martes, 28 de febrero de 2012

El "disco de la semana" en la picota

No por casualidad me salté reseñar el primer disco de Blondie, que estuve escuchando hace dos semanas. Tampoco es casual que no hablara del primer disco de Cheap Trick, el de la semana pasada. Casualidades de la vida ambos trabajos homónimos (a sus respectivas bandas, claro está). Lo que me frenó no fue otra cosa que la obligatoriedad semanal del "posteo". No siempre el disco que escucho en el coche es ni lo que más me ha llamado la atención esa semana, ni sobre lo que más me apetece charlar. Es por esto que tengo esta idea en la nevera, a baja temperatura, para evitar que se pudra aunque no me la coma.

Últimamente, además, pienso en la cantidad de podcasts que me descargo y que no me da tiempo a seguir. Estoy pensando en alternarlos con los álbums en esas dos horas aproximadas que tengo cada día sobre la carretera. Me recomienda mi sentido común, el mejor de mis psicoanalistas (y el más barato de esa colla de buitres), que me centre en la parte hedonista del asunto para no caer en un síndrome de Stendhal irreversible. Me cuesta hacerle caso, pero le sigo como el que no quiere saltarse un sólo paso de la receta de Callos con garbanzos que le ha dictado su madre al teléfono.

No escribir de ellos no significa que me pasen desapercibidos. Ambos dos, Blondie y Cheap Trick, me han traido sonidos básicamente divertidos. Más cercanos a lo que cabía esperar de ellos los primeros, más oscuros de lo que me esperaba los segundos (conocía los Cheap Trick de Tom Werman y me pillaron en bragas los de Jack Douglas).

Hablar de Blondie y no mencionar a Debbie Harry me parece complicado. La musa carnal del post-punk neoyorquino da personalidad y alma a este combo. Basta ponerse el CD y escuchar ese arranque hablado:
I saw you standing on the corner, you looked so big and fine.
I really wanted to go out with you, so when you smiled,
I laid my heart on the line
para decidir que merece la pena seguir a través del minutaje de esta probablemente menor, pero significativamente interesante, obra de la segunda mitad de los 70s. En Spoty aquí. Otro día más de Blondie, y mejor.



Con los Cheap Trick me he quedado un poco planchado. No porque me haya decepcionado el disco en sí. El motivo es que hay un sabor genuinamente americano que se me pega al paladar como cierto tipo de pan de hamburguesa y no me lo puedo sacar con la lengua, tengo que meter el dedo y raspar.
El caso es que, hasta que decido perder las formas, todo lo que coma me sabe a lo mismo, a pan pegado al cielo de la boca. No me pasa con otras bandas como los Lynyrd Skynyrd, pero me pasa con esta producción que Jack Douglas les hizo a los de Illinois. Pasan los cortes y no sé decir a ciencia cierta si he cambiado o no de canción. Tampoco soy capaz de encontrar el porqué del resultado del conjunto. Cada parte me suena correcta. Las guitarras hacen... pues eso que hacen las guitarras, la batería... ya sabéis, pam pam, pum, pum y todo eso, los juegos vocales y los coros están bien traidos. En serio, anunciaría Philip Morris con esta banda sonora de fondo y unas imágenes de mustangs corriendo salvajes por praderas del medio oeste y chicas en bikini patinando por las aceras de Sunset Boulevard, pero creo que después iría el estanco, dudaría un segundo, y acabaría comprando Chesterfield convencido de estar atendiendo a mi lavado cerebro.
En Spoty aquí.

Diría de estos dos trabajos que son necesarios, pero no imprescindibles. La ignorancia es valiente. Pero recomiendo la escucha. Sobretodo del primero. Cosas buenas a tod@s.

domingo, 26 de febrero de 2012

HDMNSDSE

Un tiempo atrás publiqué un post que se llamaba "Hace diez minutos no sabía de su existencia". Me pasa a menudo que me encuentro con grupos saltando de aquí para allá que me llaman la atención. Luego el ritmo de la rutina me los disuelve y, a veces, los pierdo para siempre. Por esto se me ha ocurrido coger el titulito de marras y hacerlo toda una etiqueta. Ilegible, fea si quieren, pero que me ayudará a que les cueste un poquito más perdérseme en el olvido. Y hoy, un grupo que suena de maravilla: Vintage Trouble.

Leí a Henry Chinansky decir que algunos les habían definido como Led Zeppelin con Sam Cooke como cantante. Ahí es nada.


Me conecto a Spotify y sin esperar a la hora del vermut (sin pretensiones: Rosso de Martini, dos hielos y un trozo de cáscara de naranja) me enchufo la descarga de The Bomb Shelter Sessions vía ótica. Soul para el alma, ideal para los que no tenemos entre nuestras tradiciones pisar suelo santo los días del Señor.

Como las bandas que aparezcan bajo esta etiqueta serán todas "a estrenar", poco más puedo decir de ellos, ni les tengo recuerdos de juventud, ni les he comprado discos sacandome unos duros, ni me emborraché cien veces en el mismo bar escuchándoles. Pero todas esas tres cosas pueden empezar hoy.

El disco puede encontrarse en el Spoty aquí o en la playlist que coloco al pie de estas líneas. Cosas buenas a tod@s.

Un charco

Un charco es un sitio donde, si uno se mete, lo más probable es que se ensucie. También es posible que si salta sobre el mismo, salpique. A la gente no nos gusta que nos salpiquen y solemos protestar.

