un motivo más para alabarle el gusto a Ray Davies. Miré durante años este video homenaje a Los Vengadores intrigado e hipnotizado a la vez por la mirada de la de Akron. Una señora del rock, no se confundan, una cantante inigualable, una poderosa front-woman con la que sólo te queda babear y asentir.
 
Esta noche cervezas, y con suerte algun tema la mitad de bueno y acabado que este.
Cosas buenas a tod@s.



Don´t get me wrong
If I´m looking kind of dazzled
I see neon lights
Whenever you walk by

Don´t get me wrong
If you say "Hello" and I take a ride
Upon a sea where the mystic moon
Is playing havoc with the tide
Don´t get me wrong

Don´t get me wrong
If I´m acting so distracted
I´m thinking about the fireworks
That go off when you smile

Don´t get me wrong
If I split like light refracted
I´m only off to wander
Across a moonlit mile

Once in awhile
Two people meet
Seemingly for no reason
They just pass on the street
Suddenly thunder, shower everywhere
Who can explain the thunder and rain
But there´s something in the air

Don´t get me wrong
If I come and go like fashion
I might be great tomorrow
But hopeless yesterday

Don´t get me wrong
If I fall in the "mode of passion"
It mgiht be unbelievable
But let´s not say "so long"
It might just be fantastic
Don´t get me wrong

martes, 13 de marzo de 2012

Lo nuevo y lo viejo

No creo que lo nuevo sea peor que lo viejo.
Partiendo sobretodo de que lo viejo, un día, fue nuevo. Sin remedio.
El tiempo puede haber filtrado, depurado, dejado muchas cosas en la cuneta. Por ello lo viejo juega con la ventaja del efecto. Lo nuevo no. Nos llega sin avisar y tenemos nosotros que filtrarlo.
Pero, si lo miramos así, lo nuevo nos hace más libres que lo viejo. Nos ofrece más libertad para escoger. Nos trata como personas adultas con capacidad para emitir un juicio sin temer estar derrumbando las murallas de Jericó.

Pero hay momentos en que lo nuevo y lo viejo se dan la mano. Hay cosas que consiguen conectar desde el primer momento. Y algunas de estas cosas esconden dentro de su interior muñecas rusas de cosas pasadas.
Es el caso de una serie que no he visto jamás, pero cuya música adoro.
La serie se llama The Wire, y no la veo porque hace tiempo tuve que escoger a qué dedicaba mi ocio y la televisión se quedó por el camino. No me malinterpreten por favor. No es un caso de esnobismo condal. El medio no tiene la culpa y generalizar el continente al contenido sería un pecado mortal de necesidad. Simplemente lo he tenido que aparcar.

Me alcanza que la gente que construye con su talento esta serie ama la música. Aunque lo negasen, las arrugas traicioneras de la media sonrisa les delatarían. Si no me extiendo demasiado puedo volver a poner algo otro día que tenga que ver con esta serie. Hoy voy a poner una sola canción. Y hablaré de cuatro personas.

Las dos primeras se llaman Felipe Couselo y Diego Cardeña. Las segundas Salomon Burke y Van Morrison.

Los dos primeros llevan ya tres años poniendo banda sonora via podcast a mis silenciosos desayunos de las seis y media, via auriculares mientras todos duermen; a mis kilómetros de carretera en zapatillas cada viernes, cada domingo; a mis podas anuales de macetas y mis juegos de mecano de estanterías y cambios de bombillas. Los sigo con retardo, en la distancia, pero indefectiblemente. Traen músicas de aquí y allá de forma anárquica y lo mismo te recuerdan lo que has olvidado que te abren una puerta a alguien nuevo, con la misma naturalidad y el mismo lenguaje del que mira las cosas sin prejuicios y alarga la mano para tocarlas. Ellos, los dos culpables, comienzan el proceso intrincado y escondido que siguen las ideas para acabar aquí estampadas. Al menos en el post de hoy. Podéis seguirles en la radio si no tenéis otras cosas que hacer a las tres de la mañana, o podéis descargaros sus programas aquí.