Me gusta llamarles charcos a esas canciones o esos grupos que no gozan de muy buena prensa pero que yo pienso que tienen cierto mérito, cierta calidad, sus dosis de talento...

Hay grupos o canciones que no pueden ser charcos. Su trayectoria les hace estar por encima del bien y del mal. A mi me gusta Raphael, y considero que hay que saber muy poquito de música y de interpretación para decir que Raphael (el mejor front-man que, hasta la fecha, ha nacido en la reserva espiritual de occidente) es un gañán que mejor podía haberse quedado en su casa.

Sin embargo el grupo del que quiero hablar hoy sí es un charco. No he escuchado nunca a nadie (y son dos palabras, "nunca" y "nadie", a las que les pasa lo que al color negro, significan una absoluta ausencia de luz) que me haya hablado bien de ellos. Son de un pueblo de Tarragona que se llama Constantí, y se hacen llamar Els Pets. Y Els Pets (Los Pedos) suenan así:


No hace mucho hablaba de que quería traer más música ligera al blog. "Ligera" no ha de significar necesariamente "de baja calidad". La música de estos tres podrá ser "melocotón", cursi en muchas ocasiones, no digo que no, pero a mi me suena bien parida. Tienen un sentido de la melodía exquisito. Instrumentan bastante bien las canciones. No tienen miedo de colar combinaciones vocales.
Tienen otra cosa complicada de conseguir, un sonido. Una canción de Els Pets no se parece a otra cosa que haga otro.


Luego está que cantan en catalán. Eso les cierra buena parte del mercado español (la mayor parte en realidad). Pero no es sólo la idea que de ellos pueda tener la gente de fuera de la tierra de las quatre barres, aquí dentro se les tiene pobremente considerados. Como "grupo de nenas de 14 años", incluso como "grupo blanco institucional". No son extrañas las apariciones (incluso los trabajos como presentadores) de algunos de estos tres en la televisión autonómica. Cantar en catalán en Cataluña te hace tener ciertas simpatías en ciertos estamentos (que se lo expliquen a Manel), cierto soporte que otras bandas que deciden tomar otros caminos no tienen, o al menos no con la misma intensidad (Love of lesbian, Sidonie). Pero, antes de seguir, sigamos escuchando algo más de estos:


Conocí su música con un disco que sacaban al mercado al poco de estar ya completamente establecido aquí. Lo cierto es que no me llamó la atención su música en un primer momento sino el nombre del primer single de aquel trabajo: "Pau". Estaba yo por aquella época muy metido en intentar comprender la lengua y me dedicaba a traducir cualquier cosa que caía dentro de mi alcance. Una canción con título tan personal no podía escapar fácil.
Investigando un poco me remonté a cosas como el "Bon día", que aquí se conoce más que el "Bon cop de falç", incluso llegué a meter las narices en su siguiente trabajo (al que pertenece la canción que sonó arriba). No conozco mucho más allá, creo que tienen algo nuevo, pero tampoco les estoy encima, la verdad.

Con todo, un grupo que creo interesante mencionar. Encaja bien después de una buena comida, en verano, a la sombrita de un pino, de fondo. Aunque, no todo lo que escriben, tenga la secuencialidad serena de los dos temas anteriores. Para prueba, un botón. Un video con su momento Gavaldà dylaniano. Cosas buenas a tod@s.

martes, 21 de febrero de 2012

Sentado en el muelle de la bahía

Estoy sentado ante el sol de la mañana,
estaré sentado cuando la tarde venga.
Viendo los barcos llegar
y viéndolos luego marcharse, otra vez, sí
Estoy sentado en el muelle de la bahía
viendo la marea bajar.
Oh, estoy sentado en el muelle de la bahía
dejando pasar el tiempo.

Dejé mi hogar en Georgia
camino de la bahía de Frisco.
Porque no he tenido nada por lo que vivir
y parece que nada va a cruzarse en mi camino.
Así que sólamente me voy a sentar en el muelle de la bahía
viendo la marea bajar.
Oh, estoy sentado en el muelle de la bahía
dejando pasar el tiempo.

Parece que nada va a cambiar
Todo está exactamente igual
No puedo hacer lo que diez personas me dicen que haga,
así que supongo que me quedaré como siempre, escucha...

Sentado aquí reposando los huesos
con esta soledad, que no me dejará solo, escucha...
Dos mil millas he recorrido
sólo para hacer de este muelle mi hogar
Ahora sólo voy a sentarme en el muelle de la bahía
viendo la marea bajar.
Oh, estoy sentado en el muelle de la bahía
dejando pasar el tiempo.



Qué voz alcanzó Otis Redding cuando cantó este tema...en aquel comienzo de diciembre de 1967, tan sólo días antes de morir en un desgraciado accidente de avión. Una muerte que le privó de disfrutar el éxito que alcanzaría con ella.

Steve Cropper era guitarrista de la Stax y colaborador estrecho de Redding. Cuenta como le veía llegar el estudio con mil ideas en la cabeza, muchas de ellas peregrinas, algunas meras imágenes mentales de cosas que le habían impactado aquí y allá. Y Steve las recibía, las discernía mentalmente, las desechaba o se las guardaba como base para algo que escribir más tarde junto al de Dawson. Este fue el caso del comentario de Redding respecto de cómo le gustaba observar a los barcos entrar y salir del muelle de Sausalito, en la bahía de San Francisco. Observarles acercarse y contemplarles luego marchándose, camino de su destino.

La canción es preciosa, una joyita de las que uno no debe de perderse. La melodía, que Cropper desarrolló pensando en unos chavales californianos que otro día traeremos y que se llamaron The Association, acompaña el sentido del texto a la perfección, con una cadencia tranquila, adecuada a la descripción de la tristeza serena y pausada del que observa los barcos llegar y marcharse sin tener en la vida otra cosa de más valor a la que dedicarse.

Mañana por la mañana vuelve la rutina, y quien más quien menos tendrá una preocupación u otra no mucho más tarde de pasados unos minutos tras despertarse. Si tienes la suerte de no tener que prestarle atención por unos minutos, y acto seguido marchar a la cama, que la disfrutes.

Sittin’ in the morning sun
I’ll be sittin’ when the evening comes
Watching the ships roll in
Then I watch ‘em roll away again, yeah
I’m sittin’ on the dock of the bay
Watching the tide roll away
Oh,I’m just sittin’on the dock of the bay
wastin’time

I left my home in Georgia
Headed for the Frisco bay
‘Cos I’ve had nothing to live for
And look like nothing’s gonna come my way
So I’m just gonna sit on the dock of the bay
Watching the tide roll away
Oh,I’m just sittin’on the dock of the bay
wastin’time

Look like nothing’s gonna change
Everything still remains the same
I can’t do what ten people tell me to do
So I guess I’ll remain the same, listen

Sittin’ here resting my bones
And this loneliness won’t leave me alone, listen
2000 miles I’ve roamed
Just to make this dock my home
Now I’m just gonna sit at the dock of the bay
Watching the tide roll away
Oh,I’m just sittin’on the dock of the bay
wastin’time 

Cosas buenas a tod@s.

domingo, 19 de febrero de 2012

Comunismo, Anarquía, Nihilismo

El punto de partida se encuentra en las páginas del Ruta de este mes. En ellas Ignacio Julià apunta con su linterna aquí y allà el universo de un combo con peso propio en la música popular del siglo XX: CAN, dejando ver retazos de los miembros de la banda, fogonazos de ideas, vivencias y comentarios de sus componentes.

Y este punto de partida me da la excusa perfecta para traerlos al blog.

Me gustaría hablar de Stockhausen, del krautrock, de demasiadas cosas para hacer sencillo el post. Así que resumiré.

Años arriba o abajo es en la década de los 60 cuando una serie de compositores "serios" y académicos, miembros de la cultura oficial, esa que bebe de los conocimientos más elevados, se plantean la introducción en la composición del elemento electrónico. Éste les abre posibilidades hasta entonces ajenas a la instrumentación tradicional. No sin polémica comienzan a experimentar con técnicas de sampleo o se dedican a comprobar los límites de los sintetizadores (por llamar de alguna manera a lo que había disponible en aquel momento) y su capacidad para interactuar con los timbres conocidos.

Uno de estos músicos académicos fue Karlheinz Stockhausen. No entraremos en la obra de este afamado señor, pero sí le utilizaremos como lo que fue, un punto de referencia para muchos de los artistas alemanes que, desde la mitad de la década del amor, dieron forma y sentido a aquello que se llamó krautrock.

El término krautrock es en sí un juego de palabras. La col (kraut en alemán) forma parte de la cocina tradicional germana, especialmente como acompañamiento a carnes y tratada con sal vinagre para conseguir la fermentación que acabará en el chucrut. Pero kraut fue también una forma despectiva utilizada tras la Segunda Guerra Mundial para referirse a los alemanes. En definitiva, el propio movimiento utilizó la acepción para notar ese aire alemán diferenciador respecto de la música que iban a tomar como punto de partida. Y, ¿cuál era ese punto de partida?. Pues obviamente no buscaron fuera de este planeta. Tomaron los nuevos sonidos que, desde la gran manzana, ya se extendían por todos los oídos inquietos del globo. Los nuevos caminos abiertos por The Velvet Underground, pero también el rock progresivo de los Pink Floyd, los trabajos a la batería de John Bonham, de Keith Moon, de los Beatles más psicodélicos, las actitudes abiertas y heterodoxas de un Zappa.

Sin embargo el krautrock, que sí podría tener sentido como movimiento, no lo tuvo como género musical. Me pasa con él lo que me ocurre con el post-punk. Es un cajon de sastre donde encontrar músicas muy diferentes entre sí. Genera un marco, una cultura de regeneración de la base popular del arte dejando que este se desarrolle sin reglas fijas.

El krautrock tuvo influencias decisivas en grandes nombres de la música anglosajona. Quizás los más conocidos los personificados por David Bowie (no hace mucho comentábamos aquí uno de sus LPs de la llamada etapa berlinesa), Iggy Pop, Brian Eno o Lou Reed (que al contrario que su colega Cale, fue más influenciado que influencia).



CAN (Communism, Anarchism, Nihilism) fue uno de los grupos que conformaron el extenso abanico del krautrock. Ignacio Julià, en su comentado artículo, nos va dejando pinceladas de sus componentes, de Irmin Schmidt a los teclados, del gran Jaki Liebezeit a la batería, de Holger Czukay al bajo, de Michael Karoli a la guitarra o de Damo Suzuki (sin olvidar al breve Malcom Mooney) a la voz. Lo hace tomando como excusa la reedición de Tago Mago, un trabajo en que los alemanes alcanzaron una de las cimas de su composición. El artículo se encuentra sólo en la edición de papel (o no lo he sabido encontrar en la versión web), de forma que poco puedo hacer para enlazarlo, aparte de animaros a invertir 4,50EUR en el primer kiosko decente que encontréis (que esa es otra).