Los dos segundos le dieron al soul nombre y estilo. No son los únicos, pero esta música no sería lo mismo sin ellos. A Solomon Burke le he escuchado lo justo, poco puedo hablar de él que no se pueda seguir filparranda de una hoja de wikipedia. Lo poco que le  he oído me basta para enfilarle con el punto de mira del que colecciona cds como quien acude a confesarse a la iglesia. Con Van Morrison la historia es otra. Un día hablaremos más pausadamente de cosas como el Astral Weeks, o de himnos que apareceran en un futuro aquí mismo, como el Brown eyed girl. Un sujeto imprescindible, ejemplificador de la fabricación de un sonido.

Y, al final, lo prometido. Un tema enorme del de Belfast interpretado por el obispo del soul. Una canción que suena como lo haría una masa enorme que se moviera sin prisa. Como hacen los relojes y los trasatlánticos.
Cosas buenas a tod@s.

lunes, 12 de marzo de 2012

Hacerse maduro en la frontera

El pasado fin de semana leía un artículo acerca de la capacidad de envejecer siendo un rockero de pro.
En particular centraba el posteador su artículo sobre Bruce Springsteen. Y lo centraba para mal. Poniéndole como ejemplo de persona que, bien mal aconsejada, bien por eterno complejo de Peter Pan, no ha sabido evolucionar el rol que debe de cumplir delante de su público y en vez de dejarse guiar por una honestida brutal, ha preferido alargar su imperecedera fama hasta donde el mercado decida.
No quiero entrar hoy en la figura del Boss ni en la particularización del planteamiento del escrito. Si todo sale medianamente como debiera, pronto caerá por aquí el de New Jersey.

Sí se me ha venido a la cabeza el asunto de fondo, el envejecimiento del rockero, cuando he traído a las orejas ese trabajo reciente y sereno de un grupo a menudo subvalorado a este lado del charco: Los Lobos.

Posiblemente si tengo una larga noche por delante, una caja entera de cervezas heladas, una funda repleta de farias y la compañía adecuada, colocaría encima del disco de los de David Hidalgo alguno de Tito Larriva. En cualquier otra circunstancia me quedaría con el paso medido de los de Los Ángeles Este.

Los Lobos son algo más que aquel grupo que versionó La Bamba del gran Ritchie Valens para la B.S.O. de la peli homónima del 87. Los Lobos son una banda de rock cercana a la frontera. Imbuidos por los sones a un lado y al otro del Rio Grande. Una banda que comenzó su andadura allá por los años 60 y que, aún hoy, sigue dando guerra.

No hace mucho sacaron al mercado este Tin Can Trust que es como un chupito de tequila reposado.
Me encanta el paso gastado que destila. Midiendo la energía justa en cada tema. Con guitarras dominadas y voces amaestradas por los años. Sin hacerse monótono ni pesado en ningún momento. Con dos temazos en español que sacan a la luz del sol las raíces más profundas de la música mamada en los suburbios inmigrantes chicanos de L.A. Con un instrumental enorme del propio David Hidalgo titulado Do the Murray, con temas que me recuerdan vagamente dejes del Chris Rea más lacónico, como un Jupiter or the Moon o el genial All my bridges burning. Por si faltaba alguna pretensión (que diría Rosendo), una versión de un temazo de Jerry García y sus Muertos Agradecidos.

No sé qué opinaría el autor traído al comienzo del post del envejecimiento de éstos. Para mí excepcional. Aprovechando lo que de bueno tiene madurar a fuego lento. Cuando la técnica no necesita del exabrupto. Como me decía uno que yo me sé hace unos días, llega una edad en la que ya no sientes la necesidad de írtela midiendo con todo el que te pasa al lado.
Cosas buenas a tod@s.



domingo, 11 de marzo de 2012

Un pionero singular

Remontar las aguas del blues para llegar a sus fuentes no es tarea sencilla.
Hasta donde queda recogido por escritos, declaraciones, grabaciones y el relato directo de sus protagonistas es más fácil llegar.
Estas herramientas suelen acercar al curioso al sur de los Estados Unidos en la década de los años 20, justo antes de la depresión.

Aún en los primeros años del siglo XX el sur de los Estados Unidos arrastraba la tradición "dixie" de la plantación y el amo, de las cuadrillas de trabajadores negros viviendo dentro de los terrenos, con sus propias iglesias (baptistas, evangelistas,...), escuelas y en ocasiones incluso su propio médico. No nos engañemos, sólo diez centímetros por encima del podrido nivel de la esclavitud.
Una de estas plantaciones respondía al nombre de Dockery. Y hasta la plantació Dockery remontan muchos de esos ríos contra los que uno puede nadar para subir a los orígenes del blues.