Una de las características que los propios integrantes de CAN refieren respecto a su método de composición es la paridad llevada al extremo. Para ellos cada instrumento tiene el mismo peso (voz incluida). No existe un motor que arrastra todo lo demás. Es la conjunción de todos lo que produce el sonido, la comunión en la composición y en la interpretación. Cuentan como, de sus propios ingresos gracias a sus ventas y actuaciones, destinaban parte a la propia financiación del grupo.

No es este el post de las melodías pegadizas. Es más bien el de señalar con el dedo esas otras músicas que descubrir. Y, en este caso, no hablamos de ninguna subcorriente underground. El krautrock no es mainstream, pero sí es una parte fundamental e indiscutible de la música popular. Sin gente cono CAN, pero también sin gente como NEU! o Kraftwerk, no tendríamos la música electrónica que conocemos hoy día, o al menos tal y como la conocemos.



Cosas buenas a tod@s.

sábado, 18 de febrero de 2012

Blues de la Frontera

Hay temas que son flamenco y otros que no.

Esto no es flamenco, y no es menos auténtica que una bulería, no es menos sentida que una soleá. Es lo que es y así, como es, me gusta.

Pata Negra fue un grupo que se atrevió cuando había que atreverse. No sé si el Ray y el Rafa buscaban inventar, innovar, escandalizar. A mi me llegaron y me cazaron. Tengo unos cuantos trabajos de ellos. Muchos de sus temas forman parte de mi banda sonora original.

Pero hablemos un poco de ellos más allá de lo que a mi me llegaron.

Las tres mil viviendas es un barrio..."diferente" de Sevilla. De allí vinieron a alegrarnos un poquito la existencia los hermanos Amador. Pata Negra nació tras la separación de estos dos de ese sujeto indiscutible e insustituible que es Kiko Veneno y de ese grupo bandera de la fusión ibérica que fue Veneno.

Y quisiera hablar de ellos trayendo a colación a Camarón.

Y lo quiero traer porque fue él (no sólo él, y valga esto en reconocimiento a, entre otros,  El Lebrijano, del que hablaremos otro día) quien atravesó la linde de lo "auténtico" para llevar a su sonido a nuevos territorios.
Sin ese primer paso sería complicado dar el peso específico y auténtico de una música nueva, propia, alejada de la casposidad que en algunos ambientes se le atribuye.
Camarón, de la mano, aunque no siempre, de Paco de Lucía, dejó la puerta abierta para quien la quisiera coger, para quien se atreviera a atravesarla diría yo.
Un día daremos un paseo por La llave de Oro del Cante y entraremos en más polémica. Hoy valga sólo el de San Fernando como contexto para estos dos.



Pocas músicas pueden presumir de mezclar lo Añejo, con mayúscula de Siglo XIX, con lo nuevo. Subir un bajo eléctrico hasta el punto en que se escucha en esta canción. Marcando el ritmo junto a las palmas y la percusión. Con sus coros, con deje en la voz.
Blues de la Frontera fue un disco excelso. Me hipnotizan las escobillas de Pasa la vida, la melodía de Calle Betis. Pero preferí no ponerlas todas del tirón. Me quedé con mi número de la suerte, el cuarto corte. Un pedazito de ese pedazo de disco. Si no lo tenéis haced lo que sea necesario por tenerlo. Incluso trabajar.


Cosas buenas a tod@s.

viernes, 17 de febrero de 2012

D.E.P. Enrique Sierra

Joder, empieza a oler a maldición que llegue el fin de semana y se nos vaya alguien que ha tenido algo importante que decir en la cosa esta de la música. Seguramente una coincidencia más. Chunga, pero coincidencia.
Me entero por el mensaje de Antonio Arias en Facebook.

No hace mucho hablaba de la Liviandad del Imperdible y le mencionaba.

Enrique Sierra era el único con cierto conocimiento musical en aquel conglomerado rupturista que fue Kaka de Luxe.
Más adelante, junto a Herminio Molero y los hermanos Auserón, parió uno de las mejores bandas de música que han pisado este país: Radio Futura.

Como me pilla a contrapié no me alargo. No toca. Con recuerdos y motivos más felices le traigo otro dia.


Cosas buenas a tod@s,

¿Qué está pasando? y "the wave"

Yo tuve un Golf del 89.

Era negro, con cuatro faros, y le llamaba "the wave".

Le llamaba "the wave" porque fue el primer coche que tuve y porque mi padre me alquiló una plaza de garaje en el sótano de un bajo del centro.

Tenía el Tetris niveles superiores donde era más sencillo encajar las piezas celestes que aparcar a "the wave" en su rectángulo.
Todo junto provocó que aquel Golf tuviera más roces, hendiduras y arañazos en los laterales que un coche de choque de la feria. No existía la línea recta en su carrocería. Una cosa me llevó a la otra, y acabé llamándole como comentaba.

M-Clan es un grupo vilipendiado de Murcia. Carlos Tarque es un tipo menospreciado. Santiago Campillo otro desconocido más tras los focos. Poco antes de un verano sacaron un álbum del que hablaré otro día. Ese me los acercó. Luego, las cosas se van sucediendo, grabaron un disco "desenchufado". Hace tiempo que nadie saca un disco desenchufado y le pone esa palabra en la portada. En los 90 molaba.

Un día íbamos mi chica y yo al campo a pasar un día con un grupo de amigos. Como puede parecer que me lo invento diré que el lugar se llamaba (se llama) Pradonegro.

Ese día, por enésima vez, escuchaba la cinta con el desenchufado de los M-Clan.

Por alguna razón ese día me fijé en una canción en la que antes jamás me había fijado. Repetía otros temas porque estaban precisamente en el trabajo de estudio que he comentado arriba, pero éste que traigo hoy me había pasado completamente desapercibido.

Por algún motivo me entró en la memoria como un láser. Diseccionó mis neuronas con la suficiente exactitud como para quedarse para siempre. Con la profundidad necesaria para convertirse en un himno.

Hoy sigue aquí. Como mi chica. Es lo único que me queda de todo lo hablado. "The wave" surca las calles de Bilbao en manos de otro. El bajo de la plaza de parking lleva años cerrado. A Pradonegro no he vuelto. Aquellos amigos ya no nos llamamos.

Cosas buenas a tod@s.

domingo, 12 de febrero de 2012

D.E.P Whitney Houston

Otra mañana de Domingo que me levanto con una noticia desagradable en el terreno de la música, la muerte de Whitney Houston.

No soy yo mucho de esta señora. A decir verdad sólo puedo contar que haya tenido relativamente cerca uno de sus trabajos, aquel Whitney del 87 y porque un buen amigo lo tenía y lo solía pinchar cuando iba a su casa.

Sin embargo hace ya tiempo que diferencio entre mis gustos personales y la calidad. No sólo no van siempre de la mano, es que en ocasiones difieren como la noche y el día. La música no es sólo la parte técnica de la misma, ya he mencionado en más de una ocasión el peso que la parte emocional tiene sobre su valoración subjetiva, los lugares, las personas, las ciudades, los entornos a la que la vinculamos valen tanto o más en nuestros juicios particulares como lo hace la ejecución, el talento o la excelencia en la composición.

Por todo esto, y aunque no haya sido mi musa de cabecera precisamente, reconozco que se nos ha ido una voz única.
Así que esta mañana he querido escuchar de nuevo aquel Whitney del 87.

Ligando su escucha con la calidad que reconozco tiene la cantante, se me viene a la cabeza una idea: el daño que una producción acentuada puede tener sobre un intérprete y cómo condiciona la escucha del que lo oye. La producción de este trabajo está tan en sintonía con su momento que consiguió dos consecuencias naturales, la primera (donde la calidad tiene mucho que decir) la consecución de cuatro sencillos como número uno de las listas (cosa que nadie había conseguido hasta el momento). La segunda, más mundana, un envejecimiento achacoso que hace sonar a las canciones "afectadas", poco naturales. Una vez escribí que los productores son aquellas personas que hacen que lo editado hoy suene natural, lo editado hace diez años suene horrible, lo editado hace veinte suene curioso, lo editado hace treinta suene interesante y lo editado hace cuarenta suene a obra de culto. Aquí, a mi juicio, se cumple.



En este blog importan poco las características concretas de las vidas particulares de sus protagonistas si no están vinculadas directamente a la música. Si la señora Houston tuvo una vida sentimental frustrada o una relación con las drogas complicada no son asuntos que nos incumban en tanto no creo (perdón por la osadía fruto de la ignorancia) hayan sido fuente de inspiración para las letras de sus temas ni hayan fabricado su sonido.

La música puede, pero no tiene por qué, tener mensaje. Puede, pero no tiene por qué, inventar, transgredir o reclamar. La música ligera (de la que llevo tiempo queriendo colocar cosas aquí) es tan importante como cualquier otra. Tan necesaria como lo es quedarse embobado mirando a través de la ventana, dormido en el asiento del metro, enganchado a diez minutos de Gran Hermano, escribiendo una entrada en un post.

Estos fueron un par de los singles de aquel Whitney del 87. Cosas buenas a tod@s.



Gatos callejeros

Esta semana han venido conmigo en el coche tres gatos callejeros que responden a los nombres de Brian Setzer, Lee Rocker y Slim Jim Phantom.

Los Stray Cats fueron, sin mucho lugar a dudas, una banda fundamental en las influencias que el rock patrio tuvo durante la segunda mitad de la década de los ochenta. Significaron un revival del rockabilly tradicional y fueron uno de los puntos de anclaje del psychobilly que mencionaba hace unos días.
Muy posiblemente debido a que a este tipo de música le he dedicado más horas que a otros, la primera escucha del disco ya me trajo la sensación de que lo había oído mil veces antes. Posiblemente, de forma individual, en bares, en emisoras de radio, aquella vez que fui al dentista y me tuvo hora y media esperando leyendo el Hola, he escuchado sus canciones de forma incosciente. Estos días atrás lo hice prestando atención. Pero, como decía, este primer trabajo de los de Long Island me resulto familiar, cercano a todos esos sonidos con los que crecí.

Un buen ejemplo es esta canción con aires de numeritro musical de Los Aristogatos (jugadas del destino, este nombre tendrá que ver con algo que mencionaré más adelante). Stray Cat Strut, o algo así como "el pavoneo del gato callejero".