Mr Speir tenía una tienda de discos. Pero Mr Speir tenía algo más que vinilos metidos en cajas y muebles medio roidos por la carcoma. Le gustaba el dinero sobre todas las cosas. De esta manera logró encontrar una salida a su ambición dando respuesta a los requerimientos de las compañías discográficas de la época, ávidas de nuevos talentos dentro de la música. Mr Speir viajaba de pueblo en pueblo y de plantación en plantación escuchando a cada chaval, a cada abuelo capaz de agarrar una guitarra. Les escuchaba en sus casas, en los andenes de las estaciones de tren esperando al ferrocarril, los escuchaba al pie de las plantaciones y en las esquinas de las grandes ciudades mendigando unos centavos. Les pedía referencias, vivencias, conocidos, e iba apuntando, calculando, recogiendo. Todo junto le llevó a la vieja plantación Dockery, el norte del estado de Missisipi, a encontrarse con el auténtico protagonista de nuestro post.

Charlie (o Charley) Patton no era un negro corriente.

De hecho sus rasgos recordaban una mezcolanza extraña, casi caucásica, que lo diferenciaba del resto de trabajadores de la plantación. Con sangre Cherokee en sus venas y una paternidad no contrastada del todo, el pequeño (no levantaba más de metro sesenta y siete del suelo) y enclenque Charlie guardaba en su interior un caudal de voz inusitado y sorprendente. Se dice de él que podía perfectamente llegar sin amplificación a un auditorio al menos a lo largo de los primeros 450 metros.
Pero el bueno de Charlie (que era como el mísmo deletreaba su nombre, cosa que, por otro lado, era lo único que sabía deletrear) tenía mucho más que un chorro espeluznante de voz. Tenía caracter. En contra del perfil que cabría esperar de un trabajador oprimido de color en una plantación del sur de los Estados Unidos a primeros del siglo XX, Charlie Patton era arrogante, chulesco, dirírmos ahora "creído". Caminaba con un deje particular, miraba sin rasgo alguno de sumisión en sus ojos. Aquel pequeño mulato demostraba arrojo y decisión en cada gesto y en cada palabra que decía. Y, por supuesto, tenía a su guitarra.
Años antes de que Chuck Berry o Jimmy Hendrix asombraran al mundo con sus juegos de malabares con sus instrumentos, Charlie Patton había asombrado ya a propios y extraños tocando su Stella tras su cabeza, o a la altura de sus rodillas, volteándola a la altura del pecho para seguir con la melodía acto seguido, utilizando su caja como percusión. Si las manos podían tomar la postura, el podía tocar la guitarra en ella. Charlie Patton era algo más que un negro que cantaba, era el showman según el concepto que muchos pusieron luego en voga.

Para mi, Charlie Patton forma, junto a Son House y Robert Johnson, el triángulo seminal del Delta Blues. No fueron los únicos, pero sí los que por concurrencia de tiempo y aporte, más ayudaron a formar los estándares con los que se dió a conocer. Evolucionando el sonido del blues primigenio, y sobreponiéndose a los temas sarcásticos de los minstrels o a la ola de "blues clásico" que W.C. Handy exportó a Nueva York.

Si no le conocíais hasta ahora, este es un momento tan bueno como cualquier otro para hacerlo. La voz potente e induscutible de uno de los padres del blues. Con ustedes: Charlie Patton.
Cosas buenas a tod@s.



viernes, 9 de marzo de 2012

La fiebre de la noche

Escucha lo que hay bajo tus pies
Hay movimiento por todas partes
Hay algo que va encajando
y puedo sentirlo.

Sobre las ondas del aire,
hay baile ahí afuera.
Si se trata de algo que podemos compartir,
entonces podemos robarlo.

Y esa dulce chica de ciudad,
que se mueve a través de la luz,
controlando mi mente y mi alma.
Cuando me buscas y me alcanzas
Sí, y la sensación es tan clara.

Entonces me atrapa la fiebre de la noche, la fiebre de la noche.
Sabemos como hacerlo.
Dame esa fiebre de la noche, la fiebre de la noche.
Sabemos como demostrarlo.

Aquí estoy,
rezando para que este momento no acabe,
viviendo en la música tan a gusto,
Nacido en el viento,
haciéndolo mio.