El caso es que estos chavales se juntaron en el sitio equivocado en el momento menos preciso. Nueva York, a finales de los 70 y primeros 80, era un hervidero de cultura Punk y NewWave, con centros de actividad tan señalados como el CBGB o el Max's Kansas City, donde toda la crema de la cultura underground de la gran manzana se daba cita. Los Stray Cats tocaron en ambos, aunque lejos de alcanzar la repercusión que compañeros de profesión como The Ramones, NewYork Dolls, Television, Blondie, etc alcanzaron.
De hecho fue a este lado del charco, en Inglaterra, donde comenzaron a labrarse un hueco dentro de la escena y gracias al revival que la cultura rock con esencias 50s estaba teniendo en las islas.
Su mezcla de sonidos americanos con destellos de agresividad punk (más que probablemente observados en los mencionados templos de la Bowery y South Park Avenue) les fabricaron un aire diferenciador que pronto atrajo a propios y ajenos. Entre ellos, referencias que les significaron el espaldarazo final, los mismisimos The Rolling Stones o The Who.
Y poco más faltaba para que alguien diera el paso adelante y se lanzara a editarles un trabajo, éste. El atrevido (no tanto) fue el mismísimo Dave Edmunds. Edmuns había trabajado junto a Nick Lowe en ese grupo rock de cabecera y de culto que fue Rockpile (y del que, cualquier día, podemos poner algo, merecen mucho la pena).

Pero, antes de mencionar qué me han traído a la cabeza los gatos, un tema mítico de este trabajo...



Dos cosas se me han venido a la cabeza escuchándoles, una con más sentido que la otra.
Ésta, la del sentido, es aquel trabajo de los Duncan Dhu que se llamó Por Tierras Escocesas. No he leído nada de Erentxun, Vasallo o Viles al respecto, pero temas como Casablanca me parecen conectados íntimamente con este sonido. Y no sólo la música en sí, fotografías de los primeros donostiarras me conectan directamente con estos tipos. Mantendré la analogía en la cabeza hasta que tenga la oportunidad de encontrarme con alguno de ellos.
(Cerrando el bucle que abrí arriba al respecto de Los Aristogatos, mencionaré que así se llamaba la banda donde se encontraba Mikel antes de formar Duncan Dhu, aunque ésta sin el artículo).

La segunda reminiscencia que me traen sí es más subjetiva, estrafalaria incluso. Escuchad este tema por favor:



bueno... pues ahí va... me trae a la cabeza a Muchachito Bombo Infierno. Dudo que Muchachito haya desarrollado su sonido a partir de este tema, de hecho toda la parte rockabilly le sobra. Imagino que ambos beben de una misma fuente. En cualqueir caso me hizo gracia y me ayudó a traer de vuelta el primer LP que escuché al de Santa Coloma.

En conclusión, llegué a este disco con muchas expectativas y no ha defraudado una sola de ellas. Valga la frase hecha para cerrar como muestra de falta de mejores recursos: un disco redondo.

Cosas buenas a tod@s.

viernes, 10 de febrero de 2012

Mi chica

Tengo el sol brillando en un día nublado.
Cuando hace frío ahí fuera, yo tengo el mes de Mayo.
Ya me supongo que te preguntas
qué me hace sentir así?
Mi chica
Estoy hablando de mi chica.

Tengo tanta miel que me envidian las abejas.
Tengo una canción más dulce
que la de los pajaros de los árboles.

Ya me supongo que te preguntas
qué me hace sentir así?
Mi chica
Estoy hablando de mi chica.
No necesito dinero, fortuna ni fama
tengo todas las riquezas, nena, que un hombre puede pedir.
Ya me supongo que te preguntas
qué me hace sentir así?
Mi chica
Estoy hablando de mi chica.

Tengo el sol brillando en un día nublado,
con mi chica.
Incluso tengo el mes de Mayo,
con mi chica.



No siempre es necesario escribir un dictado infinito para expresar un sentimiento tan simple.
Lo sabía Smokey Robinson pensando en su chica, Claudette. Lo sabía Ronald White. Lo sabían The Temptations. Lo cantaba David Ruffin.


Esta versión está recortada, pero el baile de los Temptations, madre mia!, no tiene desperdicio.


I've got sunshine on a cloudy day.
When it's cold outside I've got the month of May.
I guess you'd say
What can make me feel this way?
My girl (my girl, my girl)
Talkin' 'bout my girl (my girl).

I've got so much honey the bees envy me.
I've got a sweeter song than the birds in the trees.
I guess you'd say
What can make me feel this way?
My girl (my girl, my girl)
Talkin' 'bout my girl (my girl).

Hey hey hey
Hey hey hey
Ooh

I don't need no money, fortune, or fame.
I've got all the riches baby one man can claim.
I guess you'd say
What can make me feel this way?
My girl (my girl, my girl)
Talkin' 'bout my girl (my girl).

I've got sunshine on a cloudy day
With my girl.

I've even got the month of May
With my girl

Cosas buenas a tod@s.

domingo, 5 de febrero de 2012

Psychobilly de domingo

Aparte de ser una factoría de carpetas personalísimas y estupendas, el Psychobilly es un género peculiar como pocos y adictivo como el que más.
Otro día hablamos más en detalle de algunos grupos, hoy me apetece sólamente dejar constancia de un sitio donde enganchar la IP y quedarse colgado, un varadero de domingo tarde a mayor gloria de un punto de partida: The Cramps.

Si queréis un listado de bandas por el que comenzar, aquí van unas cuantas, todas ellas en la peculiar WreckingPit.