Fiebre de la noche, fiebre de la noche.
Sabemos cómo hacerlo.
Dame fiebre de la noche, fiebre de la noche.
Sabemos como demostrarlo.

En el calor de nuestro amor.
No necesitamos la ayuda de nadie para conseguirlo.
Dame tan solo lo justo para llegar hasta la mañana.
Tengo la mente en llamas. .
Colocado con mis pasos
estoy brillando en la oscuridad,
te advierto.

Y esa dulce chica de ciudad,
que se mueve a través de la luz,
controlando mi mente y mi alma.
Cuando me buscas y me alcanza,
Sí, la sensación es tan clara.

Entonces me atrapa la fiebre de la noche, la fiebre de la noche.
Sabemos como hacerlo.
Dame esa fiebre de la noche, la fiebre de la noche.
Sabemos como demostrarlo.

Aquí estoy,
rezando para que este momento no acabe,
viviendo en la música tan a gusto,
Nacido en el viento,
haciéndolo mio.

Fiebre de la noche, fiebre de la noche.
Sabemos cómo hacerlo.
Dame fiebre de la noche, fiebre de la noche.
Sabemos como demostrarlo.




Quién no conoce esta canción?

Perdón por las licencias en la traducción. La versión literal quedaba fatal. Creo que tampoco èsta se aleja tanto de lo que dice el texto original en cualquier caso.
Total, es viernes (que es como un sábado pequeñito que de mayor quiere ser fin de semana). Me voy de birras con buena compañía. Como Manero meto mis problemas en la nevera por lo menos unas cuantas horas. Si la música vale para esto ya vale para mucho.
Otro día hablamos, si nos viene de gusto (perdón por la catalanización), de estos tres sujetos. Enormes. Se pueden sacar sin pensarlo mucho cuatro joyas de su cajita de canciones.
Una facilita para que no parezca que no aporto nada: Bee Gees, de deletrear en inglés BG, Brothers Gibb, que era el apellido de estos tres hermanitos.

A ver si nos atrapa un poco la fiebre de la noche.
Cosas buenas a tod@s.


Listen to the ground:
there is movement all around.
There is something goin' down
and I can feel it.

On the waves of the air,
there is dancin' out there.
If it's somethin' we can share,
we can steal it.

And that sweet city woman,
She moves through the light,
Controlling my mind and my soul.
When you reach out for me
Yeah, and the feelin' is bright,

Then I get night fever, night fever.
We know how to do it.
Gimme that night fever, night fever.
We know how to show it.

Here I am,
Prayin' for this moment to last,
Livin' on the music so fine,
Borne on the wind,
Makin' it mine.

Night fever, night fever.
We know how to do it.
Gimme that night fever, night fever.
We know how to show it.

In the heat of our love,
Don't need no help for us to make it.
Gimme just enough to take us to the mornin'.
I got fire in my mind.
I got higher in my walkin'.
And I'm glowin' in the dark;
I give you warnin'.

And that sweet city woman,
She moves through the light,
Controlling my mind and my soul.
When you reach out for me
Yeah, and the feelin' is bright,

Then I get night fever, night fever.
We know how to do it.
Gimme that night fever, night fever.
We know how to show it.

Here I am,
Prayin' for this moment to last,
Livin' on the music so fine,
Borne on the wind,
Makin' it mine.

Night fever, night fever.
We know how to do it.
Gimme that night fever, night fever.
We know how to show it.

lunes, 5 de marzo de 2012

Del cajón con pasamanos dorado de la americana

Se llaman Clem Snide y no, no es el nombre del vocalista.

Hay grupos donde esta duda te asalta. Si la pereza es suficiente como para dejarte llevar por ella, acabas temporalmente asumiéndola. Ésto me pasó en su día con Jamiroquai y Jay Kay.

Clem Snide es una banda de esa cosa que se llama alt-country (de alternative-country) o "americana". Encabezada por Eef Barzelay, los de New York me acompañaron la semana pasada en mis idas y venidas por los procelosos caminos de la red viaria estatal. Y lo hicieron con su trabajo The Gosht of fashion.