69 Beavershot
Asmodeus
Astro Zombies
Alphabet Bombers
Apathetic-Youth
Bad Luck Streak
Banana Metalik
Bang Bang Bazooka
Barbarellas
Barnyard Ballers
Batmobile
Bazooka Joes, The
Billy Rebel
Bodybags, The
Boneyard Brawlers, The
Belmont Playboys
Brain Dead
Brainbats
Brains, The
Los Brioles
Broncats
Bull'it
Buzzbombs, The
Calamitiez
Camote Chunks
Catacomb Rockers
Cenobites
Celtic Bones
Coffin Chaos
Coffin Nails
Concombre Zombi
Cramps, The
Creepshow
Dead, The
Deadcats
Deadneks
Death Valley Surfers
Defectors
Demented are Go!
Dicemen
Es-Feiv
Evil Devil
Fifty Foot Combo
Fireballs
Flametrick Subs, The
Formaldebrides, The
Frenzy
Gazoo Bill
Generation Mongoloid
Godless Wicked Creeps
Go-Katz
Gravediggers
Graveside Rockers
Grave Stompers
Graveyard Rumblers
Guana Batz
Griswalds, The
Hangmen
Hellbillys
Hi-Dramatic
Hillbilly Moon Explosion
Hooligans
HorrorPops
Hormonas
Hyperjax, The
Jet Black Machine
Johnny Nightmare
Kat Killers, The
Kim's Teddy Bears
King Kurt
King Voodoo
Klingonz
Koffin Kats
Koma Katz
Komety
Krewmen
Long Tall Texans
Legendary Kid Combo
Legendary Shack*Shakers
Lovesteaks
Lucky Devils
Mad Dog Cole
Mad Heads
Mad Mongols
Mad Sin
Matadors, The
Meantraitors
Meteors, The
Mighty 18 Wheeler, The
Milwaukee Wildmen
Miniskirt Blues
Monolith Monsters
Monster Klub
Monsters
Nekromantix
Nightbreed
Os Catalepticos
Pagan Dead, The
Peacocks
Phantom Rockers
Photon Torpedoes
Pickled Punks
Powersolo
Pretty Grim
Psycho Charger
Punkats
Quakes, The
Reach Around Rodeo Clowns
Rumble club
Los Putas
Restless
Reverend Horton Heat
Riptide
Robotix, The
Rochee and the Sarnos
Rocker Arms
Royal Dead
Sasquatch and the Sick-a-billies
Scam, The
Scary B.O.O.M.
Shakeout
Sharks
Sik Luv
Silver Shine, The
Sin Alley
Skitzo
Skrunch
Snakes, The
Spamabilly
Speed Crazy
Spellbound
Stingrays
Stray Cats
Slanderin, The
Slapping Suspenders, The
Swindle
Termites, The
Torment
Thee Flatliners
Thee Suspenders
Three Blue teardrops
Tiger Army
Voodoo Monkeys, The
Voodoo Zombie
Washington Dead Cats, The
Zombilly


Cosas buenas a tod@s.

Víctimas y héroes

Varios son los Van Zandt que pueblan el escenario musical americano. Sin pensarlo mucho se me vienen a la cabeza el guitarra del Boss y el alma, que en paz descanse, de los Lynyrd. Quizas por ese motivo, Steve Earle, en su disco homenaje, se decanta por el nombre propio del homenajeado, y titula a su trabajo Townes.

Empiece por donde empiece, homenajeador u homenajeado, hablaré de alcohol, hablaré de drogas, hablaré de adicción y hablaré de sensibilidad a flor de piel y de pies clavados hasta más arriba de los tobillos en el barro de la pantanosa música americana.

Como es complicado hacerse comprender sin compartir un mismo idioma, una muestra de lo que el bueno de Earle hizo sobre la base del que fuera su colega, su hermano y su amigo, es esta preciosa canción titulada (Quicksilver Daydream of) Maria.


Lo primero que pensé cuando aún no había escuchado un solo tema pero sí había echado un vistazo al listado de cortes fue, "joder, otro disco interminable". Creo que el vinilo impuso un estandar temporal accesible al trabajo de un artista. Diez, once temas como mucho. Selección suficiente y necesaria tras un duro trabajo. El CD, maravilla tecnológica, cumbre de la ingeniería holandesa, me parece espacioso de más. Puede, tarea más complicada en el vinilo, llegar a cansarme. Acometer el gesto, tan poco apropiado en las reuniones de trabajo, de subir la manga de la camisa para dejar una mirada en la esfera del reloj.
Sin embargo trabajos como este me tiran el castillo de naipes al suelo.

No importa si son quince los temas versionados. Podrían ser veinte y seguiría escuchándolos igual. Esta es una de esas pocas veces donde la cantidad y la calidad se dan la mano. ¿Cómo resistirse a este sabor añejo y pausado que nos deja, por ejemplo, en Brad New Companion?





Las vidas de Townes Van Zandt y Steve Earle merecen, cuanto menos, una lectura en diagonal. El primero, diagnosticado desde su niñez de problemas psicológicos que iban de la bipolaridad a la manía depresiva, tratado con universitarios y horrendos métidos de insulina que borraron su memoria a largo plazo. El segundo ex-convicto, profundamente comprometido en lo ideológico. Consumados borrachos los dos. Autodidactas ambos de la música de raíces. Amigos en la etapa final del primero. Músicos en el sentido inevitable del término, no hubieran podido ser otra cosa más que artistas.