Me ha parecido un disco algo irregular, como si algunas canciones se hubieran compuesto en un momento determinado, con un ánimo concreto, y otras se hubieran construido fuera de esas coordenadas. Hay una parte más directa con temas como Let's Explode, Ice Cube o Moment in the sun y otra más intangible con cosas como The junky jews o Joan Jett of Arc. La primera parte es mi favorita. Me ha traido en ocasiones recuerdos de esa gran banda de la americana que fueron los Uncle Tupelo de Farrar y Tweedy y aquel primer trabajo que sacaron y que tanto me pilló en su momento: Anodyne.

Grupo al que llego a través de buenas críticas de personas cuyo criterio musical está fuera de toda sospecha, al menos por mi parte. Segunda vez que hago esto en lo que va de año y me encuentro con algo que se le queda corto al traje. Les costará a estas canciones hacerse un hueco diferenciador. No ahora, que las tengo bien presentes. Pero pasarán los meses, y luego serán años, y, cuando me apetezca revisar algún disco, no sé yo si será éste precisamente. Sin embargo, no tener ese punto que las permita discernir tan claramente del resto no debe de jugar en su contra. Su calidad vela por ellas.
Si las canciones fuesen como las bolas de chicle, cogería éstas y las bolcaría en el cajón de las bolas de chicle sueltas, junto a las rojas, las verdes y las amarillas que han quedado sueltas en el pasado, restos de serie de otras cajas de bolas de chicle. Un cajón de madera de una estantería que llegaría hasta el techo. Encima del enorme cajón de las alubias y a la derecha del cajón para las nueces. Un cajón barnizado con un letrero amarillo que rezaría "americana" y que al abrirlo llenaría la tienda de olores reposados y dulces. Un cajón con un pasamanos gastado y lacado. El cajón con pasamanos dorado de la americana.

Cosas buenas a tod@s.





domingo, 4 de marzo de 2012

Música para leer

Una de las publicaciones on-line más reconocidas y reconocibles de este país es efeeme.com (en el menú de la derecha).



De vez en cuando me dejo caer por sus páginas y ojeo cosas aquí y allá.

De entre las diversas cosas que tienen, hay una sección que llevo siguiendo hace tiempo y que me gusta especialmente. Se llama Músicos en la sombra, y recoge entrevistas breves con algunos de los mejores músicos de estudio que tenemos en este país.

Al lado (expresa mejor la realidad que "detrás") de los nombres que todos conocemos, hay un equipo de músicos que soportan y hacen crecer los temas, tanto en el estudio de grabación como en directo sobre las tablas. Músicos que no solo ejecutan sino que suman, crean y ayudan a las canciones a acabar siendo lo que finalmente son. Nombres como Andreas Prittwitz, "Boli" Climent, Joserra Senperena, Coki Giménez, Jesús María Cormán, Niño Bruno, José Barragán y tantos y tantos otros.

Es complicado retenerlos a todos no dedicándose a este mundo. Sus nombres se pierden en la letra pequeña de los álbumes (ni qué decir tiene dónde van sus nombres cuando de descargas o de escuchas on-line hablamos). Sin embargo la lectura de estas entrevistas ayuda a tener una imagen más redonda del negocio musical. Descubrir aspectos de una cara oculta que intuimos pero, la mayoría de las veces, obviamos.

Os dejo una forma de enlazar a estas entrevistas, a través del tag de efeeme, AQUI.

Hoy es domingo, con un poco de suerte todos podremos sacar cinco minutos para leer, al menos, una de ellas. Ójala os gusten lo mismo que a mí. Cosas buenas a tod@s.

viernes, 2 de marzo de 2012

Otra vez Dublin

Una vez más, digo, porque no es la primera, ni será la última, que de sus calles llega algo que me hace girar la cabeza.

Se llama Imelda May, tiene mi edad, y sacó un trabajo llamado "Mayhelm" que me ha tenido esta semana enganchado como una lapa.

Todo en esta mujer es desbordante. Su sonido, su aspecto, su voz. Me encanta comprobar que el aire psychobilly o nu-rockabilly que desprende efectivamente mana de las fuentes. No sólo las referencias explicitadas por ella en más de una ocasión a Buddy Holly, Eddie Cochran, Gene Vincent y todo el rock primigenio, sino sus colaboraciones con los resucitadores del sonido, esos que hace poco tuvieron su post aquí mismo, los Stray Cats personificados en su vocalista Brian Setzer.

Pero de Imelda es mejor ver y escuchar que leer.Cosas buenas a tod@s.