Es conocida la anécdota de Dylan con Townes, el primero loco por verle tocar, el segundo sin el más mínimo interés por darle el gusto. Encerrado, aprisionado en si mismo, en sus flores de jardín, en su caravana encallada. El segundo persiguiéndole hasta que consiguió escucharle rasgando su guitarra.

Una joyita más para acabar. A pesar de ser tejano hasta la médula (la família Van Zandt había sido una de las fundadoras del estado de la estrella solitaria y, no en vano, dan nombre a uno de sus condados), Townes pasó un tiempo importante de su juventud en Colorado. De ahí un temazo como Colorado Girl. Fenomenalmente traído por Earle. Si os gusta tanto como a mí, no habrán pasado tan en vano los tres minutos y medio siguientes.

Cosas buenas a tod@s.


sábado, 4 de febrero de 2012

Efectos secundarios de La Gramola

Ayer recuperé un pequeño vicio (de los confesables), y volví a dar la tabarra un rato con música diversa en el muro del Facebook. Creo, por suerte, que nadie me ha borrado de su lista de amistades. Al menos de momento.

La tecnología, esa fría dama de mirada inexcrutable, tiene la culpa. Como lo pasé muy bien acompañando el cortado, el chupito y el cigarro de Vegafina con los acordes del rock y los comentarios de los colegas, pensándome estoy en serio el pasar por algún supermercado (o donde demonios se compren estas máquinas), soltar la mosca y dejar que el último Dual Core de turno entre a formar parte del mobiliario doméstico.

Pero, particularidades aparte (¿por qué "aparte" se escribe junto? no hay forma de generar reglas pnemotécnicas así), ayer me decanté por el rock urbano patrio, esa extraña subcategoría con marchamos de tortilla de patatas y jamón serrano con Rioja.
Y lo hice con bandas como Leño, Barón Rojo, Obús, Extremoduro, Platero y tú o los Burning.

Como precisamente estuve hablando por la mañana de los hermanos Castro y tarareando (mentira, canturreando el estribillo) el "Picos de Oro", se me ha ocurrido esta mañana al despertarme, que se merecerían, tanto como cualquier otro grupo, tener cuanto menos una mención en esta amalgama de "pseudo-artículos" (como los llama un antiguo buen amigo, hoy mero "conocido lejano").

Conocí a los Barón por los vinilos de mi hermano. Él fue quien me enseñó a tener la paciencia de escuchar las letras. En reconocer ese fondo que el rock de finales de los setenta se afanaba en incluir en todas las canciones en este país recién salido de la nevera, la cara oculta de una moneda que presentaba por su otro lado el hedonismo, la superficialidad y la frugalidad del movimiento Movida personificado en, Kaka de Luxe a la cabeza, los niños bien de la burguesía madrileña.


El rock urbano nació en la periferia, en los barrios obreros de la capital, en La Elipa, en Vallecas, en San Blas, en Carabanchel. Se adueñó de los garitos más infectos y, sobretodo, de la calle, de los parques y de las plazas. Lo recogió el sello Chapa y lo amamantó hasta convertirlo en un consistente aunque secundario oscuro objeto del deseo. La parte positiva es que ha sobrevivido a todos los demás. Aún se puede escuchar a los Barón en concierto. Ni Derribos Arias, ni Aerolíneas Federales ni Parálisis Permanente (snif Poch), pueden decir lo mismo aunque fuera a base de alineaciones diferentes a la original. Y no creo que esto sea demérito de los que se quedaron en el camino, pero sí que es cromosoma de los que resistieron. Por no saber hacer otra cosa, por vivir el rock más allá de la industria, por entenderlo como una elección igual que el cirujano secciona tejidos en silencio o la panadera descarga bandejas de medias lunas de madrugada.

Los Barón Rojo aparecen en escena tras la salida de los hermanos Castro (Armando y Carlos) de un grupo previo, Coz. Coz, en sus inicios, fue banda de sonido metalero en sentido estricto. Junto a los Castro se encontraban Tony Urbano (que acabaría más tarde llevando el bajo de los Leño) y Juan Márquez, que fue el verdadero alma de los Coz como tales, y que fue quien los llevó a la comercialidad por la transformación hasta conseguir ese rock and roll delicioso y sentimental que es Las chicas son Guerreras. Para entonces los Castro habían saltado por la barandilla y nadaban camino de otra orilla.

En 1980, uniéndose a Hermes Calabria y a José Luis Campuzano, dan a luz al gran nombre del metal español (como particularidad y espacio dentro del rock). Y con ellos llegó el espectáculo. Los estadios, los watios, el show business aplicado al rock. Ellos y Miguel Ríos abrieron los estadios de futbol y las plazas de toros al rock multitudinario con un único cabeza de cartel. Larga vida al rock&roll, Volumen Brutal, Metalmorfosis, En un lugar de la Marcha o Siempre estáis allí han quedado para demostrarlo.

Recuerdo un comentario en la radio de la época en que los Héroes del Silencio comenzaron a vender discos de forma notoria en Alemania. Ante un corrillo de contertulios encantados de haberse conocido, alguien, ni idea de quién, apostillaba que no estábamos ante una acontecimiento singular en la música popular ibérica. Ya años antes un grupo de aquí se había encaramado a las listas alemanas y británicas. En aquella ya lejana primera mitad de los 80. Y no era otro que los Barón Rojo.

Larga vida al Barón.

Cosas buenas a tod@s.